Bodegas Quitapenas se reinventa con nueva gama de vinos tintos y blancos

De este modo, Quitapenas acaba de lanzar el tinto Finca Ernite y los blancos Vegasur ecológico y Tachín semidulce de aguja. «Es una decisión estratégica que marca un antes y un después en el devenir de la bodega», explica su CEO, Marta Suárez. Tanto el diseño de las etiquetas como el de las botellas, les separa radicalmente de los dulces históricos de la marca.

Finca Ernite es un tinto roble perteneciente a la Denominación de Origen Sierras de Málaga. Elaborado con un 100 % con uva Tempranillo, procede de viñedos a 700 metros de altitud situados en la Serranía de Ronda. Posee una crianza de cinco meses y un afinado posterior de siete en botella. «Se trata de un monovarietal de Tempranillo muy distinto de lo que se viene haciendo en Ronda, y cuya variedad ofrece un gran potencial de envejecimiento», señala.

Otro estreno es Vegasur, un vino blanco seco y ecológico de la Denominación de Origen Sierras de Málaga. Tras el proceso de fermentación, el vino disfruta de una crianza de seis meses sobre lías finas.

Por último, Tachín es un blanco semidulce de aguja y procedente, también, de agricultura ecológica. Elaborado con la variedad Moscatel Morisco, presenta «una potencia aromática espectacular» apunta el subdirector de Quitapenas, Victor Suárez Onrubia. «Además, con apenas nueve grados de alcohol, se acerca perfectamente al gusto de un público joven».

Bodegas Quitapenas elabora hoy día más de una veintena de vinos entre dulces, tintos, blancos, vermuts y espumosos. Dentro de la gama de dulces históricos, destacan Quitapenas Málaga Dulce, Pajarete, Quitapenas Dorado y Quitapenas Plata, sin olvidar otras joyas vinícolas como Oro Viejo, PX Noble y Viejo Abuelo. Al margen de esta tipología, destacan Vegasol, Vermouth Quitapenas y Florestel Dulce.

La historia de Bodegas Quitapenas arranca en 1880 cuando el fundador, Francisco Suárez, abre en la barriada malagueña de El Palo una casa de comidas, vinos y aguardientes. Desde entonces, la bodega ha crecido y se ha expandido internacionalmente, exportando sus dulces a los cinco continentes.

En 2004, la cuarta generación -formada por José, Aurora, Francisco y Javier- traslada la bodega al polígono industrial de Villa Rosa. Allí, ocupan unas instalaciones más amplias, modernas y mejor adaptadas a los nuevos tiempos. Desde 2015, es la quinta generación quien toma el relevo con Marta Suárez Prieto y Víctor Suárez Onrubia como principales responsables.