De marcha con los reyes
A Felipe y Letizia les gusta perderse por Madrid. Cocina de aire informal, cine en versión original y gin tonics por Gran Vía. Así es su guía de ocio nocturno
IRMA CUESTA
Lunes, 5 de octubre 2015, 00:29
Ha pasado una semana desde que @Raqueloffduty deambulaba plácidamente por el madrileño barrio de Malasaña cuando se dio de bruces con los Reyes y los monarcas, amablemente, accedieron a compartir una foto con ella. El gesto no solo hizo feliz a la joven internauta «pensaba que en la vida iba a superar mi foto con Belén Esteban y mira», escribiría ella más tarde en Twitter, también se convirtió en la enésima prueba de que la pareja real, como cualquier otra de la aún nutrida clase media de este país, aprovecha los fines de semana que tiene libres para ir al cine, cenar en algún sitio de moda, tomar una copa con amigos o pasear entre el resto de los mortales.
Antes de Raquel, otros ya los habían inmortalizado en el cine. El sábado, don Felipe y doña Letizia iniciaron su escapada en una de las salas de Manoteras, en el barrio de Hortaleza, en donde, un día después de su estreno, vieron en versión original Irrational Man, la última de Woody Allen protagonizada por Joaquin Phoenix y Emma Stone. A la sesión de cine le seguiría una cena en Gumbo, en donde uno puede darse un buen atracón de comida típica de Nueva Orleans por 25 euros cabeza. Y luego el paseo que los acercaría a Raquel.
No es seguro si ese deseo de convertir la suya en una «monarquía renovada para un nuevo tiempo» del que habló Felipe VI cuando accedió al trono está detrás de todo esto, pero lo cierto es que cada vez es más habitual encontrarse con los Reyes en un ambiente muy distinto al de un acto oficial. Es público que (según algunos arrastrados por la pasión cinéfila de la Reina) la pareja suele acudir a los cines Renoir en donde lo mismo ven La vida de Adele que La teoría del todo o Diamond Flash, por citar algunos de los últimos títulos en los que se les ha visto ocupando butaca. Pero también que les gusta salir a cenar y disfrutar de todo tipo de comida, desde la clásica pasta italiana al más exótico sushi japonés.
Es verdad que la ruta real incluye DiverXo, el tres estrellas Michelin que dirige David Muñoz en el que don Felipe celebró su último cumpleaños, y en donde el menú ronda los doscientos euros. También el mítico Lucio, al que es asiduo el rey emérito no hace mucho cenó allí con Rajoy y los expresidentes del Gobierno, o el Landó, famoso por sus huevos estrellados con patatas, increíbles pero a precio de una ración de percebes. Ninguno de ellos están entre los más habituales porque los Reyes se decantan por la cocina más nueva y algo más asequible. Todo el mundo sabe que a Felipe VI le vuelve loco un local de la calle Martín de los Heros, el Ebla, en el que sirven sus kebabs favoritos; que les gusta la comida japonesa de Musashi, el ya citado Gumbo, o La Negra Tomasa, en donde pueden devorarse unos frijoles, unos buenos tamales y ropa vieja mientras Las chicas de la Habana cantan eso de Lo mío es el cubaneo.
La lista sigue con Ten con Ten, Asiana o La Cantina de Matadero; Lamucca de Pez, El Rey de los Tallarines o la Pizzería Enma y Julia a la que suelen ir cuando salen con sus hijas. Vamos, que nadie duda de que sus majestades están a la última. «Se diría que un community manager con su barba hiperpoblada y sus pantalones pitillo ha diseñado la lista de locales que frecuentan los nuevos Reyes. No se puede estar más al día en gastronomía. Entre sus habituales hay comida de varias naciones, y restaurantes de decoración chic. La Cantina de Matadero es la estrella de público y crítica más reciente de la capital. Lamucca del Pez arrasa entre la modernez de Malasaña. Sirven de ejemplo porque son además dos locales de cocina sofisticada, pero de aire informal, una imagen que probablemente les venga al pelo a los nuevos monarcas. Nada de los callos de don Juan Carlos. Incluso con las copas atinan en su afición por la coctelería, que está resurgiendo dentro de esta fiebre gastronómica que ya parece invadir todo», apunta David Remartínez, periodista de Vocento y bloguero gastronómico.
