Los caracoles que se comen como un plato de cuchara en Alhaurín de la Torre
En la venta La Porrita, este plato tradicional, que hacen desde sus orígenes en la década de los años sesenta, lleva entre otros ingredientes, patatas, almendras y pan frito
Para mojar pan y para saborear con la cuchara. El guiso de caracoles de la venta La Porrita, situada en el barrio de La Alquería, en Alhaurín de la Torre, no deja indiferente. Aunque hay muchas recetas distintas con estos moluscos, la de este establecimiento tiene la peculiaridad que se pide mucho como plato individual, aunque hay también quien opta por compartirlo.
Además de un buen caracol, de los denominados bollunos, que se tiene que lavar muy bien previamente con vinagre y sal, la receta de La Porrita se elabora a partir de un sofrito de tomate, pimiento, ajo y cebolla. Sobre éste se añaden los moluscos, pero también patatas. Finalmente, se le añade un majado de almendras, pan y ajos -todos ellos fritos, previamente¨, que le dan consistencia al caldo. No hay que olvidar el toque que le dan las especias, sobre todo la pimienta molida y la guindilla.
El resultado final es una de las especialidades de La Porrita. María García, cocinera de esta venta alhaurina, es la encargada desde hace 40 años de elaborar esta receta, aunque no es quien la creó. «La hago igual que mi suegra que es la fundó esta venta en 1961», explica.
Detrás de esta receta hay muchas horas de elaboración. «Llegan los caracoles a las 8 de la mañana y hay que ponerse a limpiarlos para que la salsa quede en su punto», comenta María. Desde una hora temprana hasta que se sirve a la hora del almuerzo, hay mucho trabajo por hacer con este guiso.



Es uno de los platos estrella de La Porrita. En especial, en los fines de semana. «Algunos domingos llegamos a hacer hasta 30 kilos de caracoles», asegura la cocinera. Cuenta con tanta aceptación que son muchos los que acuden a la venta expresamente para probarlos allí o incluso para llevárselos. «Tengo clientes que me los han pedido en táper para regalárselos a amigos de Madrid», comenta orgullosa esta cocinera.
Además de este plato tradicional, otras especialidades de esta venta son los callos con garbanzos, el lomo en manteca -con una receta también muy antigua-, las albóndigas en salsa de almendras o la sopa de puchero. También cuentan con un buen repertorio de carnes -entre ellas de vaca retinta- e incluso en verano hacen espetos de sardinas.

El origen de esta venta y su nombre hay que buscarlos en 1961, lo que lo convierte en uno de los más antiguos de la provincia de Málaga. Fue entonces cuando Antonia Torres, apodada La Porrita, montó una pequeña tasca, «donde no había ni agua ni luz ni carreteras cerca», explica su hijo, Marcos Plaza, quien tomó el relevo generacional en 1987, junto a su mujer y cocinera, María. A partir de ahí se fue creando la venta actual, con una carta variada, pero que apuesta por los sabores caseros y tradicionales.
En la actualidad, el testigo de este negocio familiar lo lleva la hija de Marcos y María, Melissa, junto a su marido, Daniel. Ambos son ya la tercera generación de esta venta que, como dice Marcos, «no está de paso, pero tiene una clientela fiel desde hace muchos años». No en vano, si se va en fin de semana, conviene reservar porque se suele llenar.
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