Halloween, fiesta pagana

La fiesta pagana del Halloween, con raíces religiosas alejadas del cristianismo, me parece una tomadura de pelo. Desconozco, a ciencia cierta, si su filosofía cala en la sicología infantil, pero estoy convencido de que sí sería más educativo celebrar otro perfil de fiesta.

Es innegable que hay personas que disfrutan disfrazándose y que la cultura está íntimamente unida a la fiesta, ¿pero este tipo de fiesta es la que queremos? ¿Una fiesta importada como tantas otras importaciones americanas? ¿Da igual ocho que ochenta? Sinceramente, pienso que no. Que las fiestas configuran las sociedades. Por eso, no me gusta Halloween. O el Halloween, como escucho en los barrios. Es más, pienso que no deberíamos potenciarlo ni sumarnos. Aunque sea tsunami. Un tsunami que es canto a la mediocridad, al comercio, a una cultura alejada de nuestras tradiciones. Y al mal gusto, en no pocas ocasiones: ya me dirás qué pinta una señora, entrada en años, disfrazada de niña del exorcista dando brincos en una improvisada cama de un popular pasaje del terror.

Dicho lo cual, animo ante la cercanía de la celebración de Todos los Santos y la conmemoración de los fieles difuntos, a honrar la memoria de nuestros santos y difuntos siguiendo el ejemplo de los santos y santas, orando por quienes fallecieron y educando con celebraciones populares vinculadas a los ejemplos de vida.