

Adolfo Arjona: «Como profesional no creo que sea admirado ni unánimemente querido, sí me siento respetado»
Sostiene que no es un periodista polémico pero sí admite que en el ejercicio de su profesión «sí he buscado la polémica»
Hace unos días, Adolfo Arjona (Córdoba, 1962) recogió el Premio Nacional de Radio 2021 que concede la Academia Española de la Radio. Un galardón que ... supone un reconocimiento a los más de cuarenta años de trayectoria profesional, tanto ante el micrófono como en labores directivas, del hoy director de COPE Andalucía. Una emisora a la que llegó en 1992 tras un periplo por las ondas iniciado en 1980 como colaborador de Radiocadena Española y que le llevó a pasar por las frecuencias en las que se oía la SER, Cadena Rato y Onda Cero. Periodista curtido en la radio aunque también ha hecho programas en televisión a nivel nacional, autonómico y local, Arjona atendió a SUR en su despacho de la emisora en Málaga en la misma mañana que la actualidad troj la noticia del fallecimiento de Tico Medina.
–¿Qué le llevó a dedicarse profesionalmente al periodismo?
–El ansia por salir adelante. Cuando mis padres se divorciaron, éramos seis hermanos y yo entendí que para salir adelante tenía que echar una mano. Vivía en calle Alemania y me puse a trabajar en el cercano Mercado de Mayoristas descargando cajas de lechuga por la madrugada, mientras compatibilizaba esta labor con la conclusión de mis estudios de bachillerato en el instituto Gaona en el nocturno. Paralelamente, yo era un autodidacta tocando la guitarra y mi hermano Pepe tocaba los teclados. Cuando teníamos tiempo libre nos íbamos a los pubs y restaurantes de Torre del Mar a amenizar las copas y las cenas. Es en esa época cuando nos arrimamos a Radio Juventud y nos enganchamos a un tipo peculiar, Guillermo López Vera, que hacía un programa llamado 'Farenheit 451', donde hacíamos colaboraciones adaptando para la radio obras de Edgar Allan Poe. Es decir, mi inicio en la radio fue como adaptador de guiones y actor. Como mi hermano vivía en Vélez-Málaga, yo iba mucho por allí y le propusimos a Radio Torcal hacer un programa, 'La revista de la Axarquía'. Ahí me recogió Rafael Acejo y Carmen Abenza y con ellos empecé a aprender la radio. En 1985 me fui a la SER cuando abrió la emisora en Vélez.
–Cuando comenzó en el mundo de la radio, ¿alguna vez pensó que le concederían el Premio Nacional de Radio?
–Para nada. Soy un superviviente de esto de la comunicación. Yo no vengo de tradición familiar, sino que empecé desde cero sin padrinos y desde que empecé me comenzó a ir bien.
–¿Qué sintió cuando recogió el premio?
–Tengo muy interiorizado que cuando subo a un escenario, me pongo delante de un micrófono o de una cámara en mí aflora el personaje y entonces recoger el premio fue un trabajo. Cuando afloraron los sentimientos fue cuando el presidente de la Academia, Jorge Álvarez, me llamó para anunciármelo. Ahí sí que tuve sentimientos de todo tipo, desde que creo que esta puede ser una buena explicación a mis hijos de la cantidad de horas que le he robado a nuestra vida en común, y el segundo pensamiento fue uno que le escuché a Tico Medina: las cosas que más valor tienen para alguien son aquellas que no se compran con dinero.

–¿Cómo se rompe el vínculo con la SER?
