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Ánima es la propuesta mexicana del festival y propone una oferta informal y algo canalla. Josele

Starlite, el festival donde también se come (y bien)

El evento musical que se celebra todos los veranos en Marbella brilla por su oferta gastronómica. Sus cinco restaurantes temáticos se convierten en un reclamo añadido para atraer a visitantes hasta la cantera de Nagüeles

Juan Soto

Málaga

Sábado, 19 de julio 2025, 00:01

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Horas antes de que se enciendan los focos y estalle la música, los fogones se ponen en marcha en la cantera de Nagüeles. Starlite, el festival boutique que conquista las noches de Marbella, no es solo música, sino también gastronomía y de la buena. El lujoso recinto cuenta con cinco restaurantes temáticos donde la comida se sitúa a la misma altura que los artistas que lo visitan.

Lejos de ser una oferta gastronómica pensada para salir del paso, la propuesta culinaria del festival es variada e ideada para satisfacer a los paladares más exigentes. «Queremos que la gente nos valore como una oferta más de Marbella; que los visitantes no sólo venga para ver un concierto», resume Richard Alcayde, chef ejecutivo del recinto. El cocinero, que cumple este año una década al frente de las cocinas del festival, añade: «Mi objetivo es que cada persona que venga a Starlite recuerde su cena tanto como el concierto al que asistió».

Las propuestas ideadas por Alcayde son de diferentes estilos y tickets medio: Ánima, un local informal de estética y cocina mexicana; Temazo, una brasería con todo tipo de carnes y pescados; Raffaella, un italiano extremadamente popular entre los visitantes; Tanabata, un japonés con fusión nikkei, y Sandra's, la joya de la corona, un caviar bar donde degustar los productos más exclusivos de toda la ciudad. A todo esto habría que añadir la oferta de puestos de comida rápida que hay junto a la entrada del auditorio: Navidul (bocadillos), Pizzeta (pizzas), Zorro (kebabs) y Fini (golosinas).

Raffaella es el italiano, el restaurante más grande de todos. Josele

Se trata de un espacio colosal, donde cada uno de los negocios trabaja de forma independiente pero crean en su conjunto una sinfonía única. En Starlite trabajan 32 cocineros y 48 camareros, los restaurantes cuentan con capacidad para atender a 462 personas al mismo tiempo y una oferta total de más de cien platos.Tienen dos pases: a las 20 horas y a las 00 horas (antes y después de los conciertos) y en días de alta afluencia pueden atender hasta a 800 personas.

Alcayde detalla que todos los restaurantes, pese a su diferenciación temática, se unen en su apuesta por los productos de cercanía y de kilómetro cero. «Nosotros hacemos una cocina de producto en función de cada espacio, con los mejores proveedores y una carta muy cuidada», resume.

Las cenas van acompañadas de animación y espectáculo. Josele

Además, al ubicarse en un marco tan festivalero y musical, las cenas no son una simple sucesión de platos, sino que se convierten en parte del espectáculo. Durante los pases, los camareros se convierten en parte del atrezo y un grupo de baile realiza un pequeño espectáculo para calentar el ambiente: desde un show de fuego en el restaurante de brasas hasta un homenaje a Raffaella Carrà en el italiano o un pase de geishas y samurais en el japonés.

Cinco restaurantes, cinco propuestas

La de Starlite es una oferta que crece prácticamente cada año. El festival comenzó su andadura con un único restaurante, de estilo bufé, y poco a poco ha ido evolucionando hasta la oferta actual, pensada para todo tipo de públicos y bolsillos. No hay que olvidar que los restaurantes deben llenarse con los clientes que acuden a ver los espectáculos –aunque no sea estrictamente necesario, ya que también se puede ir a cenar sin tener que entrar en el concierto–.

