Comer es más caro que nunca y ya se resiente el negocio de la hostelería en Málaga
Los bolsillos notan la subida acumulada de los precios del último lustro, así que si se opta por salir fuera se consume lo justo
Cada año, más caro que en el anterior. En el mercado, en el súper y en el bar. Aunque este verano parece que rascarse el bolsillo duele más tras el efecto bola de nieve que siempre reproduce la inflación y que en el último lustro se ha acentuado. Lo está notando la hostelería, que reconoce que la clientela no se queda sin sentarse a tomar algo en una terraza, pero limitando sus consumiciones a platos baratos o escogiendo apenas unas tapas para compartir. Los restaurantes también están adoptando sus estrategias para hacer frente a un contexto en el que la clientela quiere gastar menos mientras su materia prima –como la que surte las neveras de los hogares– sigue encareciéndose.
Y es que ahí, en el mercado y en el súper –además de en la subida de los costes asociados a la vivienda, tanto el alquiler como la luz o el gas–, está el origen de la sensación de que los euros cada vez dan para menos. Según los últimos datos del Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía (IECA), un gran número de alimentos se han encarecido más de un 10% este verano en comparación con el anterior. Es el caso de los huevos (19,1%), la carne de vacuno (15,8%), el café, el cacao y las infusiones (15,3%), así como las legumbres y las hortalizas (11,4%). Además, las frutas frescas y la carne de bovino han incrementado su precio más de un 8%. Mientras tanto, el pescado fresco y la leche se han encarecido en el entorno del 5% este verano en comparación con el de 2024.
Apenas dos componentes de la cesta de la compra son hoy más baratos que hace doce meses: los aceites y grasas, que se han abaratado un 36,3%, por la bajada del aceite de oliva, gracias a la recuperación de las cosechas tras mermar tanto que le llevó a duplicar su precio. El otro bien es el azúcar, que baja cerca de un 18%.
Pero, pese a ese descenso reciente, según los datos del IECA referidos a Andalucía, los aceites están hoy un 54% más caros que en 2020, mientras que el precio del azúcar es un 31% más alto que hace cinco años. Eso sucede con los productos que han bajado en el último año. Pero es que ese efecto bola de nieve se multiplica al comprobar que algunas carnes, como la de vacuno, suben más de un 50% desde la pandemia. Cifras parecidas acumulan las frutas frescas o las legumbres. Algo más, un 65%, suben los huevos. Y un poco menos, un 40%, la leche.
Variación desde 2020
Si nos remontamos a 2020, el año de la pandemia, es porque a ese momento se remite Manuel Villafaina, presidente de la Federación de Empresarios de Playas de Andalucía y de Málaga: «Desde 2020, ha habido una subida del 56% en la carne, el pescado, el aceite, y nosotros hemos ido elevando los precios poco a poco», afirma. Los datos del IECA indican que en estos cinco años la rúbrica «turismo y hostelería» se ha encarecido un 29%, menos que la materia prima. En esta cifra se ampara Villafaina. Y precisa cómo ha evolucionado el ticket medio en los chiringuitos: si en 2020 oscilaba entre los 10 y los 20 euros, en 2022 subió hasta situarse entre 15 y 25. Y, ahora, en 2025, está entre 20 y 30 euros. «Este último año no han subido los precios más de un 5%», defiende.
29% han subido los precios en la hostelería en los últimos cinco años
Frente a ello, esgrimen los hosteleros, sus principales materias primas se han encarecido más del 50%. Por ello, lamentan, el sector no ha recuperado las cifras de rentabilidad de 2019.
A su vez, Javier Frutos, presidente de Mahos, la Asociación de Hosteleros de Málaga, insiste en que el problema del sector es que no sólo las materias primas han subido mucho, sino que además se han encarecido la electricidad y los combustibles, otros de los insumos que contribuyen a elevar sus costes. Y si el aumento de los precios en sus cartas no ha corrido con la velocidad con la que lo han hecho los alimentos, reconoce que sí que ha venido superando la del IPC (índice general de precios). Los datos informan de que en el verano de 2022, el IPC general subía al 11,4%, los alimentos, al 15,2%, y los restaurantes y hoteles, al 9,7%. En 2023, si el IPC general avanzaba al 2,7%, la comida lo hacía al 10,3% y las cartas de la hostelería, al 8%. En 2024, el índice general de precios (3,4%) comparaba con la cesta de la compra (2,9%) y con los bares (8%). Este año, por el mismo orden, las cifras son 3%, 1,9% y 4,7%.
Como los menús van por detrás de los precios en el mercado, Frutos asegura que la hostelería no ha recuperado la rentabilidad de 2019.
El sector confiesa que está cambiando las cartas (y no sólo los precios): usa materia prima más barata y le echa imaginación a las elaboraciones
El jefe de la patronal hostelera de Málaga desliza que los costes del sector también han aumentado por el aumento del salario mínimo de los últimos años. «Los precios en la hostelería suben porque la gente ya no está explotada y eso repercute en el cliente. Tenía que haber sido siempre así. Pero antes se pagaba un euro por una caña y no se tenían en cuenta las condiciones laborales del personal. Ahora los salarios son más altos, por encima de convenio en toda Málaga, y los trabajadores cumplen con su jornada de ocho horas. Además, no hay suficiente personal cualificado, lo que hace que necesitemos contratar a más, que es otro factor que eleva los costes. Eso se suma a la subida del precio de la materia prima», enumera Diego René, que regenta ocho restaurantes de diversas categorías en la capital. Acto seguido, René revela una de las estrategias del sector para hacer frente a esta coyuntura y a la de una «achuchada» clientela: usar una materia prima más barata y echarle imaginación en las elaboraciones. Confiesa que de muchas cartas se han retirado entrecots, solomillos, patas de pulpo, pato...: «El cliente está acostumbrado a pagar 25 euros y no 50, pero a ti el precio de la materia prima se te ha duplicado…».
