La siempreviva sale de la clandestinidad

Recibe entre otros nombres el de siempreviva malagueña y, efectivamente, es una superviviente. Durante décadas, la planta, que es endémica y está en peligro de extinción, ha crecido en un hábitat poco común, como es el arenal junto a las pistas de tenis que había en los Baños del Carmen. Lo suyo son más bien los acantilados. Pero allí, junto al roqueo del balneario y muy cerca del mar encontró su sitio. Muy pocos –más allá de la asociación de vecinos de Pedregalejo, los grupos ecologistas y los biólogos– repararon en la existencia y en la importancia botánica de esta población.

Y mientras, los terrenos del antiguo 'camping' se degradaban, arrastrados por la pasividad de las administraciones y de los anteriores concesionarios, tanto como por la basura y los incendios que provocaban los okupas.

El escenario ahora ha cambiado. La concesión secular (ha estado en vigor durante justo cien años) se terminó el verano pasado y las administraciones comienzan a ponerse las pilas, ahora que ya no pueden responsabilizar a los privados de su falta de cuidado. Si Costas inició la recuperación de un tramo del muro exterior que fue derribado por el último temporal, recientemente le tocó el turno a la Delegación de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía.

Este departamento ha instalado una valla para acotar la zona donde crece la planta autóctona. Y el último paso –tal y como se comprometió con los vecinos– fue colocar un cartel informativo, que supone el primer esfuerzo institucional para la puesta en valor de la colonia de Limonium malacitanum que habita junto al roquedal de Pedregalejo.

En el póster, los especialistas de la Junta de Andalucía la denominan Saladilla (también recuerdan sus otros dos nombres) y la definen como «una planta endémica, exclusiva de las provincias de Málaga y Granada», que se puede encontrar únicamente desde Torremolinos a Almuñécar. Se desarrolla en roquedos y acantilados litorales muy soleados, casi a nivel del mar, aunque también en zonas más o menos arenosas, como es el caso de la población de los Baños del Carmen.

La especie está gravemente amenazada, protegida y catalogada como en peligro de extinción. Estos días, los ramilletes de pequeñas flores, de color entre violáceo y rosado, parecen saludar a los bañistas y les dicen que, por fin, han dejado atrás la clandestinidad.