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Un equipo de cinco: Nelia y Daniel tienen dos hijos: Cristian y Daniela, de 13 y 10 años. Desde hace dos navidades colaboran con un chico africano con el que coincidieron en el baloncesto Foto: Ñito Salas | Vídeo: Rossel Aparicio

Málaga

Familias malagueñas de fin de semana para menores sin hogar

Una ONG busca personas dispuestas a compartir días de descanso y vacaciones con adolescentes y niños tutelados. «Tienen sus necesidades cubiertas en los centros pero se siente solos: necesitan calor familiar»

Rossel Aparicio

Málaga

Domingo, 3 de marzo 2024, 00:37

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Aunque ahora se sienten unidos como una piña, hace algo más de un año eran auténticos desconocidos. Hasta que coincidieron en una cancha de baloncesto. Su hijo Cristian, que por entonces tenía once años, compartía equipo con Amin (nombre ficticio), un niño africano de su misma edad que siempre acudía solo a entrenamientos y partidos. «Lo veíamos muy solillo. Venía con el entrenador o con gente diferente cada vez. No había familiares animándole». Investigaron. Preguntaron. Y la realidad de aquel niño que les inspiraba tanta ternura les removió por dentro: vivía en un centro de menores desde los ocho años, a cientos de kilómetros de su familia biológica. «Ningún niño debería pasar su infancia lejos de los suyos», reflexionan.

Cuentan su historia Nelia Cueto y Daniel Esteve, un matrimonio malagueño residente en Teatinos que decidió tender una mano al chico con una fórmula diferente al acogimiento o adopción que nunca habían escuchado antes: la de familia colaboradora de fines de semana y períodos vacacionales. Desde entonces lo esperan en casa los viernes y cada domingo por la noche lo llevan de vuelta al centro tutelado, que es realmente donde reside. «Intentamos proporcionarle el cariño y la atención que necesita, hacerle sentir uno más», coincide el matrimonio, que tiene otra hija de 10 años, Daniela.

Precisamente esos pilares afectivos son los que persigue 'Crecer con Futuro', una ONG empeñada en mejorar la calidad de vida de niñas y niños que viven en riesgo de exclusión social. «Ahora estamos volcados con la campaña 'Tú y yo juntos los findes', una iniciativa con la que queremos difundir la figura de las familias colaboradoras. Buscamos gente en Huelva, Sevilla y Málaga dispuesta a abrir sus casas y sus vidas a chicos y chicas que, por diferentes motivos, no pueden vivir con sus familias de origen», explica a SUR Luisa Bueno, trabajadora social de la oenegé en la capital malagueña.

«Sus necesidades básicas en cuanto a ropa, techo o alimento están cubiertas en sus centros, pero muchos se sienten solos, tienen grandes carencias a nivel emocional. Necesitan sentir el calorcito de un hogar, ver una peli juntos o preparar la paella de los domingos», prosigue. Por ello buscan familias que formen parte de su red de apoyo y que se conviertan en alguien a quien puedan recurrir, «alguien que esté y permanezca en el tiempo para ellos», profundiza.

En Andalucía, un total de 2.300 niños y adolescentes viven en centros de protección, 360 en Málaga. En la provincia malagueña una veintena de ellos ya participa en esta iniciativa mientras que alrededor de 60 menores están a la espera de hogares voluntarios que se inscriban en el programa. «Tenemos ahora la necesidad específica de dar respuesta a grupos de hermanos que no quieren separarse. Les cuesta salir del centro juntos», destaca Bueno.

La campaña de captación de familias colaboradoras de fines de semana, que cuenta con el respaldo de la Junta de Andalucía, se está difundiendo en redes sociales para concienciar sobre su necesidad urgente de inclusión. «Los trabajadores de los centros son muy vocacionales pero no pueden aportar el soporte de apoyo y cariño que solo se logra en un ámbito familiar», concluye.