–Mi formación está en la SER. Después de formarme en la SER lo único que he hecho es aplicar lo que me enseñaron gente tan grande como Eugenio Galdón, Jorge Planas, el actual consejero de Atresmedia Silvio González,... ¿Por qué dejo la SER? Hay varios factores. Yo era director regional de la SER en Castilla y León y me hicieron una oferta mareante para irme a otra emisora; llevaba dos años en Valladolid y yo no había convertido aquello en mi verdadero hogar. En esas mismas fechas, nombraron director de SER Málaga al director de Palencia, Pepe Castrillo, y aquello no lo entendí muy bien; siendo malagueño de adopción y con una trayectoria impecable de éxitos no entendí por qué no me proponían volver a mi tierra. Y un tercer factor es que cuando recibo la oferta mareante fui a ver al director general de la SER, Augusto Delkáder, y en él encontré incomprensión y llegó a acusarme de que yo era un hijo abortivo de la SER. Yo lo único que iba buscando era cariño y calor humano y me encontré a una persona nada empática e incluso agresiva. Pensé que si el líder de la SER era tan agresivo ante una propuesta mi futuro era incierto en la SER y decidí marcharme. Me fui a Onda Cero y un año después a la COPE.
–¿Se siente un profesional respetado?
–Sí. No creo ni que sea admirado, ni que sea unánimemente querido, ni que sea reconocido en mi trabajo por parte de todo el mundo, sí me siento respetado.
–¿Considera que ha sido un periodista polémico?
–(Silencio) Me considero que durante bastante tiempo de mi vida he sido un periodista que ha buscado la polémica. Yo no soy polémico en nada en mi vida y no soy un hombre agresivo. Ya he dicho antes que cuando me pongo delante de un micrófono o me subo a un escenario o delante de una cámara, ahí aflora el personaje. Esta lección la aprendí desde muy jovencito. Es decir, si no quería ser vapuleado tenía que generar un personaje que estuviera ante un micro. Eso no significa que yo no haya sido sincero, sino que yo me he blindado porque al ser un generador de polémicas he sido una persona muy vulnerable y entonces a mí se me podía atizar con la legitimidad de que yo atizaba. Los que han atizado han sido al personaje y no a la persona, y eso me ha librado de muchas batallas.
Sobre los peligros de la comunicación: «Hay muchos, pero el mayor es que se nos deba identificar con los colores de la empresa en que trabajamos»
–¿Cómo definiría el estado actual de la radio?
–Muy delicado. Por parte de los ejecutivos que dirigen las cadenas de radio hoy existe la tentación de achicar las estructuras locales para achicar el gasto y que los ingresos brillen mucho. Por tanto, creo que la radio hoy está teniendo un debate extraordinario sobre la supervivencia de la radio local. Y yo, con la autoridad que me da llevar 40 años en la profesión y casi otros tanto dirigiendo emisoras, creo que sería un error garrafal.
–Entiendo que no sólo escucha la Cope.
–No, no,... para nada.
–¿Qué escucha en la competencia?
–Me gustaba mucho 'La rosa de los vientos' de Onda Cero y me gusta mucho, probablemente para conocer lo que no está bien hacer, escuchar los informativos de la SER. Soy un devorador de radio. Hay programas de radio de la competencia que me gustan más que algunos que da la propia COPE, pero tengo que reconocer que en este momento hay programas en la COPE que con independencia de que sean reconocidos por el EGM o no siguen siendo lugares de diversión, de comunicación y de periodismo radiofónico que no se escucha en otras cadenas.

–¿Y qué no le gusta de lo que se escucha en la COPE?
–Esta respuesta es muy complicada porque como profesional del medio me fijo en aspectos más allá de lo que se cuenta. Eso me hace ser permanentemente crítico cuando escucho programas de radio en la COPE o en cualquier otra cadena. Quizá lo que menos me gusta de la COPE sea mi programa, por ese espíritu perfeccionista que me convierte en un exigente patológico.
–Por cuestión de línea editorial, ¿se ha tenido que autocensurar?
–Sí.
–¿Cuál es hoy el peor peligro del periodismo?
–Peligros hay mucho, pero el mayor sea que necesariamente y en público se nos deba identificar con los colores de le empresa en que trabajamos, de la que no siempre tenemos por qué estar de acuerdo al 100% de la línea editorial o de las obligaciones de los grupos económicos que están ahí detrás. Hay otro peligro que es una tentación a la que no se resisten muchos colegas que es estar permanentemente opinando sobre los temas. Los periodistas-opinadores corren el enorme riesgo de estar permanentemente desnudándose e identificándose y esto rompe con un principio en el ejercicio de la profesión de mantener la equidistancia con los asuntos y el contrastar. El contrastar es una cosa que se está perdiendo en este oficio.
