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La Empresa Malagueña de Transportes ha puesto en marcha una batería de medidas preventivas para tratar de evitar que el coronavirus se suba al autobús. La más drástica es la desinfección diaria de los vehículos con productos hidroalcohólicos, prestando especial atención a todas las superficies con las que viajeros y conductores puedan estar más en contacto como asientos o barras de sujeción. Pero hay más, porque a la compra de un millar de mascarillas en previsión de que la incidencia del Covid-19 pueda ir más, se suman la contratación de un servicio médico para recibir un asesoramiento mas preciso y especializado en la materia o la adquisición de dos lotes de dispensadores individuales de gel que se entregarán en los próximos días a todos los empleados para que cumplan las recomendaciones sanitarias de lavarse las manos con frecuencia.
Ante el desabastecimiento generalizado de estos productos de higiene, las primeras unidades que se recibieron se están distribuyendo desde la semana pasada en los aseos, las oficinas de atención al cliente y a los conductores de las líneas que, teóricamente, podrían estar más expuestas como las que registran más movimiento de turistas (la del aeropuerto o la L-35, que lleva a Gibralfaro) o las que conectan con los hospitales. «Viendo lo que estaba ocurriendo en otras zonas como Italia, nos hemos ido adelantando en la aplicación de estas medidas», afirma el gerente de la EMT, Miguel Ruiz, quien pone como ejemplo que esta desinfección diaria de los autobuses, que desde ayer es obligatoria en la Comunidad de Madrid como consecuencia del aumento de contagios en la capital, ya empezó a llevarse a cabo en las cocheras de la EMT el pasado fin de semana. Así lo confirman también desde el comité de empresa.
«La semana pasada contratamos los servicios de una empresa especializada para desinfectar toda la flota con los productos adecuados. Vamos actuando conforme a lo que vamos viendo y vamos aprendiendo», remarca el directivo. Según explica, esta higienización extra de los autobuses se va a realizar todas las noches a los más de 200 autobuses que cada día salen a la calle. El proceso es relativamente rápido. Normalmente, cuando el autobús termina el servicio es estacionado en la cochera. Desde ahí, el personal encargado del repostaje lo lleva al surtidor de combustible mientras en el interior se procede a la limpieza habitual, consistente en barrer y vaciar las papeleras (de forma periódica una decena de vehículos son sometidos a una limpieza más exhaustiva).
Una vez que el vehículo es devuelto al aparcamiento, ya de madrugada, es cuando se realiza la desinfección tanto con bombas de humo para extender el producto por todo el habitáculo como con mochilas de fumigación para reforzar su aplicación en asideros, barras de sujeción o huecos donde sea más difícil llegar. Posteriormente, el vehículo debe permanecer cerrado tres horas para que el producto haga su trabajo y deje el bus libre de bacterias y virus.
«Estamos haciendo muchísimas cosas en materia de prevención, esperemos que todo se quede ahí», comenta Ruiz. En la misma línea se pronuncia el presidente del comité de empresa, Francisco José Villodres. «Desde el comité de prevención y la empresa se están dando los pasos necesarios para tratar de paliar esta situación. En los últimos días hemos ido planteando a la empresa medidas como la desinfección diaria de los autobuses o la distribución de gel a toda la plantilla, y todo eso está ya activado», apunta el también secretario de UGT en la compañía de autobuses, quien considera que «toda precaución es poca, tanto por el bien de los trabajadores como por el de todos los usuarios».
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