Se nota la mano de Letizia
Hay quien opina que, además de demostrar buen gusto, los nuevos hábitos de los monarcas son también muy saludables. «Es la forma de estar al tanto de lo que ocurre, de alejarte de esa burbuja en la que otros de su categoría viven», asegura la periodista Rosa Villacastín, que achaca a doña Letizia buena parte de esa cercanía de la que, de un tiempo a esta parte, parece hacer gala su marido. «Desde que se casaron, el cambio del Rey ha sido espectacular: es mucho más simpático (que no lo era), ha ganado en confianza, incluso se expresa mejor. Y es que, hasta ese momento, el círculo del Rey era, como es lógico por otra parte, el de un niño pijo y rico».
La periodista apunta que la reina Letizia, en contra de lo que hizo su suegra, que nunca quiso tener amigas, o incluso el rey Juan Carlos, que aunque sí los tuvo siempre los buscó entre el elitista club de millonarios patrios, sigue manteniendo el contacto con sus amigas y quedando con ellas para cenar o tomar una copa, aunque ella no bebe alcohol (su marido es más de gin tonics). «Esas mujeres saben lo que es tener que pagar una hipoteca y trabajar para sacar adelante a sus hijos, y ella, igual que va a comer a casa de su padre o su madre en donde el ambiente nada tiene que ver con el de la Zarzuela, no ha dejado de tratarlas porque se haya convertido en reina».
Mientras uno se imagina a Letizia y sus amigas en La Bicicleta, un local de Malasaña para amantes de las bicis y del café que ofrece repostería orgánica y platos vegetarianos, al más puro estilo de Carrie Bradshaw en Sexo en Nueva York, se pregunta si verdaderamente, como asegura Rosa Villacastín, es ella la auténtica artífice de ese viaje a la tierra del Rey.
Sin tener que esconderse
Fernando Ónega avisa de que él, de quien verdaderamente sabe algo, es del «Rey viejo» no en vano es autor de Juan Carlos I. El hombre que pudo reinar (2015), pero también es de los que ve normal que los Reyes «que son jóvenes y animados», aprovechen los fines de semana para pasear, ir al cine o cenar con sus amigos igual que muchas otras parejas. «Andar a escondidas tiene que ser un tormento, de modo que me parece normal que salgan y se diviertan como cualquier otro matrimonio, si bien es cierto que en España no estamos acostumbrados a tanta normalidad», dice el periodista. Ónega, padre de la periodista Sonsoles Ónega, una de las mejores amigas de Letizia, recuerda que, aunque es cierto que Juan Carlos y Sofía nunca acostumbraron a salir juntos y compartir planes de ocio, también lo es que el cambio que ha supuesto la desaparición de ETA es clave para entender que hoy en día uno pueda salir un sábado del cine y darse de bruces con sus majestades. «Es evidente que cuando salen van irremediablemente acompañados de un aparato de seguridad que, se deje ver o no, siempre está ahí, pero también que hace unas décadas, con la banda terrorista en plena efervescencia, no podían moverse como lo hacen ahora».
Circunstancias políticas aparte, el veterano cronista también cree que en todo esto que está pasando tiene mucho que ver el papel de la Reina que, como otras muchas mujeres, centran a sus maridos, se encargan de que no abandonen el buen camino y les enseñan todo lo que no han sido capaces de aprender solos. Y es en este último apartado en el que entran la comida del sábado en casa de su suegra, los paseos nocturnos por el centro de la villa, las escapadas al cine, al restaurante de moda o un concierto de música indie. Así, sin más, en mangas de camisa.
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