Los secretos que esconden las puertas de la Catedral de Málaga
Un estudio del profesor de la UMA Sergio Ramírez desvela la autoría de su diseño por los arquitectos que dirigieron la obra en el siglo XVIII
Que la Catedral de Málaga es una de las joyas de la arquitectura religiosa es algo que nadie discute. Su aspecto actual es el resultado de un trabajo de siglos en el que diferentes estilos terminaron confluyendo en una conjunción perfecta y singular que admira a propios y extraños. A la espera de que sus obras se retomen, previsiblemente a lo largo del año que viene, con la construcción de un tejado a dos aguas para acabar con sus problemas de filtraciones, un estudio realizado por el profesor de Historia del Arte de la Universidad de Málaga Sergio Ramírez González ha ahondado en los que posiblemente sean los elementos de valor menos conocidos del templo: sus puertas.
El trabajo, publicado en la revista científica Archivo Español de Arte del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, hace un exhaustivo recorrido por el proceso de elaboración de las siete puertas de la basílica y clarifica la autoría de sus diseños por parte de los arquitectos que estuvieron al frente de las obras en el siglo XVIII, hasta que quedaron paralizadas en 1782: Antonio Ramos, maestro mayor, y Ventura Rodríguez, quien llegó a Málaga en 1764 para supervisar la unión de la obra antigua (la zona del altar mayor y el crucero) con la nueva (el resto del templo hasta su fachada principal). El segundo también es el autor del diseño del tejado a dos aguas que no llegó a realizarse y que ahora se va a retomar, con proyecto de los arquitectos Juan Manuel Sánchez La Chica y Adolfo de la Torre Prieto.
El profesor Sergio Ramírez explica en su investigación que no es habitual que maestros de obras como Ramos o Rodríguez se 'rebajaran' a diseñar unas puertas que solían quedar a expensa de la labor de los talleres de carpintería que se formaban para ejecutar este tipo de elementos en la construcción de las catedrales. No obstante, ambos estaban perfectamente capacitados para ello, como luego quedó demostrado.
La historia de las actuales puertas de la Catedral se inicia en 1762, cuando el Cabildo que rige el templo encarga a Antonio Ramos el diseño de las siete con que cuenta: tres en la fachada principal, dos en las naves laterales y dos en los extremos del crucero o transepto. Ramos presenta dos dibujos y el Cabildo se decanta por el más económico pero que luego se encarece por el empleo de madera de caoba, lo que obligó a inyectarle una partida económica adicional.
Tablones de roble que viajaron por mar desde Ámsterdam
Los preparativos se pusieron pronto en marcha y a finales de ese mismo año de 1762 llegaron a Málaga por mar 304 tablones de roble provenientes de Ámsterdam, y se compraron palos de caoba. Sin embargo, posiblemente por la urgencia de atender cuestiones más importantes como la unión de la obra renacentista con la barroca, según apunta Sergio Ramírez, los trabajos de las puertas no se retomaron hasta dos años después en 1764, con la llegada desde Madrid de Ventura Rodríguez para supervisar las obras que dirigía Antonio Ramos.
«No sabemos si como deferencia del Cabildo por la labor desempeñada o bien por la buena relación, personal y profesional, emprendida entre los maestros, o ambas cosas a la vez, se decide encargar a Rodríguez el diseño de alguna de las puertas», señala Ramírez en su trabajo. De hecho, fue el propio Ramos el que presenta al Cabildo los dibujos de su compañero de obra que, como desvela esta investigación, fue el proyectista de las puertas laterales de la fachada principal.
La realización de las siete puertas arrancó en 1764 y se prolongó hasta 1768. Para ello, se constituyó un taller de carpintería en el templo formado por una decena de trabajadores y bajo la supervisión del propio Antonio Ramos, una labor que no le correspondía y por la que llegó a reclamar una subida de sueldo que fue retribuida por el Cabildo con una compensación económica.
Según se apunta en el artículo, llama la atención que, desde el principio, las puertas de las naves laterales se diseñaran con una gran sencillez, ya que tuvieron un papel secundario. De hecho, ya en marzo de 1769, se coloca el altar del monumento de la Semana Santa ante la puerta lateral sur, actualmente ocultada por el retablo del Corazón de Jesús.
En 1764, Ventura Rodríguez realiza dos dibujos para las puertas laterales de la fachada principal de la Catedral. Sergio Ramírez ha podido localizarlos y descubrir de ese modo su autoría, al tiempo que atribuir los proyectos de las otras puertas a Antonio Ramos. Ventura Rodríguez hizo dos versiones de puerta de las que solo se llegó a materializar una, que es la que existe en los laterales de la fachada a la plaza del Obispo. En el dibujo se aprecian los relieves de querubines que portan azucenas y unos tondos vacíos que luego se ocuparon con los bustos de los cuatro evangelistas. En cambio, la puerta principal, diseñada por Ramos, presenta una decoración distinta enfatizada por tachuelas en bronce dorado. En su cara interna está inscrita la fecha de su finalización en el año 1766.
Ramos es asimismo el autor de las puertas del patio de los Naranjos o de las Cadenas, y del Sol (por la que ahora entran los tronos en Semana Santa desde la calle Postigo de los Abades). En ellas destacan los relieves realizados por el escultor Fernando Ortiz en los que se representa el misterio de la Encarnación al que está dedicada la Catedral. En uno de ellos aparece el arcángel San Gabriel y en el otro la imagen de la Virgen María.
En estas puertas aparecen símbolos marianos que también esconden una curiosidad. Así, una de las letanías dedicadas a la Virgen, la torre, está representada con un relieve basado en «la torre campanario, reaprovechada del antiguo minarete, que existió en el lugar hasta su demolición en el siglo XVIII», recuerda la investigación. Además, el trabajo de Sergio Ramírez ahonda en la construcción de los canceles interiores de las puertas de las Cadenas y del Sol, también diseñados por Antonio Ramos y ejecutados a partir de 1773. Fue otra labor añadida a su función como arquitecto con la el Cabildo de la Catedral lo compensó en esta ocasión con «una arroba de cacao», un producto muy apreciado en aquella época y con el que también se agasajó a Ventura Rodríguez tras los trabajos que hizo a partir de su viaje inicial a Málaga. El mimo y cuidado que ambos tuvieron para dotar al edificio de unas puertas acordes con su grandeza y belleza bien merecían esa singular recompensa.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
