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BALONCESTO AL SUR

MANCILLAR LA HISTORIA

Ahora que se llega al final del sueño de la Euroliga no pueden aparecer las pesadillas en forma de dolorosas derrotas (veinte puntos abajo de media en los últimos cuatro partidos) en las que el alma del club se queda en Los Guindos candada a la miseria

José Miguel Aguilar

Jueves, 10 de marzo 2016, 09:20

La historia es ese espejo que de vez en cuando miramos y refleja nuestro pasado, nuestras miserias, nuestras vanidades, nuestras superaciones, nuestras conquistas y nuestros premios, convertidos en una herencia indeleble que suele marcar el presente y hasta el futuro, según lo acaecido. Por sus hechos le conoceréis. Y en deporte más. Mancillar la trayectoria de un equipo es emborronar un trabajo que encierra esfuerzo y sacrificio. El Unicaja es precisamente un buen ejemplo para reseñar su biografía europea, marcada por sus quince años consecutivos en la Euroliga. De dónde vino y hasta donde llegó. De jugar con el Stahlbau Oberwart (Austria), Tatami Rhöndorf (Alemania) o Athletico Queluz (Portugal) en una Copa Korac que incluso llegó a ganar al segundo intento (dos finales para el recuerdo) a visitar los grandes templos del baloncesto en el Pireo, Tel Aviv, Estambul, Moscú o Milán en la competición que es envidia de muchos, sin que en esa transición hiciera aparecer los delirios de grandeza que suelen llevar aparejados muchas frustraciones.

Ahora que se llega al final del sueño -¡cuánto vamos a echar de menos la Euroliga!- no pueden aparecer las pesadillas en forma de dolorosas derrotas y encuentros en los que el alma del club se queda en Los Guindos candada a la miseria. Hoy más que nunca el Unicaja debe ser consciente de su historia, de su trayectoria, de su pasado, y no puede permitirse dejarse ir en el último tramo del 'Top 16'. No puede arrastrarse por esas canchas que tanto ansió visitar. Si se echa la mirada atrás la ilusión predominaba sobre cualquier objetivo. Ahora el corazón se encoge de tanto sobresalto por esas canchas míticas.

Este equipo, el que entrena Joan Plaza, ya batió el año pasado el récord de derrotas consecutivas en Europa, nada más y nada menos que nueve, un 'logro' difícil de asumir para un equipo con aspiraciones. Y esta temporada se han encendido todas las alarmas al llevar ya seis encuentros seguidos encajando derrotas tan dolorosas como el margen de cesión ante los rivales, 17,4 puntos de media frente a adversarios de potencial diverso (20 puntos abajo en los últimos cuatro choques). De hecho, Plaza, que presenta un pobre balance de victorias en su aventura europea y es el peor de los seis entrenadores con más encuentros disputados -lo que algo también quiere decir-, solo ha podido sumar 14 triunfos en los últimos cuarenta encuentros. Además, el técnico lidera en estos momentos el 'ranking' más desolador, el de peores derrotas, ya que quince de ellas han sido por catorce o más puntos (hasta por 27 en Moscú). Inadmisible a todas luces para un entrenador que presumía de que sus equipos competían siempre.

¿Dónde está ese gen? ¿En qué lugar desapareció? ¿En qué momento se desprendió del espíritu que movía molinos de viento? ¿Qué ha motivado ese cambio de actitud de un equipo que buscaba la historia -jugar el Top 8 tras quedar encuadrado en un grupo factible que permitía echar a volar la imaginación- y ahora se desmorona como un azucarillo? Dilapidada la clasificación, queda el orgullo, el que nunca debe perderse para no mancillar su propia historia.

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