Sobre las presiones: «El alcalde de Málaga le pidió al presidente de la COPE que me invitara a reflexionar mi posición sobre la subida del agua»
–Usted compagina la antena con las funciones directivas, ¿dónde se siente más cómodo?
–Delante de un micrófono, sin duda ninguna. Lo que pasa que a mí la gestión de la comunicación se me dio muy bien desde el principio y esa era una brida de la que no me querían soltar, pero yo realmente la que no quería soltar era la otra brida, la de hacer comunicación y radio. Afortunadamente en la COPE me han permitido la brida de la gestión y hacer antena. ¿Estoy diciendo que si alguna vez la COPE a mí me impide hacer antena dejaría la COPE? No. Estoy diciendo que si a mí la COPE algún día me prohibiera hacer antena o considerara que no hiciera antena yo me pensaría si continuaría en la COPE o no.
–¿Dónde se reciben mayores presiones, a la hora de hacer un programa o en las tareas directivas?
–Jamás he tenido una presión por algo que yo he dicho en la antena. Hace algunos años el alcalde de Málaga quiso convencernos por una subida del agua que iba a haber. COPE Málaga fue muy beligerante con esa decisión del alcalde y yo personalmente fui muy beligerante en la antena con ese asunto. El alcalde de Málaga subió a Madrid supongo que a hacer otras cosas y de paso aprovechó para quedar con el presidente de la COPE, Fernando Jiménez Barriocanal, al que llevó un cartapacio de documentos que pretendía que el presidente de la COPE leyera. Y poco más o menos el alcalde le pidió, yo no voy a decir que me cortara la cabeza, pero le pidió que me invitara a reflexionar sobre la posición de COPE en este asunto. El alcalde nunca me contó esto y cuando lea esto por primera vez va a saber que yo lo sé. A mí quien me llamó fue el presidente de la COPE, a quien le expliqué que estábamos hablando del agua que bebe la gente y que probablemente a la gente acomodada que nos subieran unos céntimos el agua no era un asunto de máxima preocupación pero en Málaga hay mucha gente que pasa muchas necesidades y que este podía ser un palo en la línea de flotación de muchas familias. El presidente e la COPE me dijo: 'Adelante.
–En su trayectoria profesional, ¿cómo han sido las relaciones con los poderes públicos?
–Mala. Mi relación con los poderes públicos siempre ha sido tensa, incómoda y siempre fomentada por mí para que fuera tensa e incómoda; nunca he querido a un político relajado a mi lado en el ejercicio de mi profesión. Yo en mi esfera personal íntima no tengo ningún amigo político. El papel del comunicador, del observador político y del cronista político por norma debe ser no llevarse bien, no tener una relación donde la relación con los políticos y los poderes públicos, impida que diga lo que piensa.
–¿Las redes sociales son un aliado o un enemigo del periodismo?
–Un aliado, cien por cien. Poco a poco, el consumidor no sólo cuando lee algo en las redes sino cuando lee algo en SUR o escucha algo en la COPE, está aprendiendo a cuestionar. Es decir, qué se cuenta y quién lo cuenta. A partir de ahí, tengo la impresión que el receptor pica de muchas fuentes y al final se termina configurando su propia idea. Creo que hay muy pocos que le dan el 100% de la credibilidad a una noticia porque aparezca en las redes sociales. La red social descubre y a partir de ahí el receptor va buscando en sus fuentes de referencia para ver si es verdad lo que se cuenta en las redes sociales.
Sobre la facultad de Periodismo: «Existe una desconexión enorme con los medios. Además en Málaga tuvimos un personaje para el olvido como Díaz Nosty»
–¿Su maestro en la radio?
