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Iván Gelibter
Lunes, 3 de noviembre 2014, 01:06
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Xenon Spain era ayer la reina de show. Vestida como una auténtica diva, incluso con unas alas que parecían movidas por el viento y no por un ventilador, la Señora del Edén ejerció perfectamente de anfitriona en el Eden Gay Festival, una noche que sirvió para homenajear la música dance de estos últimos años, así como para ejercer de llave del templo musical que ha sido durante muchos años la Sala Palladium de Torremolinos, abierta anoche solo para alojar a las estrellas invitadas por lo que ya prácticamente es un holding del 'showbusiness' homosexual de la Costa del Sol. Con "la luz que ilumina Torremolinos" -como le dicen a Xenon cuando la saludan sus fans- salía a escena a acompañarle Angelita la Perversa repitiendo sarao tras el 'Que trabaje Rita' de la semana pasada, por supuesto com ese vestido de los Chicago Bulls que la caracteriza.
Aquello no era una simple gala de idas y venidas de artistas, sino que la conducción de Xenon permitía hacer pequeños números artísticos entre djs e intérpretes, entre los que destacó el que hizo a dúo con otra 'grande', Sandra Love. Donde antaño hubo una piscina -cuya agua no animaba a sumergirse- anoche se colocó el escenario alargadp, que les servía a Love y Spain para desfilar a paso de bombo sin platillo. Los ritmos los fueron poniendo durante toda la velada los ya conocidos Miguel Picasso, Guille Arjona y Vicente Recio, mientras que en la sala superior -con evidente menor interés de público- hacían su parte Los Juanettes.
Frank Farmer, a causa del acoso de los fans, tuvo que sacar -en esa fantástica escena de The Bodyguard- a Rachel Marron de una discoteca entre sus brazos, y de una manera parecida, pero mucho menos agresiva, entró a la Palladium la extriunfito y eurovisiva Soraya Arnelas, que tras bajarse del vehículo en la puerta de la sala, ya vestida para salir a escena, causó el furor de sus seguidores, que intentaban por todos los medios hacerse el mejor 'selfie' del festival. Tan solo unos minutos más tarde salía a escena, y entre Sweet Dreams, La noche es para mi o Self control fue despachando lo que parece una 'salida laboral' para ciertos artistas en tiempos de crisis. Actuaciones para aforos pequeños (Eden Gay Festival reunió a 1.000 personas), básicamente discotecas en las que el caché y el tiempo de actuación se reduce, pero que son muy agradecidas para los intérpretes.
Y como colofón final a todo, Nalaya, una pitiusa habitual que posee un torrente de voz que dejó muda a la audiencia que perdía la virginidad con sus recitales, basados en el dance, sus bailes, sus "one, two, one, two, three, four" y el vozarrón que iba a acorde con los subidones. Luego siguió el mismo guión musical, pero lo mejor ya había pasado. Edén -ya sea en la forma de bar de copas, chiringuito y ahora festival- es un oasis dentro de las ideas que hay hoy día en la marcha gay, y la representación de anoche no es más que una prueba de ello. Y esto, que ya casi es un imperio, está gobernado por un joven rey, Antonio Domínguez, que invierte, gestiona y hasta elige la música; y por su reina, Xenon Spain. La jefa de la corte de Edén, el reino de los cielos del Torremolinos más nocturno.
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