  1. Nelia y Daniel Familia colaboradora desde hace un año

    «Es muy fácil: a los planes de siempre, añades a uno más»

Nelia y Daniel posan con sus dos hijos, Cristina y Daniela, y con el chico del que son familia colaboradora. Ñito Salas

Aprovechando la sesión de fotos para el periódico, Amin y Cristian se enchufan a los videojuegos. Después echan juntos unas canastas en el dormitorio y se pasean por la cocina para tomar un tentempié. Comparten habitación, pasión por el deporte de la canasta y el mismo curso de Secundaria, aunque estudian en institutos diferentes. «Está totalmente integrado. Al principio era muy callado, ahora habla por los codos y a veces hay que decirle incluso que se calle un poquito», bromea el matrimonio. «Cuando empezamos, cada niño buscaba su sitio en la casa pero ahora somos una familia. Vamos a partidos, comemos, hacemos la compra o vemos una peli todos juntos. En realidad es fácil: a los planes que siempre hemos hecho hemos sumado una persona más».

Soporte emocional

«No queremos suplantar a sus padres, solo ofrecer cariño, atención y un entorno sano»

Han pasado dos Navidades y Reyes con Amin que ya conoce a todos sus amigos y parientes cercanos. En ningún caso quieren suplantar a sus padres biológicos con los que el chico mantiene el contacto en la distancia, pero sí ofrecerle lo más parecido a las figuras paternales. «Llegó en patera siendo niño y desde entonces no tiene un hogar. Le dedicamos tiempo, atención, un abrazo o una regañina si se da el caso», dicen. «Se supone que la colaboración formal acaba cuando cumpla 18 pero él sabe que ésta es su casa y que puede venir cuando quiera».

  1. Eduardo y Lola Familia colaboradora desde hace 2 meses

    «Lo bueno de este programa es que los chicos se apuntan voluntarios: van a casa deseándolo»

Dos meses de experiencia. Lola Luque y Eduardo Pérez tienen un hijo de 21 años y, desde hace dos meses, son familia colaboradora de un marroquí de 16 años. R. Aparicio

Lola Luque y Eduardo Pérez, otro matrimonio malagueño con un hijo de 21 años que estudia Medicina, vieron por casualidad la campaña en redes. No tardaron en apuntarse a uno de los cafés informativos organizados por videollamada para conocer los detalles. Hacía años que querían acoger en casa a alguien que lo necesitara y pensaron que éste podrían ser un buen paso previo. «Mi marido siempre me decía que llevaría muy mal la separación con el menor si optábamos por el acogimiento. Esta opción implica menos tiempo y es una buena alternativa para empezar. No descartamos acoger», insiste ella. Después de aquel café virtual llegaron las entrevistas presenciales con trabajadores sociales y psicólogos. «También van a casa a hacer una valoración. Tú eliges un perfil de menor que se adapte a tu hogar», explica ella. «En nuestro caso, dejamos la opción abierta para que llegara el que más necesidad tuviera». El proceso para ser familia colaboradora, mantienen, no es ni complicado ni excesivamente largo: unos seis meses después, Hakim (también es un nombre figurado) llegó a sus vidas para aportar «luz, alegría y ternura».

«Decidimos probar a ser familia colaboradora como paso previo al acogimiento; no lo descartamos»

«Lo conocimos poco antes de las pasadas Navidades y, el día 28, cumplió 16 años. Lo sorprendimos con una tarta y un regalo. Se emocinó mucho. Es un chico muy cariñoso, con ganas de familia», destacan. «Nuestro hijo se hace mayor –prosigue Eduardo–, es independiente y tener al chico aquí nos rejuvenece. Nos hace sentir que aún tenemos mucho que aportar a alguien en una situación delicada. No olvidemos que los jóvenes son el futuro», insiste. «Vino de Marruecos y cruzó la frontera con diez años haciéndose cargo de su hermano menor. Aunque él no quiere hablar de eso y nosotros lo respetamos», agrega Eduardo. «Lo bueno de este programa -señala ahora Lola- es que los chicos se apuntan voluntarios: van a casa deseándolo, cosa que igual no ocurre en la acogida, por ejemplo. Aquí ellos quieren un hogar de colaboración».

A ambos les llama la atención el asombro en los ojos del chaval en las cosas más cotidianas. «Están acostumbrados a relacionarse con chicos en su misma situación y, al salir del centro, conocen otra realidad». La pareja afirma sentirse feliz con su colaboración aunque reconoce que también se preocupan ya por su futuro, como si de un hijo más se tratara. «Llevamos poco tiempo con él pero ha sido muy intenso. Ya forma parte de nuestro entorno familiar y queremos acompañarlo y ayudarlo en todo lo que podamos», coinciden ilusionados.

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