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Nacido en Extremadura, pero andaluz de corazón. Fernando Cerezo está a punto de retirarse tras más de una década dedicado en cuerpo y alma a ... sus funciones como superintendente jefe de la Policía Local en Málaga. Y lo cierto es que, aunque le toque colgar el uniforme de forma definitiva, ya está contemplando opciones para continuar dando rienda a su vocación de servicio público, esa «droga» a la que no se piensa desenganchar.
–No debe ser fácil el puesto de superintendente jefe de la Policía Local. ¿Alguna vez ha pesado demasiado el cargo?
–Bueno, pues sí, aunque ya me queda poco para el retiro. Esto tiene dos vertientes. Una de ellas es la responsabilidad que implica al tener a casi mil funcionarios a tu cargo, que eso siempre conlleva complicaciones, además de que las exigencias de la ciudad van cambiando continuamente. Pero la otra cara es la de la satisfacción, porque este es un trabajo en el que aprecias que estás ayudando a los demás.
–Mínimo en verano, con este calor, el uniforme sí debe pesar.
–Eso sí (ríe). Esta combinación de altas temperaturas y humedad se hace pesada con el uniforme. Y más con los chalecos antibalas, que no tenemos uno más ligerito para estos meses. Son pequeños gajes del oficio.
–Decía que ya le queda poco para el retiro, ¿cómo se plantea esa nueva etapa?
–Pues sí, ya a finales de septiembre me toca. Nada, habrá que reinventarse y buscar nuevos alicientes porque este es un trabajo que te absorbe todo el día. Ya no solo por la presencia en la Jefatura y estar todo el día pendiente del teléfono y de los requerimientos que te llegan por todas las vías. Me imagino que cuando esto cese habrá un vacío que tendré que llenar con otras aficiones, pero siempre buscando algo con lo que pueda ser útil a los demás porque la vocación de servicio público tiene algo parecido a una droga porque engancha mucho.
–Imagino que en un puesto así, la conciliación se vuelve muy complicada... o casi imposible.
–Sí, siempre se ha dicho que la Policía trabaja mientras todos los demás se divierten. Es así. Cuando llega la Feria, la Semana Santa o acontecimientos como las navidades, nos toca estar pendientes a la seguridad y en ese sentido la conciliación se complica.
–¿Se ha llevado muchos tirones de oreja de la familia por eso?
–Bueno, yo creo que eso lo han asumido porque llevo muchos años en esto. No les ha tocado otra opción que asumirlo.
–En este tiempo, ¿ha notado usted que los problemas de criminalidad hayan ido a más?
–Bueno, el tema de la seguridad ciudadana y la delincuencia es competencia de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, así que es la Policía Nacional la que dispone de todas las estadísticas. En cualquier caso, sí transmitiría la idea de que España es uno de los países más seguros del mundo, y no porque lo diga yo, sino que hay datos a nivel europeo que así lo indican. Y Málaga, por supuesto, también es una ciudad segura. Hay mucha población y gente que viene y se cometen actos delictivos, como en todos los lugares, pero no se percibe una inseguridad que te impida salir a la calle ni hacer vida normal.
–Hay gente que asocia más a la Policía Local a las multas que a otras intervenciones. ¿Qué diría sobre ello?
–Pues que nuestro objetivo nunca es la denuncia, pero tienen el sentido de corregir infracciones que se cometen y que afectan a la convivencia ciudadana. Si alguien estaciona el coche mal impide a otro ciudadano circular con seguridad; o si bebe mientras conduce está introduciendo un elemento de inseguridad en la circulación. Pero la Policía Local hace mucho más, como la intervención en accidentes de tráfico, la vigilancia de la seguridad ciudadana, la actuación en casos de violencia de género o la lucha por la diversidad y contra los delitos de odio, para lo que hemos creado una unidad especial.
–Con esta nueva unidad contra los delitos de odio se da un paso importante en materia de sensibilización.
–Sí, no podíamos mantenernos al margen de esta problemática. Hay una gran sensibilidad social sobre los casos de discriminación de todo tipo, por homofobia, cuestiones racistas, etc. Hemos tenido un proceso de formación e incluso hemos participado en un proyecto europeo, a raíz de lo que se ha establecido un protocolo y se ha creado una unidad que se dedica completamente a estos asuntos. De momento no contamos con estadísticas, pero sí que estamos preparados para dar respuesta a este tipo de situaciones.
–Volviendo a esa sensibilidad y vocación de la que me hablaba, ¿con qué edad entró usted al Cuerpo?
–Tendría 26 o 27 años. Siempre tuve esa vocación de servicio público y me pareció que este era un trabajo en el que podía desarrollar una profesión y ayudar a los demás. En aquella época, además, las policías locales estaban en plena ebullición. Antes de estar en Málaga estuve en Cádiz y era un momento fuerte de efervescencia de las policías locales, con más medios, más formación, una estructura jurídica más moderna.
–¿Es el primer agente de su familia?
–La verdad es que sí, no tuve otros antecedentes de policía en casa.
–¿Y han seguido sus pasos?
–De momento no, porque tengo dos hijos y por ahora no les ha dado por hacerse policía.
–¿Eso le alivia?
–Bueno, cada uno tiene su vocación, sus gustos y sus preferencias. Yo creo que se puede ser útil en cualquier lado así que mientras hagan lo que les guste y se sientan realizados, me parece estupendo.
–Y antes de ser policía, ¿qué hizo?
–Estudié la carrera de Derecho y luego ingresé en el Instituto de la Armada de la Marina. Estuve ahí tres años y luego ya me decanté por este camino.
–¿Dónde creció?
–Yo soy de Extremadura, pero ya llevo más tiempo en Andalucía que allí. Me fui cuando acabé la carrera y hasta ahora. La verdad es que no me puedo quejar porque para mí descubrir Málaga ha sido una gran satisfacción, es una tierra que me encanta. Como decía el poeta, Vicente Aleixandre, es la 'ciudad del paraíso'. Además veo que está en un momento de crecimiento, en todos los sentidos. Y desde luego, aunque me retire del puesto, yo de aquí ya no me muevo.
–En esta ciudad habrá visto usted de todo como policía. ¿Recuerda alguna intervención que fuera propia de una película de Berlanga?
–Pues sí, son tantas actuaciones que sí damos con muchas situaciones surrealistas. Nos ha pasado de encontrarnos a personas que se hacen pasar por policías. Que incluso tendrán la vocación. Y que se dedican a 'poner sanciones' o le dicen a sus vecinos que tienen que pintar una fachada si quieren evitar una multa.
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