Eduard Estivill: «Lo mejor para dormir bien es tener la conciencia tranquila»
El pediatra y neurofisiólogo, autor de 'Duérmete niño', asegura que los problemas personales son los que más interfieren a la hora de conciliar el sueño
Su hija no durmió una noche seguida hasta que cumplió los cinco años. A partir de ese día decidió investigar. Hoy, el director de la ... Clínica del Sueño del Instituto Universitario Dexeus de Barcelona es un referente internacional en el tratamiento del mal dormir. El método de aprendizaje que Eduard Estivill (Barcelona, 1948) defiende en su libro 'Duérmete niño', con más de tres millones de ejemplares vendidos, tiene detractores y seguidores a partes iguales. Ayer, durante una conferencia en Málaga, dejó claro que el sistema es «infalible, si se hace bien».
–Algo tan natural como dormir, ¿también hay que enseñarlo?
–Hay algunas áreas cerebrales que son inmaduras cuando nacemos, como la que controla el lenguaje o la parte física. Con el sueño ocurre lo mismo: hay un pequeño grupo de células que es nuestro reloj biológico y éste al nacer no ha madurado lo suficiente para que el niño duerma seguido. Tarda unos siete meses en hacerlo y, como en cualquier aprendizaje, se le puede enseñar. Solo hay un 30 por ciento que le cuesta más aprender y ahí es donde hemos centrado la investigación. Tenemos una serie de normas que aplica la Academia Americana de Pediatría para que el menor pueda aprender a dormir correctamente.
–De entrada, dejar a un bebé de pocos meses en su habitación, a oscuras y llorando puede parecer cruel e insensible. ¿Le ofenden esas consideraciones?
–Estas consideraciones solo están en Internet. No están en la profesión médica, ni en los congresos médicos ni, siquiera, en las opiniones de la Academia Americana de Pediatría ni en la Academia Americana del Sueño. Por tanto, creo que estos calificativos son de personas que opinan sin tener la suficiente información.
–Hasta sus más férreos enemigos admiten que el método funciona, pero a costa de que el niño se sienta desprotegido y abandonado por sus padres...
–Nos reprochan que si se deja llorar al niño, acabará durmiéndose solo. Pero, ese es el gran error, porque quien lea el libro comprobará que no se dice eso en ninguna línea. No hay que dejar llorar al niño; hay que estar a su lado. Recientemente, hemos disminuido la tabla de tiempos y la espera para entrar a consolarlo y es de 20 segundos, 30 o un minuto, porque hemos comprobado que lo importante no es el tiempo que se tarda en entrar en la habitación del niño, sino lo que hacen los padres cuando están dentro. El problema no es el bebé, ni el método, sino quién lo aplica, es decir, los padres.
–¿Es infalible?
–Sí, porque no es el invento de un gurú. Yo no he inventado nada. Me he limitado a recoger las investigaciones de compañeros cronobiólogos y psicólogos. Es una metodología científica y, si se hace bien, claro que funciona.
–¿Se duerme ahora peor que hace años?
–No. Sabemos más causas que lo provocan. Se ha dormido mal toda la vida, lo que ocurre es que el tipo de vida que llevamos y las obligaciones que nos imponemos, han hecho aumentar mucho una de las razones de dormir mal, que es la acumulación de ansiedad durante el día. ¿Dormía mejor nuestro bisabuelo? Seguro que sí, porque se levantaba con el sol, andaba, trabajaba en el campo, era un vegano sensacional, porque no había carne para comer y consumía productos de proximidad, que eran los tomates que cultivaba. Ahora, sobre todo, las mamás trabajan el doble, dentro y fuera de casa, están mucho más estresadas, no tienen tiempo para estar con sus hijos, se sienten responsables y eso les lleva a ser más protectoras. Con ello, hacen niños más inseguros, débiles y con más problemas emocionales y, al final, también repercute en el sueño del menor.
–¿Qué es más perjudicial para la salud: dormir cuatro o cinco horas bien o siete con desvelos intermitentes?
–Las dos opciones son malas. Cuatro o cinco horas de sueño es insuficiente y siete horas con roturas es un mal dormir. El cerebro de un adulto necesita ocho horas; una persona mayor (a partir de los 65 años), con seis horas y media o siete es suficiente; un niño de cinco años, once horas, y un adolescente, nueve. Si no lo cumplimos, estamos maltratando nuestro día. El sueño es un taller que regenera lo que hemos gastado durante la jornada y prepara lo que necesitaremos al día siguiente. Dormir es la actividad más importante que hacemos a lo largo de la vida, pero la gente no lo entiende, porque todo el mundo saca del sueño el tiempo que necesita para otras cosas.
–Un consejo para dormir bien...
–El sueño se prepara, no viene de golpe. Estamos acostumbrados a trabajar hasta última hora de la noche y no desconectamos. Para hacerlo, el cerebro necesita dos horas y en este tiempo tenemos que dejar de utilizar el móvil, la tablet y cenar algo ligero a base de pasta, verduras y derivados lácteos. Hay que hacer algo que no tenga nada que ver con la actividad profesional.
–Pero puede ocurrir que los problemas vayan con uno a la cama.
–Los problemas que más interfieren en nuestro sueño son los personales. Al final, lo de dormir bien es una cuestión de tener la conciencia tranquila, no haber hecho daño a nadie. El sueño te da un buen día, pero un buen día también te da un buen sueño.
–¿Se recurre demasiado a los fármacos?
–Los medicamentos no son buenos o malos; están bien indicados o no. El médico que trata a una persona con un problema de sueño y encuentra una causa que puede tratarse, está bien que lo prescriba. En cambio, no se puede dar medicación contra el síntoma.
–En esos casos, ¿es mejor recurrir a productos naturales?
–Así es. Valeriana, pasiflora y, sobre todo, productos que contengan melatonina, pues está demostrado que funciona mejor. No crea adicción ni dependencia.
–Y a usted, ¿qué le quita el sueño?
–Supongo que lo mismo que a la mayoría: las desigualdades, la contaminación...
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