Estudiantes de 10 a los que la Junta dejó sin reconocimiento
Seis jóvenes malagueños con un expediente sobresaliente se quedan sin premio. Los afectados aseguran no entender por qué Educación les deja sin este reconocimiento, una medida que, dicen, puede desmotivar a otros alumnos
De Religión a Matemáticas, de Educación Plástica a Física y Química, de Música a Geografía e Historia... En todas y cada una de las 42 asignaturas que se cursan a lo largo de los cuatro años de Educación Secundaria Obligatoria han tenido un 10. Sin fallar en ninguna. Un gran mérito que la Consejería de Educación y Deporte reconoce con los premios extraordinarios de Secundaria. Aunque este pasado curso la 'cosecha' ha sido fructífera, han sido más los estudiantes de 10 que los previstos, y los premios se han determinado por un sorteo, que ha dejado a seis malagueños sin este reconocimiento.
Por este sorteo se han quedado sin premio Irene Martínez García (colegio Obispo San Patricio), Alba María Vallejo Núñez (colegio Gibraljaire), Guillermo López Calleja (IES Mayorazgo), Candelaria Pinazo Aguilar (IES Miraya del Mar, Torre del Mar), Javier Buitrago Rodríguez (IES Puerto de la Torre) y Marta Correro Romero (IES José Saramago de Humilladero).
Mejor suerte han tenido otros seis alumnos, que sí han conseguido que se reconozca su mérito: Pablo Castellano Jiménez (colegio La Colina), Luna López Fernández (Cardenal Herrea Oria), Esteban Ortega Caffarena (El Romeral), Paula María Villanueva Suvires (Colegio Europa), Aida García Herrera (IES Reyes Católicos, Vélez-Málaga) y María Ramírez Fernández (IES Sagrado Corazón).
Cada año, la Consejería de Educación y Deporte convoca estos premios extraordinarios de Secundaria para los mejores expedientes. Pero hay un máximo de 48 para toda Andalucía. Cuando hay más alumnos excelentes, se deciden los premiados mediante un sorteo. Lo sucedido este año no es habitual: 72 alumnos andaluces han tenido una media de 10 en los cuatro cursos de Secundaria. Atendiendo a la normativa, se recurrió a un sorteo, que ha dejado fuera del premio a 24, seis de ellos malagueños.
Pero el premio no lleva aparejada recompensa económica, y consiste únicamente en una mención en su expediente. «Si no hay premio económico, ¿por qué no se le da a todos los que lo merecen?», se pregunta Candela Pinazo Aguilar, que estudia en el Miraya del Mar de Torre del Mar. Por esto resulta mucho más injustificado que algunos se hayan quedado sin este premio. «Me ha sentado bastante mal, no se entiende que con el mismo expediente, unos tengan premio y otros no», señala Alba María Vallejo Núñez, que estudió en el colegio Gibraljaire y ahora cursa primero de Bachillerato de Ciencias en el Miraflores.
Javier Buitrago Rodríguez, del IES Puerto de la Torre, considera que se ha cometido un gran injusticia con ellos. Como a sus compañeros el paso de Secundaria a Bachillerato no le ha resultado nada traumático. «Lo esperaba más difícil», dice el joven, que reconoce que no tiene que estudiar mucho porque «en clase me quedo con la explicación, y en casa ya solo tengo que repasar un poco».
Irene Martínez García ha estado un tanto ajena a esta polémica, pues hay muchos kilómetros por medio. Está estudiando ese curso en Canadá, con la beca de la Fundación Amancio Ortega. Y su madre, Meli, se enteró por la llamada de este periódico. No obstante, coincide en lo injusto de esta decisión. Si la Junta le ha negado el premio, sí recibió en cambio el que el Ayuntamiento concede cada año a los mejores estudiantes. Dice que su hija es inteligente, y muy constante en los estudios.
Guillermo López Calleja, que estudió en el IES Mayorazgo y ahora ha cambiado al Sierra Bermeja, considera que esto es un ejemplo más de la dejadez de la Junta: «muestra la desgana y la falta de atención que se presta a la educación. Me molesta no tener este premio, pero más que en el Conservatorio Superior no haya pianos en condiciones». Estudia en el Manuel Carra, uno de los motivos de su cambio de instituto –está muy cerca del Sierra Bermeja– y para el futuro tiene la duda de seguir los estudios superiores de música o hacer una carrera. «Me gustan mucho las matemáticas, y la física. Pero tampoco descarto la música», dice el joven.
Con 16 años en todos los casos, sus aficiones corresponden a las de chicos y chicas de su edad: salir con los amigos, leer, los videojuegos o hacer deporte. En algunos casos, también son aficionados a la música: Irene toca en la banda de la Esperanza, y Guillermo estudia en el Conservatorio Manuel Carra y da conciertos con la escuela de jazz de Málaga. Los estudios de idiomas son también comunes en casi todos los casos, algunos ya con el título B2 en su poder.
Naturalidad
Alcanzar la nota máxima, un 10, en todas las asignaturas de los cuatro cursos es algo muy extraordinario. Aunque ellos lo comentan con toda naturalidad. «Nunca me obsesioné con las notas», reconoce Marta Correro. Del instituto de Humilladero ha pasado al José María Fernández, de Antequera. Cada mañana se levanta antes de las 7 para coger el autobús que la lleva a Antequera, y no regresa antes de las 3.30 de la tarde. Candela no recuerda ninguna asignatura que le costara «mucho esfuerzo», aunque reconoce que «en Educación Física no es que sea la mejor, pero al final con esfuerzo e interés también puedes conseguir la máxima nota». Javier se encuentra en cambio más cómodo con Matemáticas y otras asignaturas que no requieran mucho estudio. «Literatura o Historia eran las peores, porque no me gusta memorizar», dice.
Y es que todos se han ido hacia el Bachillerato científico-tecnológico, y para dentro de dos años quieren hacer carreras universitarias de este mismo ámbito de conocimiento: Javier se inclina por Telecomunicación, Marta por Medicina, Irene, Biomedicina y Guillermo y Alba María piensan estudiar Física o Matemáticas y Candela aún no lo tiene claro.
Los padres están tan indignados o más. Lamentan que una decisión administrativa prive a sus hijos de un reconocimiento, aunque sea meramente formal. «Es desmotivador; si han realizado este esfuerzo y son chicos extraordinarios, debería quedar reflejado en su expediente», asegura Marina Calleja. Gema Romero, madre de Marta, conoció el resultado por el director del instituto, y dice que ambos coincidieron en lo injusto del sorteo. María Dolores Rodríguez, madre de Javier, reconoce que leyó las instrucciones, y que en principio «me conformé porque viene en la normativa. Pero después comprendí lo injusto de esa decisión. Si son excelentes, tienen derecho a que se les reconozca».
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