El Málaga, como un reloj en otra gran fiesta de La Rosaleda (2-1)

Los aficionados disfrutaron de un partido emocionante y con alternativas hasta el final, con dos goles de su equipo y una gran fiesta de principio a fin. El Málaga, pese a que en este caso todo fue diferente, volvió a completar un partido práctico e inteligente, aprovechándose de cualquier detalle para sumar los puntos. Aunque las dificultades fueron superiores a otros días por el tanto encajado, el equipo blanquiazul se concienció para hacer buena la superioridad numérica y, al menos, conseguir ese tanto decisivo.

La celebración de la victoria acabó como siempre, con los futbolistas alineados al borde del área frente a la Grada de Animación cantando y saltando ante los gritos de una afición entregada a su equipo, como siempre. La diferencia en esta ocasión estuvo en que había más aficionados en el campo que querían tomar parte de este gran momento, lo que elevó el nivel de esta fiesta ya habitual.

José Alberto no tenía muchas opciones, pero apostó de entrada por la más ofensiva. Con Escassi como único hombre de corte defensivo entre el centro del campo, el equipo blanquiazul dejó desde al comienzo maniobrar al rival. La presión no fue como otras veces en el arranque. Las circunstancias eran distintas y el contrario, también. Sin la profundidad deseada, el rival dominaba la posesión.

La calidad visitante castigó en la primera fase a un Málaga con problemas para salir con garantías. Y llegaron algunas ocasiones visitantes que fueron resueltas por Dani Martín y el poste de su portería. Está última fue la más clara en un disparo de Óscar Clemente. El equipo blanquiazul no podía domesticar a un rival fuerte atrás y especialmente peligroso en la creación. Pese a todo, Roberto lo intentó en un remate lejano, entre otras acciones que buscaban la meta de Raúl Fernández.

Hasta que todo cambió en la primera llegada malaguista seria, la más clara. En una acción trenzada en la que participaron varios jugadores el balón lo recibió Brandon en un ataque vertiginoso, y centró para que Antoñín se adelantara a la defensa y abrir así el marcador de una forma espectacular ante un estadio que no paró de animar. El tanto, elaborado y de bella factura, no suponía un salvoconducto para los blanquiazules, pero sí aportaba tranquilidad.

Pero Las Palmas siguió intentándolo hasta el descanso en busca del empate, lo que suponía un aviso claro para los pupilos de José Alberto, que deberían rearmarse otra vez. La suerte, sin embargo, acompañó en esta ocasión al Málaga, pues Loiodice aguantó sólo unos minutos más en el campo: en una entrada a Paulino vio su segunda amarilla y dejó a su equipo con diez. Esto no suponía una garantía, pero sí podía facilitarle el camino en un largo periodo hasta el final del encuentro.

El once canario estaba obligado a volcarse, en la medida de sus posibilidades, lo que intentaba aprovechar el Málaga para rematar la faena y cerrar el resultado sin Ramón ya en el campo, que se lesionó, y con la presencia de nuevo de Kevin (y tuvo una nueva oportunidad Ismael Gutiérrez). Pero llegó el empate en una desgraciada jugada de Peybernes, que cedió a portero con el pecho y se adelantó Benito para marcar al aprovecharse del grave desajuste.

Quedaba poco tiempo, pero al Málaga le tocaba apretar en busca del triunfo a toda costa. José Alberto dio entrada a Sekou para las acciones a balón parado. Y el equipo blanquiazul, aupado por su espectacular público, se lanzó al ataque para que la fiesta de La Rosaleda fuese completa. Y lo consiguió precisamente por medio de Sekou: gran remate del delantero en un saque de esquina de Jozabed. El estadio de Martiricos estalló con un gol salvador que permite a los blanquiazules seguir pendiente de la zona más alta de la tabla.