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Juan Cano
Sábado, 31 de enero 2015, 03:30
Cenaron pringá y solomillo al Pedro Ximénez, entre otros platos, y regaron la carne con una botella de vino tinto Vega del Geva. Total, 57, 60 euros. Antonio Pacheco lo sabe bien porque tuvo que entregarle la factura a la policía. Lo que no imaginaba el dueño del Pura Cepa, el antiguo restaurante-museo Ángel Garó, es que uno de aquellos clientes, que incluso dejó propina, iba a intentar hurtarle un cuadro valorado en 6.000 euros cedido por el humorista afincado en Málaga.
Apenas faltaba un cuarto de hora para la medianoche del sábado y el local, situado justo enfrente del teatro Cervantes, en la calle Madre de Dios, estaba lleno. «Había sido una noche de ensueño. Teníamos un concierto en directo y una cata privada de vinos», comenta Pacheco. Entre el público estaba el propio Ángel Garó y el cocinero Samuel Perea, tío del conocido actor malagueño Fran Perea.
Fue el propietario del negocio el que se percató de la desaparición de la obra. «Cuando salí de la cata de vinos, me di cuenta de que no estaba y le pregunté al camarero: ¿Dónde está el cuadro?», relata Pacheco. Buscaron por todas las mesas y comprobaron que una de ellas, ocupada por una pareja belga, acababa de quedarse vacía.
El dueño del restaurante salió corriendo a la calle y vio alejarse a los clientes. Él, un hombre de unos 35 años con la cabeza rapada, vestido con una gabardina, llevaba bajo el brazo una bolsa de plástico. Su novia, rubia y bien parecida, caminaba a su lado con varias bolsas de papel con las compras que habían hecho en el centro.
Un pintor belga
El cliente, como más tarde comprobaría la Policía Local, supuestamente descolgó el cuadro de la pared y, para salir del restaurante sin levantar sospechas, lo metió en la bolsa y le echó una sudadera por encima para disimular la forma del mismo. «Cuando me di cuenta de que se lo había llevado, corrí hasta él, lo cogí por el cuello y lo traje al restaurante hasta que llegó la patrulla», añade Pacheco.
El restaurador retuvo al individuo durante unos 15 minutos. Al llegar, los agentes se entrevistaron con el empresario, quien, tras consultar al propietario de la obra, informó a los policías locales de que el cuadro, firmado por un pintor belga (curiosamente, de la misma nacionalidad que el detenido), está valorado en 6.000 euros. «Cuando lo recuperé tenía daños en el marco», apostilla Antonio Pacheco.
Los funcionarios también interrogaron al sospechoso, que supuestamente reconoció lo sucedido, según las fuentes consultadas. Cuando le preguntaron por qué lo hizo, alegó que no le había gustado la comida. «Es la excusa que buscó, porque rebañaron los platos, los dejaron limpios», aclara el restaurador. «De hecho, pagaron con 60 euros y dejaron el resto lo que les sobró de 57,60 de propina». Finalmente, el individuo fue detenido como presunto autor de un delito de hurto.
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