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Asperger: así es vivir con un alumno

Asperger: así es vivir con un alumno

Son niños sin una discapacidad intelectual asociada, pero su dificultad para interpretar los mensajes los aísla y los convierte en blanco de las burlas

Lunes, 17 de febrero 2020, 00:37

Tenía algo más de dos años cuando su madre notó que algo no iba bien. Lo llevaba al parque y no jugaba con otros niños, esperaba a que todos se tirasen del tobogán y se alejasen para vivir la experiencia en solitario. Con apenas un año, Carlos (nombre ficticio) ya hablaba con claridad, pero las parcas conversaciones las dejaba para los adultos. Pese a ser un niño muy cariñoso, evitaba cualquier contacto con sus iguales; no le gustaban. En cambio, empezó a tener fijaciones por cosas, como las fuentes o las campanas. «Tenía unos intereses raros, pero al ser hijo único y no tener más referencias, lo atribuí al desarrollo», recuerda su madre Yolanda Castro, quien ahora repara en cuando el pequeño tenía solo ocho meses y permaneció durante un programa completo de la lavadora mirando como daba vueltas.

Hoy, Carlos tiene 13 años y estudia segundo de la ESO en el IES Mare Nostrum de Málaga. Es un alumno aplicado, que va sacando sus cursos por año. Pero el camino hasta llegar ahí ha sido largo y lleno de complejidades. Empezó al llegar al colegio, a Educación Infantil. Allí una profesora dio la voz de alarma. Como ya observó su madre, el niño no se relacionaba en el recreo y eso no era normal. Su pediatra lo derivó al psiquiatra, pero no detectó nada fuera de lo común. Ante la insistencia del colegio, optaron por visitar un neuropediatra privado, que les aconsejó llevarlo a un centro de valoración ante su sospecha de que Carlos fuera un niño con un trastorno de espectro autista (TEA). La confirmación llegó en el Centro Integral Infantil y Juvenil de Atención Temprana (SIDI), cuyo diagnóstico fue síndrome de Asperger.

No es una enfermedad. Ni se transmite ni se cura. Es un trastorno de espectro autista (TEA), descubierto hace apenas 70 años y del que no existen cifras oficiales en España, aunque la Confederación Asperger estima que hay entre 1 y 5 casos de Asperger cada 1.000 nacimientos. «En realidad, el diagnóstico de Asperger en la actualidad y con los criterios de clasificación de enfermedades mentales (DSM-5, que es el manual de diagnóstico de enfermedades mentales) ya no existe el Asperger en sí. Lo que sí hay es una categoría que podría ser equivalente, que sería el trastorno de espectro autista de alto funcionamiento», aclara el neuropediatra César Ruiz. Surge, según este especialista, porque hay una predisposición genética. «Los factores ambientales son importantes para saber cuánto le impacta al niño, pero nunca son la causa ni el desencadenante».

Así ocurrió con Pedro (nombre ficticio), que había tenido una evolución normal hasta que a raíz de la separación de sus padres y un traslado desde otra provincia a Málaga empezó a tener problemas de socialización e intereses particulares. «Solo le atraían los dinosaurios; ahora, con nueve años, son los dibujos manga», afirma su madre Marina Moriana. Aunque terminó la etapa de Infantil sin saber leer ni escribir, actualmente cursa cuarto de Primaria en el Colegio Parque Clavero de la capital. «Lo he llevado mal. Te cuesta aceptar internamente que es así y en esas estoy. Lo que más deseaba es que mi hijo fuera una persona sociable y mira», lamenta.

César Ruiz insiste en que son niños con una inteligencia normal. «Tienen un rendimiento cognitivo más alto que el resto de la población autista, pero eso no quiere decir que su inteligencia supere la media de los ciudadanos en general. A veces, se confunde con las altas capacidades y es un error», recalca.

Profesionales de la Asociación Malagueña de Síndrome de Asperger trabajan en la sede que tienen en Teatinos. DONOSO

En general, son niños con intereses restringidos hacia determinados aspectos y, a veces, tienen conductas repetitivas. Tienen dificultades pragmáticas para la comunicación verbal y no verbal, para inferir dobles sentidos; pueden tener una excesiva literalidad para adivinar o interpretar las intenciones de los demás y, en ocasiones pueden ser «extremadamente ingenuos», apunta Ruiz. Lo corrobora la madre de Carlos. «Dos compañeras empezaron a tontear con él, pero como no se enteraba bien de lo que querían, al final, se le declararon y le dijeron claramente que les gustaba. Él les dijo: 'Me gustáis mucho, pero prefiero esperar'», relata Yolanda Castro.

Sin embargo, estas dificultades sociales les lleva a aislarse o a centrar sus intereses en aspectos muy concretos. «Pese a estar en plena adolescencia, a Carlos le siguen encantando los coches», apunta Castro. Y eso no siempre lo entiende su entorno.