René señala que en el último año, los precios en sus restaurantes han subido una media del 10%. Es una cifra que, se justifica, ayuda a contrarrestar el aumento de los costes y que el cliente no nota mucho. Así que en su restaurante de más nivel, el Beluga, con estrella Michelín, el ticket medio ha pasado de los 60 a los 80 euros de un año para otro, mientras que el más asequible se ha mantenido en el entorno de los 13 euros.
Si a René lo encontramos un sábado en la plaza de las Flores con sus terrazas a tope, algo más cerca de la catedral están Orellana y La Farola de Orellana. Los dos locales de la calle Moreno Monroy están a reventar. Allí, una socia-propietaria, Patricia Carralero, explica que si bien están tratando de absorber la subida del precio de los alimentos, agrega que han tocado algo la carta, con incrementos en la fritura, por ejemplo, de los 18 a los 22 euros; igualando todas las ligeritas a 3,50 euros; y aplicando un mínimo ascenso al vino. «Pero la cerveza no la hemos subido nada, hay cosas que no podemos subir», afirma. En Quitapenas, otra de las tabernas tradicionales de Málaga, aseguran que los precios están más o menos igual que el año pasado. Mientras, en la taberna El Mentidero, si por un lado comentan que llevan dos años con la misma carta, por otro sus propios trabajadores señalan que los precios en Málaga están prohibitivos: «En cualquier sitio ya una copa te sale por ocho o nueve euros». Y avisan, como varios establecimientos más, de que no descartan alguna subida de precios: «El pescado y las verduras están muy caros en el mercado».
Carralero da otra de las claves del sector: los establecimientos con mucha rotación, los de tapas y raciones, se pueden permitir mantener precios o no subirlos mucho, pero los de un par de turnos de comida y de cena no tienen más remedio que adoptar estrategias más agresivas que les ayuden a sobrellevar el aumento de los costes.
En Los Mellizos, su encargado, Eusebio Lobón, explica que este año han subido los refrescos y también el marisco. Pero poco más: «Aparte del turismo, tenemos que vivir de la gente de Málaga», desliza, dando a entender que arañar más céntimos y más euros por plato implicaría caída de la clientela.
«Mucha gente te pide lo más barato. O tapas, tapas, tapas, porque van justos. No es que te lo digan, lo ves. Si les avisas de que con un par de tapas para ocho se van a quedar con hambre, te contestan que es que han desayunado tarde»
Y ése es el temor que tienen muchos hosteleros: «Si subes los precios, dejan de venir», comentan. «Mucha gente te pide lo más barato. O tapas, tapas, tapas, porque van justos. No es que te lo digan, lo ves. Si les avisas de que con un par de tapas para ocho se van a quedar con hambre, te contestan que es que han desayunado tarde», explican desde un establecimiento con mucha clientela fiel.
«Turismo de Mercadona»
Es la misma sensación que transmiten desde el chiringuito Rocamar, en Huelin. Mara Ruiz Castro, su encargada, explica que en este 2025 tienen los mismos precios que en 2024 y 2023: «A la clientela no se le pueden subir los precios de manera desorbitada. Así ganamos un poquito todos». Pero al público este año lo ve «más flojo». «Éste es un turismo de Mercadona. Aquí se toma un aperitivo y con las mismas se va. Aunque llevamos diez años con los espetos a cinco euros», defiende.
«A veces sólo piden un tomate picado y un espeto. Ayer tuvimos una mesa de cinco personas y pagaron poco más de 50 euros; menos que en el McDonald's»
Eli Manzano, la encargada de un chiringuito vecino de éste, el María, confiesa que la carta este año se ha encarecido un euro en cada plato, a lo sumo, dos. Y lamenta que la clientela sea corta en número, que se queje de los precios y que cada vez más personas se lleven la nevera a la playa para comer y cenar. «A veces sólo piden un tomate picado y un espeto. Ayer tuvimos una mesa de cinco personas y pagaron poco más de 50 euros; menos que en el McDonald's», ironiza Manzano. Un poco más hacia el oeste, ya en Torremolinos, en Los Manueles, informan de que sus precios se han incrementado entre un 5% y un 10%, lo que se traduce en que la revisión de las cartas ha sido de veinte céntimos en algunas cosas y de un par de euros en otras. Pero sugieren que la gente consume menos o cosas más baratas, porque el ticket medio se mantiene entre los 22 y los 28 euros. Se come menos marisco y se tira más de arroz y de pescadito. También se recorta en postres, cafés y copas.
En el otro extremo de la costa, cerca de El Palo, en Las Acacias, la encargada, Malú Moyado, revela que están elaborando una carta nueva y que tendrá precios más altos. Y eso que notan que la clientela ya gasta «muy poco», ya «pelea por los precios» y apenas pide medias raciones para compartir: «Pero es que, si no, el negocio es inviable. El ticket medio ha bajado mucho, de los 20 a los 15 euros. Hay gente que trae bebida escondida o que pide un espeto y saca un táper con su ensalada». De todas maneras, la hostelería malagueña mantiene oferta para todos los bolsillos: hay espetos a nueve euros y también a dos.
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