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Pepe, el torero que trabaja como conserje en Toronto

Pepe, el torero que trabaja como conserje en Toronto

José Moreno Alarcón solo piensa en 2016, fecha en la que se jubilará. Su deseo es volver a Mijas, pero también ser abuelo, por lo que anima a sus hijos, Pablo y Pilar

Miguel Gámez

Lunes, 21 de septiembre 2015, 00:30

No puede negar que es feliz en Toronto (Canadá), donde reside desde hace 33 años y donde se casó y tuvo a sus dos hijos: Pablo (cocinero de 31 años), y Pilar (azafata de Air Canadá de 28 años), que contrajo matrimonio el año pasado. Pero, pese a que vive de forma holgada en Norteamérica, con una propiedad que ronda los 2.000 metros cuadrados, está deseando volver a su tierra natal, a su Mijas del alma, donde aprendió a torear, donde disfrutaba haciendo lo que más le gustaba y donde es conocido como Pepe El Charro y muy popular.

José Moreno Alarcón (Mijas, 1951) es un personaje curioso. Conoció a Bárbara (galesa, pero que vive en Canadá desde los cuatro años), en el Hotel Florida de Fuengirola en 1979, cuando él tenía 28 años y, desde entonces, tuvo claro que quería estar con ella durante toda la vida.

«Fue un flechazo. Vine un mes a Canadá para estar con ella. Luego estuvimos dos o tres años de relación a distancia, llamándonos por teléfono y, sobre todo, mandándonos cartas, hasta que en 1982 me quedé a vivir aquí».

El Charro tenía una tienda de souvenirs en la calle San Sebastián, y en los ratos libres, siendo novillero, hacía capeas para los turistas en la venta Torreblanca de Fuengirola. «He toreado también en Mijas y en Las Lagunas con Alfonso Galán y con Jesús Márquez (hermano de Miguel Márquez), El Pirri y Salvador Marín, que ahora es asesor taurino en la Feria de Málaga. Recuerdo con cariño mi rivalidad con El Tutu en la plaza, aunque cuando terminaba la corrida nos llevábamos como hermanos», comenta este mijeño que trabaja en Toronto como conserje de la Escuela de Secundaria Oakridge.

Allí lleva el mantenimiento del centro, con un salario de 3.500 euros. «Estoy pendiente de llamar al electricista o al fontanero si se rompe la caldera por las bajas temperaturas, o de llevar los libros a las aulas. Hay semanas que el termómetro llega a -35 grados. He llegado a dejar una caja de cervezas en el suelo del garaje y, a los cinco minutos, habían reventado todas al congelarse», sostiene este padre de familia que desea ser abuelo. «Tengo dos hijos. El mayor se llama Pablo por Pablo Picasso y mi hija se llama Pilar por la Virgen del Pilar, la patrona de España», sostiene con un patriotismo del que presume con los canadienses.

Su vida en Canadá corrió deprisa. «Llegué en 1982, que fue cuando comencé la relación formal con Bárbara, pero iba a quedarme solo tres meses, porque aún conservaba la tienda de souvenirs. Al principio viví en Niágara, la ciudad de las cataratas, pero me enamoré tanto que en 1983 me casé, en 1984 nació Pablo y en 1986 nació Pilar».

Lo que más le gusta de Canadá es que es un país rico y quien tiene trabajo vive feliz. «Pero los contratos de ahora son temporales y sin mis beneficios. Tengo un seguro que me cubre el 100 % de medicinas, gafas para la vista, uniforme y dentista». Aún así, cuando se le pregunta por su sueño, lo tiene claro, sobre todo a raíz de haber ido a comienzos de este mes a Mijas a la boda de su sobrina Trini. «En 2016 me jubilaré, volveré a mi pueblo, me compraré una casa y viviremos seis meses en cada país».

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