La ecología hunde sus raíces en Málaga
Medio ambiente ·
La capital de la Costa del Sol fue una de las pioneras de España, allá por el año 1900, en celebrar con repoblaciones masivas la Fiesta del Árbol, antepasado del Día Internacional de los Bosques que se acaba de celebrarEn la imagen, datada en el año 1900 en los montes de Torremolinos, aparecen los próceres de la ciudad, entre ellos, el doctor Pablo Lazárraga. Aquel día estaban reunidos para un cometido que ahora cuesta imaginar por parte de los líderes políticos, económicos y religiosos de la época: plantar árboles. La ecología, la protección de la naturaleza, el valor de las plantas para purificar el aire, suenan a conceptos muy modernos, pero tienen más de un siglo y hunden sus raíces en la historia misma de Málaga. De hecho, la reciente celebración del Día Internacional de los Bosques, que fue el 21 de marzo, se remonta a aquella primitiva Fiesta del Árbol, que tuvo un origen casi simultáneo en Madrid y en la capital de la Costa del Sol.
Enrique Salvo, botánico y profesor de Ciencias Ambientales de la Universidad de Málaga, además de director de las cátedras para la Conservación de la Naturaleza de la Universidad Internacional de Andalucía y UICN; y de Cambio Climático de la UMA y HeidelbergCement, ha estudiado el origen malagueño de los primitivos movimientos medioambientalistas. Sus pesquisas sitúan a Antonio Cánovas del Castillo, sobrino del político con el que comparte nombre y que usaba habitualmente el seudónimo Kaulak, como figura clave. «Prodigio humanista, se hizo famoso por fotografiar a Mata Hari, pero se definía a sí mismo como dendrólatra» (que profesa adoración a los árboles). Fue amigo del pintor naturalista Carlos de Haes, y uno de los primeros en declarar la necesidad de repoblar para hacer frente a las malas condiciones ambientales, a causa de las emisiones de humo de las fábricas que jalonaban playas como La Misericordia en el siglo XIX.
Kaulak aterriza en 1895, tras ser nombrado gobernador civil, y junto a Narciso Díaz de Escovar (escritor, humanista y cronista oficial de Málaga) proponen a la Sociedad de Ciencias la celebración de la primera Fiesta del Árbol. Por aquellos años, el doctor Lazárraga publica el libro 'El pulmón de Málaga', dedicado a la Sierra de Mijas, en el que advierte de que la insalubridad atmosférica de los barrios industriales requiere de grandes bosques para compensar. «La modernidad ecológica vino de la mano de los próceres de la sociedad malagueña, que eran amantes de los árboles».
La obra de Kaulak es «un alegato ecologista, pues considera que el arbolado urbano debía ser una cuestión de estado de la máxima prioridad, era muy adelantado para su época». Así, no extraña que en aquellos años vea la luz el Parque de Málaga, impulsado por el presidente del Gobierno, su tío Cánovas del Castillo, como una forma de mejorar la calidad medioambiental de la ciudad. «La cultura del árbol estaba más asentada en la sociedad culta que ahora», se lamenta el profesor salvo.
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