De corretear por Casa Flores a publicar en 'Science'
Su abuelo trabajó en ese popular restaurante en el corazón de El Perchel, él investiga en Alemania y obtiene el aval de una de las revistas científicas más prestigiosas
Más malaguita, imposible. Y tampoco puede ser más cosmopolita. A sus apenas 34 años, tiene mucho mundo recorrido a sus espaldas y un artículo publicado en la prestigiosa revista 'Science' este mes de noviembre, en el que su nombre aparece como primer autor, lo que no es baladí, como él se ocupa en explicarnos a los profanos. Además, añade: «Menos de un 1% de los científicos logra publicar en una revista así». Antes de meternos en cómo de importante es todo esto, en cuál es su especialidad científica y en cómo avanza el conocimiento gracias a su trabajo, veamos detalles biográficos que lo vinculan estrechísimamente con la Costa del Sol y, en concreto, con lo más castizo de su capital.
Cristian Prieto García nació en el Pasaje de Mármoles y su familia trabajó en el mítico restaurante especializado en mariscos Casa Flores, en el corazón de El Perchel, en la calle Ancha del Carmen: su abuelo vio nacer el negocio, su padre simultaneó el trabajo en el bar con el de celador en el Hospital Civil durante mucho tiempo y fue su tío quien asistió al final del negocio, cuando se derribó. Por ese popular establecimiento correteó el pequeño Cristian y por el barrio jugó con los dueños de otros bares de la zona. Fue al colegio San José de la Montaña, en la Trinidad, y al instituto Santa María de la Victoria, el Gamarra. Después estudió Veterinaria en la Universidad de Córdoba, el último año de carrera lo cursó en Londres –fue ahí justo donde le atrapó la vocación investigadora–, hizo un máster en Madrid, en la Universidad Complutense, y después se fue a Alemania a hacer el doctorado y el posdoctorado.
«Siempre tuve mucha curiosidad por investigar; no era el más listo de la clase, pero siempre estaba en la media alta. Viendo documentales me enteré de que había una cosa que se llamaba doctorado para descubrir cosas»
Curiosidad y pragmatismo
«Siempre tuve mucha curiosidad por investigar; no era el más listo de la clase, pero siempre estaba en la media alta. Viendo documentales me enteré de que había una cosa que se llamaba doctorado para descubrir cosas. Pero yo no me fui directamente a la ciencia, sino a lo práctico. Por eso estudié Veterinaria, porque así podía tener un trabajo y a mí los animales me han gustado siempre. Pero en el último año de carrera, en Londres, ya estuve investigando. Y luego me fui a Alemania, porque allí es mucho más fácil que en España encontrar un grupo de investigación y financiación para hacer ciencia», explica a SUR desde Fráncfort, donde vive. Precisamente, otros dos malagueños que lograron publicar en 'Science' y 'Nature', David Posé Padilla y Carmen Martín Pizarro, también lo hicieron desde Alemania. Aunque Manuel López-Aranda, con hito semejante, lo consiguió desde Estados Unidos.
En Alemania Cristian trabaja en el grupo de investigación del croata Ivan Dikic, que es director del Instituto de Bioquímica II de la Universidad Goethe de Fráncfort. Es el nombre que aparece en último lugar en el listado de autores del artículo publicado en 'Science': «Si el primer autor es quien asume la coordinación y la escritura, el último es el que aporta la financiación y supervisa los avances». Así explica Cristian los papeles relevantes de su jefe y de él mismo. «Han sido más de cinco años de trabajo de un grupo de cuarenta autores de Japón, China, Alemania y Francia. Ha sido una labor muy multidisciplinar», detalla, haciendo alusión a las aportaciones del campo de las matemáticas, la tecnología, la biomedicina…

Además, recuerda lo duro del último tramo del proceso de la publicación en la revista: primero, la investigación se tiene que aceptar como publicable; a continuación, se somete a revisión por parte de especialistas en la materia, que sugieren correcciones y mejoras; y, una vez realizados los cambios, la revista puede decidir sacar el artículo u optar por no hacerlo. «El 90% de los trabajos presentados se pierden aquí, en este punto. Y entonces hay que empezar el trabajo de nuevo con otra revista, que ya no será del nivel de 'Science' o 'Nature', sino de un escalón inferior, y perderíamos otro año en el proceso de revisiones y correcciones», relata Cristian. Pero a él y a su equipo les aceptaron su artículo, que ya ha visto la luz en el número de la revista 'Science' en este último mes de noviembre. «Estoy muy contento, una publicación así abre muchas puertas», asegura Cristian.
Retinitis pigmentosa
¿De qué trata el trabajo? Es una investigación sobre la retinitis pigmentosa, una afección de la vista de carácter hereditario que afecta a una de cada 3.000 personas y que provoca una pérdida paulatina de la visión. Cristian y su equipo han investigado por qué se produce y eso abre nuevas puertas para la creación de nuevas terapias que pudieran evitar esa muerte celular, que es la principal causa de la enfermedad. Y nos da una clave: la regulación de las proteínas con la ubiquitina, que señala las que son malas para su eliminación. Ésa es la fórmula que propone el artículo para luchar contra la retinitis.
De acuerdo con el testimonio de este joven científico, Alemania ofrece más oportunidades a las personas que se dedican a la ciencia y también mayores facilidades para construir una vida. A sus 34 años, con su pareja, María, ya tiene dos hijos, de tres y cinco años, Gonzalo y Gala. «Gala, como la musa de Dalí. María estudió Historia del Arte», aclara Cristian, que también revela que María, madrileña, se fue con él a Alemania, y que mientras él investigaba, ella se preparaba unas oposiciones a la Junta de Andalucía que se sacó. Ahora está de excedencia por cuidado de sus hijos, se tiene que reincorporar en pocos meses y ahí será el momento en que la familia plantea volverse a España, a Andalucía, a Málaga o a Sevilla. Cristian, para ello, busca hacerse con la beca Ramón y Cajal a cuyo concurso se presentará a principios del año que viene y para la que su publicación en 'Science' le dará puntos.
En Alemania, por las condiciones laborales que se ofrecen a los jóvenes científicos, Cristian ha podido desarrollarse laboralmente y también personal y familiarmente. En España cree que hubiera sido más difícil, por las características de los contratos de trabajo que tienen las personas de ciencia. Pero añora la calidez de las gentes de España y su forma de vida. «En Alemania tenemos amigos, pero no para salir todos los días como pasa aquí. Además, a las siete de la tarde ya está todo cerrado. Y a mí también me gusta desayunar en un bar y entablar conversación con el camarero, con los demás clientes. Se echa de menos el contacto social. Eso allí no lo tienes. Mi familia también está deseando que vuelva. La familia y la forma de vida tiran mucho». Él ha mamado el ambiente popular, familiar, ruidoso y cálido de Casa Flores, en el corazón del Perchel. Y se nota.
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