El primer restaurante temático fue Temazo, cuyo lema es 'fuego, brasas y música'. Cuenta con capacidad para 110 personas y su jefe de cocina es Lolo Quiñoles. Entre sus especialidades destacan su caballa ahumada en frío, pipirrana con jalapeños y su gazpacho de tomate diamont (22 euros); el pulpo a la brasa con mantequilla ahumada, espárragos, kale y espinaca esparragada (38 euros) o el cube roll de cerdo de bellota lacado a la llama (32 euros).

El siguiente fue Ánima, una propuesta canalla e informar de cocina con inspiración mexicana. Cuenta con capacidad para 132 personas y con Charlotte Villamarín como jefa de cocina. Entre sus platos más populares destacan el guacamole con granada fresca, panza y chancho crujiente (20 euros); el ceviche texturizado de corvina de esteros, boniato y maíz (22 euros) o los tacos de pato hoisin con pepino encurtido, cebolla crujiente y hierbabuena (25 euros).

Richard Alcayde es el chef ejecutivo de Starlite desde hace diez años. Josele

Raffaella, la propuesta italiana, es la que ocupa más espacio en el interior del recinto. Tiene capacidad para 142 personas y Carlos Alonso es su jefe de cocina. Entre sus especialidades conviene no perderse la burrata de bufala con carrusel de tomates y vinagreta de pesto genovese (22 euros); la pizza de mortadela, stracciatella ahumada y pesto de pistachos (30 euros) o los garganelli al ragout con alcaparras, parmigiano y brotes de albahaca (28 euros).

El japonés tiene capacidad para 44 personas y su jefe de cocina es Toni Mitsuki. Entre sus platos estrellas destacan el tiradito de pez limón con salsa nikkei y chalaquita (30 euros); las gyozas de gamba roja con guiso criollo marinero (22 euros) o cualquiera de sus variedades de niguiris o makis.

El más exclusivo de todos es Sandra's caviar bar. Se trata de una chacinería donde poder degustar algunos de los productos más exclusivos de la ciudad, desde caviar beluga (100 euros) a ostras francesas (8 euros), jamón de bellota (34 euros) o todo tipo de conservas con el sello Los Peperetes.

Sandra's es un caviar bar, el local más exclusivo del recinto. Josele

Desde este último espacio es, además, desde donde se surten todos los alimentos que se consumen en los palco privilege, la oferta más completa y lujosa de todo el festival. En estos espacios, ubicados en la primera planta y con vistas privilegiadas al escenario, se puede comer y beber sin descanso durante las dos horas que duran los espectáculos.

Entre los clientes de los restaurantes frecuentan los repetidores, lo que da buena muestra de que todo el mundo termina satisfecho. «Tenemos muchos madrileños que vienen cada verano», resume Alcayde. Pero también, como no podía ser de otra forma, un importante grupo de clientes internacionales e incluso famosos. Puede ser el caso de Paula Echevarría, Carmen Lomana, Antonio Banderas, Valeria Mazza, Iñaki Williams o el 'Cholo' Simeone. Yes que nadie quiere perderse una cena de estrellas junto al cielo de Marbella.

Las peticiones más locas: «6.400 M&Ms, pero que ninguno sea amarillo»

La oferta gastronómica de Starlite no termina con la atención a los visitantes. En el recinto también cuentan con un comedor de personal y atienden todas y cada una de las necesidades de los artistas y sus equipos, a los que se cuida desde primera hora de la mañana. Las peticiones son diversas y varían mucho en función de los artistas. Por lo general se les atiende desde temprano, y a las 8 de la mañana del día del concierto ya tienen en sus camerinos las primeras bandejas: por lo general, jengibre fresco, limón y algo de fruta. Y evoluciona a lo largo del día con alimentos algo más contundentes como embutidos, bocadillos o pizzas. Por la noche, después del concierto, muchos incluso se quedan a cenar en alguno de los restaurantes. Sin dar nombres, Richard Alcayde, el chef ejecutivo de Starlite, reconoce haber recibido peticiones de todo tipo, incluso alocadas como aquella vez que les pidieron un bol con «6.400 M&Ms, pero que ninguno fuera amarillo».

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