
Secciones
Servicios
Destacamos
Es la imagen del confinamiento en Málaga en lo que se refiere al medio ambiente: los vídeos captados desde las terrazas de jabalíes buscando comida o corriendo libremente en barrios como El Limonar y hasta en el paseo marítimo de los Baños del Carmen se viralizan rápido en las redes sociales. En realidad no es un fenómeno nuevo, hace años que estos animales se han acostumbrado a campar por zonas altas de las ciudades, aunque ahora, gracias a la ausencia de personas y vehículos, llegan más lejos.
Existen otras muchas especies de la fauna autóctona que se están abriendo paso en poco tiempo en las principales ciudades. Aunque la mayoría ya convivían con los humanos, ahora tienen una mayor presencia, en un doble sentido: por la posibilidad de ocupar nuevas zonas (por la ausencia de actividad); y por el hecho de que el ruido del tráfico y el bullicio antes tapaban los sonidos que emiten para relacionarse, y que ahora son claramente audibles, sobre todo por la noche. También ha crecido el número de aficionados que los siguen, graban y fotografían desde sus balcones.
Desde el punto de vista ecológico, el caso más llamativo que se ha producido en Málaga es el de una pareja de águilas calzadas que han decidido hacer su nido por primera vez en pleno barrio de El Atabal, lo que ha motivado incluso un estudio por parte de Antonio Román Muñoz, profesor de Biología de la Universidad de Málaga (UMA) y ornitólogo. «Estoy escribiendo el artículo para enviarlo a una revista científica porque es un ejemplo de especie que se adentra en un espacio puramente urbano a causa del confinamiento; llevo viviendo aquí desde 2003 y es la primera vez que ocurre». Ha tenido la suerte de poder hacer el seguimiento desde su casa, que está próxima a los lugares que frecuentan: «Lo han construido a escasos metros del posadero, en el pino de un chalet privado en el que no están los propietarios desde que se inició esta situación y ahora son mis vecinos», sonríe. Se trata de una especie migradora que pasa el invierno al sur del Sáhara.
Hay otros muchos ejemplos de animales que –se puede decir así– se han vuelto visibles (o al menos, audibles) gracias al confinamiento. Durante la noche, en viviendas y calles próximas a Gibralfaro y a muchos parques es fácil escuchar cómo ululan lo que a ojos del profano parecen ser búhos. Muñoz aclara que posiblemente se trate de cárabos, una rapaz nocturna que está en expansión y que tiene poblaciones urbanas en El Limonar, El Palo, el Paseo del Parque y el citado monte, entre otras. Emiten ese sonido para defender sus territorios, para que no sean ocupados por otros congéneres.
Álvaro Cortés, ambientólogo y doctorando en la Facultad de Biología de la UMA coincide en el diagnóstico de la especie. «Al ser nocturnos y haber generalmente mucho ruido de tráfico no solíamos escucharlos, pero con el silencio de la cuarentena es más fácil».
Sin salir del apartado de las rapaces, hay otra que antes pasaba casi desapercibida, a pesar de ser una vecina habitual, muy adaptada a convivir con el hombre y que incluso actúa como una 'okupa' de terrazas y jardineras en los pisos altos: los cernícalos. «La contaminación acústica es menor, estamos en una cápsula de silencio que no había antes, por lo que la fauna habitualmente invisible se ha hecho visible», ilustra Muñoz.
🤩Así cruzan el paso de cebra los patos por Teatinos 🦆#Málaga @Malagaconacento @OrgullodeMalaga @serdemalaga @WelcomeToMalaga pic.twitter.com/VHXfXKZGj6
Alberto Álvarez #EnCasa🏠 (@AlvarezdePereaA) April 2, 2020
El ornitólogo también se refiere al famoso vídeo viral de la mamá pata con sus patitos que cruza por el paso de peatones en una calle de Teatinos en pleno día. Al respecto, aclara que la pareja ya había decidido criar en ese entorno, y ha coincidido con que ahora no tienen temor a salir abiertamente a las calles. Lo explica por dos circunstancias: la primera, que desde enero ya se les veía volar en el entorno del jardín botánico de la Facultad de Ciencias. Y por el periodo de incubación de esta especie, que es de 26 a 30 días. «El confinamiento ha hecho que los podamos ver, porque suelen ser nocturnos salvo en condiciones de tranquilidad como estas».
Igual que pasa con los jabalíes, hay poblaciones de zorros y ginetas en las partes altas del Limonar, Cerrado de Calderón, Pinares de San Antón, El Atabal, Ciudad Jardín y Torremolinos –donde un ejemplar se ha dejado ver en pleno centro esta misma semana– aunque en realidad es bastante común. «Estamos detectando la fauna que ya estaba ahí», admite el científico, aunque advierte: «Me sorprende lo rápido que la fauna está ocupando el espacio disponible. Si esto siguiera durante varios meses podría haber una colonización de especies en la ciudad». También se aparecen frecuentemente perdices en Parque Clavero y hasta conejos en la Milla de Oro de Marbella, según varios testimonios.
Enrique Salvo, profesor de Biología de la UMA y botánico, llama la atención sobre el comportamiento de las gaviotas, que están anidando sobre los tejados de uralita de las naves industriales, dado que estas estructuras acumulan calor y no tienen amenazas. Sin embargo, observa que ahora se adentran menos en la ciudad y han vuelto a su comportamiento habitual, concentradas en las playas, desiertas estos días. Al tiempo, se refiere a los ejemplares de alondra que anidan cerca de su casa –con un canto muy especial al amanecer– y que han reaparecido esta primavera después de varios años sin dar señales. Y a los vencejos: «Se ven muchos más que otros años». Coincide con los demás especialistas en que la clave está en la fuerte bajada de la contaminación acústica, gracias al descenso del tráfico, por lo que ahora se siente mucho más la presencia de estas y otras especies.
Al respecto, el ambientólogo Álvaro Cortés añade que gorriones y golondrinas están anidando estos días en sitios donde nadie les molesta, pero advierte de que cuando vuelva la actividad humana posiblemente no estén tan seguros. Además, llama la atención sobre la posibilidad de observar desde las terrazas el paso de aves migratorias como los flamencos. «Esto es una oportunidad interesante para replantearnos nuestra coexistencia con la fauna urbana y proporcionarles más espacio y seguridad», sentencia.
La naturaleza, silenciada hasta hace un mes por el bullicio de la ciudad, sale de su escondite y se deja ver a los ojos de los malagueños. Cuando se produzca la esperada vuelta a la normalidad tras el confinamiento, muchas de estas especies deberían poder mantener un lugar en las calles de Málaga por los muchos beneficios que aportan en el control de plagas y en el equilibrio ecológico urbano.
Algunos ciudadanos han comentado a SUR su impresión de que, durante el confinamiento, se ha producido una disminución de la presencia de cotorras argentinas en las calles de Málaga, o que se dejan sentir menos que antes del confinamiento. En esta opinión coincide el profesor de la Facultad de Biología Enrique Salvo: «Ha desaparecido el ruido que había alrededor de mi casa, no sé donde se han metido pero ya no se ven tantas bandadas», asegura.
En cambio, Antonio Román Muñoz, también profesor de Biología de la UMA y uno de los mayores especialistas en estas aves en España, aclara que por el momento no hay evidencia de que se haya producido una reducción del número de ejemplares.
Publicidad
Cristina Cándido y José A. González
Gonzalo Sellers | Santander
Natalia Reigadas | Badajoz y Sara I. Belled (gráficos)
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.