El desconocimiento por parte del resto de estudiantes sobre lo que es el Asperger provoca, en un porcentaje muy elevado, situaciones de 'bullying' y acoso escolar durante toda la etapa educativa. Los alumnos con síndrome de Asperger son acosados por sus compañeros de los que reciben insultos, amenazas y en la mayoría de los casos respuestas de aislamiento y discriminación. «Suelen ser la diana de los acosadores escolares, pero no entienden que lo son. A veces, son manipulados para gastar una broma pesada a otro estudiante. Creen que así se ganarán su confianza y acabarán siendo aceptados por el grupo, pero al final esa infracción de la que no son conscientes lo único que les acarrea es una expulsión del centro», advierte Regina Alcántara, presidenta de la Asociación Malagueña de Síndrome de Asperger y TEA (AMSA).

En España, se estima que el 60% de los estudiantes con este trastorno han sufrido alguna vez acoso escolar. Carlos lo padeció durante su etapa en Primaria. Los empujones, las patadas por debajo de la mesa... «Raro era el día que no llegaba a casa con una mordedura o un arañazo», lamenta la progenitora. Aquellas agresiones se prolongaron durante un mes. «El niño no contaba nada y siempre ponía excusas. Cuando me di cuenta y hablé con él, justificó a su compañero porque lo estaba pasando mal a causa del divorcio de sus padres». Cuenta Castro que durante ese tiempo el colegio «no hizo nada». «Me decían siempre que no veían nada raro. Todo se acabó cuando un día fue mi marido a recogerlo y lo encontró lleno de arañazos. Se plantó: o acababan las agresiones o denunciábamos».

Acoso escolar

Pese a que la mayoría de los casos de acoso se dan en Secundaria, Carlos no ha encontrado problemas en su instituto. Como otros alumnos con Asperger, su rendimiento académico suele ser bueno, en parte a los profesores de apoyo que la Consejería de Educación les concede para que, o bien en el aula o fuera de ella, tengan un refuerzo en las materias en las que flaquean.

Sin embargo, las peculiaridades de los afectados hacen necesario, tal y como reclaman padres y asociaciones, una mayor sensibilidad y empatía por parte del profesorado, más información al alumnado para que entienda a su compañero y una flexibilidad curricular. «En general, los centros escolares que cuentan con un alumno con Asperger nos suelen demandar información y estrategias para facilitar su buen desarrollo académico, como velar para que lleven una agenda para organizarse, que no los sienten junto a una ventana para que así fijen mejor su atención, y mantenga un ambiente tranquilo en clase para que no pierdan el control», detalla Alcántara.

Jornada organizada por AMSA para informar a educadores y profesionales sanitarios sobre este trastorno. SUR

Para esta experta, es necesario que los profesores interioricen las dificultades del niño: «muchos tienen limitada su capacidad motora, les cuesta mucho escribir, por eso les pedimos, por ejemplo, que reduzcan los enunciados que tienen que copiar».

Galo Hernández es el tutor de Carlos y solo tiene palabras de reconocimiento hacia él. «Se comporta con bastante normalidad, tiene motivación y mucha curiosidad. Antes, preguntaba mucho e interrumpía la clase con frecuencia, pero ahora se ha moderado», señala. Reconoce que trabaja más lento, pero sigue el mismo nivel de la clase. «Si acaso, precisa alguna adaptación curricular no significativa, como prepararle exámenes con menos preguntas y más concretas», detalla.

Detección temprana: clave en desarrollo posterior del menor

Hace años, el síndrome de Asperger se detectaba tarde y el diagnóstico se demoraba en el tiempo. Una mayor información pone ahora en alerta a los padres mucho antes y los Centros de Atención Temprana empiezan a trabajar con niños de 0-6 años. Una vez en el colegio, es el departamento de orientación el que, a la vista de los informes (públicos o privados), informa a la delegación territorial de orientación y un equipo de la Junta de Andalucía se traslada al centro para evaluar al alumno. A partir de ahí emite un dictamen y aconseja el apoyo que debe tener.

Un estudio realizado por profesores de la Universidad de Málaga plantea cuáles deben ser las respuestas a las necesidades educativas especiales de estos niños. «Cuando a un profesor competente le comunican que va a tener un alumno con Asperger es comprensible que tenga una resistencia inicial, pero hasta ahí. Un profesional debe abordarlo con estímulo y en la mayoría de los casos lo hacen», defiende Diego Luque, profesor del departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación.

Mañana martes se celebra el Día Internacional del síndrome de Asperger, con el que los distintos colectivos de apoyo a los afectados y a sus familias quieren sensibilizar a la sociedad para que lo normalice. «Estamos en un limbo administrativo y queremos que se reconozca este trastorno como una discapacidad psicosocial. Esto permitiría a muchos afectados, por ejemplo, acceder a puestos de trabajo a través de los cupos restringidos a este colectivo. Es de justicia», zanja Alcántara.

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