
Ver 36 fotos
Secciones
Servicios
Destacamos
Ver 36 fotos
Son las una del mediodía en el Real y el calendario marca que es el segundo día de feria. En la peña de Los Ángeles, decorada con mucho gusto tradicional y farolillos rojos, suenan las coplas y el sonido delata que aquí no tienen cabida ciertos modernismos. Ya sea en forma de vestimenta o en forma de hilo musical. Alicia y Marta Montiel, malagueñas que ahora viven en Madrid, visten traje de faraleas de color rojiblanco. En una mesa para seis, aguardan, junto a sus hijos y el marido de una la llegada de la primera tanda comida.
El plato de patatas fritas con salchichas llega servido en el habitual plato de plástico. «Me encanta venir a la feria porque es revivir las sensaciones que una tenía de niño. En auténtico todo, es la feria de toda la vida», señala a este periódico. Para este domingo, su plan es comer aquí con unas amigas y retirarse a primera hora de la tarde. «La idea es apurar hasta que el cuerpo aguante», puntualiza.
Noticia Relacionada
Esta escena resume muy bien lo vivido a primera hora de la tarde en el Real, que empezó a llenarse para la hora del almuerzo, en un ambiente de corte familiar. Las arterias que atraviesan el recinto lucían más despejadas y la actividad se concentra en las casetas de las peñas mientras que las de discoteca aún intentan desperezarse para recibir otra vez a los más noctámbulos en pocas horas.
Las casetas de peñas enganchan con este concepto de autenticidad, que en el Real queda potenciado con el constante ir y venir de caballistas y el soniquete tan característico e hipnotizador del choque de las herraduras con el asfalto. El hedor que se percibe de manera muy puntual. Si uno apura, hasta forma parte de esa sensación costumbrista que evoca el Real cuando aún no se ha hecho de noche.
Hasta el mediodía, el ambiente que predomina es familiar. Muchos malagueños aprovechan para el encuentro con los suyos. La caseta, en este caso, se convierte en una especie de prolongación del hogar. En un momento, os altavoces retumban y suenan a autenticidad. El sonido de El Mani con el 'Ay, que te como' es como un seguro de vida para quien busca ese pellizco con sabor a siempre. En la peña La Paz huele a pinchito y a gambas a la plancha. Las copas de manzanilla (2,50 euros) acompañan y en el tablao hace de las suyas un joven prodigio. El niño promete y los asistentes aplauden ante la agitada lucha con la que estampa sus taconazos.
Sobre las cinco de la tarde, el concepto de 'tardeo', aquello de introducir ingerir alcohol de alta graduación en un ambiente más desenfadado, empieza a funcionar, aunque a menor ritmo que el día anterior. Las relaciones públicas de discotecas como el Gabana o el Touche seducen con una cerveza gratis a la entrada. El cansancio, en todo caso, se percibe. Es lo habitual en los guarismos de la feria. Apenas existen miramientos en el primer día y luego empieza la dosificación.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.