–Joaquín Prat, con el que hice radio por primera vez a nivel nacional y ante mis nervios me dijo: 'Tú agárrate a mí que yo te llevo en este baile'. Iñaki Gabilondo, Carlos Herrera, José María García y últimamente alguien que me ha enseñado que detrás de un micrófono se puede llegar a tener una dimensión humana extraordinaria que es el director de 'Tiempo de Juego', Paco González.
–¿A quién le hubiera gustado o le gustaría entrevistar?
–No me voy a retrotraer tiempo atrás. Me gustaría entrevistar a Pedro Sánchez porque cuando edité el informativo nacional de 13TV lo tuve como contertulio. Yo sé cómo él venía a 13TV y lo que hablábamos en los camerinos. Alguna de las cosas que me contó fuera de micrófono me encantaría ponerle delante de un micrófono para que me diga qué piensa ahora como presidente de aquello que decía.
–Usted es un periodista de radio que ha hecho televisión, ¿nunca le llamó la atención la prensa escrita?
–No. Hice algunas cosas esporádicas. No soy un tío que junte las palabras de manera atractiva para que alguien vaya a buscar lo que escribo. Siempre se me dio mejor la palabra.
–En estos días hay un debate sobre los estudiantes de periodismo que dejan pronto la profesión. ¿Las facultades están muy alejadas del mercado laboral?
–El caso que conozco es Málaga y sí, hay una desconexión enorme entre la facultad de Periodismo y los medios de comunicación. Hay una falta de conciencia de la facultad de que el alumno desde que entra en el primer curso debería tener ya una conexión con los medios de comunicación. Y en segundo lugar en Málaga hemos tenido personajes para el olvido como Bernardo Díaz Nosty, absolutamente ideologizado y que hizo una facultad completamente ideologizada. Soy el decano de los directores de medios de comunicación de esta ciudad, eso no tiene ningún mérito más que llevo siendo director de la COPE de Málaga 30 años, y me han invitado a la facultad de Málaga quizás una vez o dos para hablar con los alumnos. ¿Por qué? ¿Porque siendo director de la COPE yo represento un periodismo casposo, pegado a los curas, ultraconservador? ¿De verdad que esa es la imagen que tienen los decanos de la facultad del director de un medio de comunicación como la COPE? ¿No se tiene en cuenta mi trayectoria profesional en la SER, en Dial, en Europa FM, en Canal Sur o editando un informativo nacional en 13TV? ¿Quien tiene el problema: yo o quienes piensan de esa manera? Creo que los chavales de la facultad de Periodismo de Málaga tienen el derecho a conocer la opinión de todos los que trabajamos en los medios de comunicación, compartir nuestra experiencia con ellos. Porque además si estoy vinculado a la facultad de esta manera, no estoy como muchos colegas buscando un acomodo para dar clases en la facultad, jamás lo he intentado y jamás lo haré, lo hago desde el profundo convencimiento de que tenemos la obligación de a la gente joven que viene verter nuestro conocimiento y experiencia para darle esas armas en el mercado laboral.
–Cuando la radio le deja tiempo, ¿qué suele hacer Adolfo Arjona?
–Me gusta colorear, todos estos cuadros que hay aquí son míos –dice señalando los que hay en su despacho–, remar, el senderismo, el campo, oír la radio, estar con los amigos y he aprendido con los años, me ha costado mucho, mucho, a no hacer nada, a ser capaz de pasar una tarde sin hacer nada y que los nervios no me coman.
–¿Este premio es un estímulo para seguir? ¿Queda Adolfo Arjona para rato o ya piensa en la retirado?
–En mi pensamiento nunca estuvo la jubilación. Ahora cada vez ocupa más tiempo de mi cabeza ese pensamiento. Yo me retiraré. Los que más me conocen me dicen que jamás lo voy a conseguir, bueno, lo veremos. Y sí, este premio es un estímulo y no es la guinda a mi carrera. Los premios cada vez me gustan más pero no hago nada esperando a que me premien. Ahora el premio es hacer las cosas que cuando acabe de hacerlas tenga la sensación de decir: qué buen trabajo hemos hecho o esto tenemos que mejorarlo.
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