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«Íbamos a entrar y nos llamaron porque habían soltado a Delclaux»

J. J. H.

Domingo, 26 de junio 2022, 00:13

Arrasate, 1 de julio de 1997. Una de la madrugada. Hay unos 300 guardias civiles desplegados en las inmediaciones de cuatro pisos de sospechosos y en torno a la nave industrial. Les acompaña la secretaria judicial. Están esperando a que se duerman para lanzar la operación. «De pronto, nos avisan de que acaban de soltar a Cosme Delclaux, y en una zona cercana a nosotros», recuerda el teniente Francisco Javier Vázquez. «Surgen dudas. Que si ETA puede tener dos estructuras fuertes tan cerca». Al final, se disipan. Entran.

«Nos encontramos una nave diáfana. Sabíamos que no íbamos a ver un habitáculo, pero fue un impacto. Mucha maquinaria desordenada», relata. La Guardia Civil lleva al registro de ese lugar a Uribetxeberria Bolinaga. «Sabíamos que era difícil pero pensábamos que podía colaborar. Fue una decisión calamitosa. No decía nada. No mostró ningún síntoma de humanidad», valora el mando policial.

No encontraban nada. «Si hay que tirar toda la fábrica, se tira», llega a escucharse. Al final, deciden mover todas las máquinas y «al levantar un brazo articulado, vemos que una zona circular se levanta un poco del suelo. Es lo que estábamos buscando». El mecanismo es muy complejo y requiere conectar una serie de enchufes en diferentes puntos. Entra el primer guardia, uno poco corpulento porque casi nadie cabe por el agujero vertical. «Hubo un silencio brutal. Eran segundos eternos. En ningún momento de mi vida he sentido algo igual». Al final, una voz. «Aquí está. Es él. Está vivo».

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