La cerrajería más antigua de Málaga, obligada a hacer las maletas

La cerrajería abrió en el año 1914 y desde entonces se encontraba el mismo enclave: un pasaje ubicado entre la calle Alarcón Luján y la propia Martínez. Ahora, la cadena Catalonia, que se ha hecho con la propiedad del edificio para la futura apertura de un nuevo establecimiento turístico en el Centro, le ha obligado a trasladarse. Al menos, el cambio se ha realizado en condiciones favorables para el empresario.

Daniel Martínez, tercera generación de la empresa familiar, explica que el antiguo local lo cerraron a finales de octubre y el nuevo lo han abierto el pasado 2 de noviembre. Actualmente trabajan en un espacio de alrededor de 35 metros en una calle con mucho más tránsito que la anterior, pero con mucho menos tipismo. «No puedo estar molesto porque esta calle tiene mucho más paso de personas; es una de las más comerciales de toda la ciudad», se consuela.

El empresario confía en que la nueva ubicación les garantice mucho más trabajo, ya que a la clientela habitual del negocio espera incorporar la de gente que no le conoce y que pasa habitualmente por la calle. Las obras del futuro hotel tampoco espera que le supongan ningún contratiempo en cuanto a clientes. «Las obras parece que están a punto de empezar; aunque debían comenzar tras la Semana Santa de 2019, problemas con permisos y el Covid la han retrasado hasta ahora».

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La cerrajería fue abierta por Pablo Martínez Cantero, abuelo del actual propietario, un carpintero reconvertido en cerrajero en busca de un negocio pionero. Por ella también han pasado su padre Daniel, él y ahora su hijo Álvaro, que se ha incorporado al negocio familiar para garantizar el relevo generacional. «Todavía me quedan unos años de trabajo, pero estando él me quedo más tranquilo porque ya tengo quien me dé la alternativa», opina. En el local también cuentan con dos trabajadores.

Daniel recuerda que su abuelo estaba especializado en trabajar la madera y que incluyó la cerrajería cuando abrió el local en el Centro. Con el paso de los años el negocio ha ido evolucionando hasta convertirse en una cerrajería al uso. Primero su padre dejó parte de los trabajos de carpintería y él los eliminó por completo cuando se puso al frente del negocio. «Cuando entré yo me centré en la ferretería porque era el boom de la seguridad y el bricolaje y pensé que la carpintería no iba a ser tan buen negocio», resume.

En la actualidad, el empresario se ha especializado en as cerraduras inteligentes para apartamentos turísticos y trabajos para comunidades. Además del trabajo que realizan de forma habitual en el local, realizan aperturas de puertas con el juzgado y con particulares y venden, reparan e instalan persianas. «Siempre hay que reinventarse», opina.

Aunque las máquinas y métodos de trabajo también han evolucionado con el paso de los años, Daniel Martínez no quiere olvidar el pasado en su nuevo local. Para ello ha colocado un estante con todas las máquinas que utilizaba su abuelo a modo de museo. Será un negocio nuevo, pero con alma centenaria.