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Cerantes, el día que logró su mejor marca personal (4,46) en la pista cubierta de Zaragoza. Efe

Dana Cervantes, la impredecible niña voladora

Verano desde la grada ·

La mejor atleta que ha dado la provincia de Málaga se federó en fútbol a los 38 años, y con 40 ha comenzado a tantear el baloncesto; su energía y motivación le empujan a seguir queriendo aprender

marina rivas

Jueves, 25 de julio 2019, 00:32

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Dadle un balón y se pondrá a dar toques, o dejadle una jabalina, que también la lanzará sin problemas. No es perfecta, no es que sepa ejecutar cada movimiento con soltura, pero reúne algunas de las aptitudes más codiciadas de todo deportista de élite: perseverancia, una energía desbordante y un talento natural para conseguir todo aquello que se proponga, e incluso, superar sus propias expectativas. Málaga ha crecido con Dana Cervantes; hasta la fecha, la mejor atleta que ha dado la provincia y una de las más laureadas 'recordwoman' a nivel nacional. Surcando los cielos con la ayuda de una pértiga, empezó a despuntar antes de la mayoría de edad para coronarse como la campeona de España absoluta más joven de la historia en esta modalidad (16 años).

Diez años han pasado desde que esta niña voladora bajara de las alturas al mundo terrenal. A sus 30 años abandonó un historial difícilmente igualable a día de hoy: cuarenta récords de España, una mejor marca de 4,46 metros, nueve títulos de campeona nacional absoluta entre pista cubierta y aire libre (y cinco más en júnior y promesa), veintiséis veces internacional absoluta (además de otras tantas convocatorias en categorías inferiores), finalista olímpica en Atenas 2004, acudió también a tres Mundiales, seis Europeos y consiguió el oro en los Juegos Mediterráneos de Túnez 2001 y los Juegos Iberoamericanos de Lisboa 1998, entre otros tantos méritos. Falta papel para enumerar todo lo que consiguió una joven y menuda malagueña, con una forma física envidiable y que siempre hacía un guiño a su tierra allá por donde fuera. El más común, el de las muñequeras con los colores de la bandera de la ciudad.

Se acostumbró tanto a hacer las maletas durante los veranos, por las concentraciones y competiciones internacionales que, aunque pase el tiempo, no puede vivir estos meses en casa. Cada año planea al menos un viaje con cuatro fieles amigas. Además, aprovecha en cuanto puede para visitar a su hermano menor, que trabaja en Barcelona. Tras una vida en un deporte como el atletismo, ahora no soporta estar sola y menos ahora, que todavía se recupera emocionalmente del duro golpe que para ella supuso perder a su perra Petra, que la acompañaba desde hacía más de una década.

Eso sí, aunque sus inquietudes profesionales no dejan indiferente a nadie, lo que está claro es que tenga 20 o los actuales 40 años, Cervantes nació por y para el deporte. Para el que sea, menos para encerrarse entre las paredes de un gimnasio. «He estado tanto tiempo entrenándome sola y en un deporte individual que ahora busco hacer cosas en equipo, es más motivante para mí en este momento de mi vida». Y así ha sido. Las actividades en su lista nunca dejan de crecer. «Siempre he sido así. Cuando me apunté a atletismo yo jugaba al hockey, luego hice balonmano en el colegio, cuando me retiré del atletismo me federé, con 38 años, en el Rincón de fútbol. También he patinado, he montado en monopatín, me apunté a un torneo de voley-playa, corro 'trails'...», enumera de forma interminable.

«He estado tanto tiempo entrenándome sola, que ahora busco deportes de equipo»

Lo último en su lista, el baloncesto. Este último año ha estado entrenando cada semana con dos equipos de la Liga +35 en las instalaciones del Colegio San Estanislao. Eso sí, lo que sea con tal de no volver a competir en atletismo, pese a la buena forma que mantiene. «El seguir en la élite a los 40 es para superhéroes. Yo alguna vez me he planteado una competición de atletas veteranos, porque los entiendo, entiendo que quieran volver a la pista y con unas motivaciones diferentes. No lo descarto en un tiempo, pero ahora mismo no me apetece», se sincera. Aunque los que conozcan su personalidad saben que igual que dice esto mañana puede estar compitiendo en fútbol americano. «No soy de hacer cosas predecibles, no», bromea.

Cambio contínuo

Así es su vida, total y absolutamente impredecible. ¿Ejemplo de ello? El que en lo que al mundo laboral se refiere haya cursado la carrera de Comunicación Audiovisual (le quedan un par de asignaturas), opositado para el cuerpo de bomberos y fundado hace unos años un club de atletismo, el TED, que se entrena en Carranque y lidera su exentrenador de toda la vida, Juanjo Sánchez. Sin embargo, Cervantes ha vuelto a dar un nuevo giro: «Este último año no he estado entrenando en el club porque al final el vivir sólo de esto es muy complicado. Hoy día el que es monitor de atletismo lo es por amor al arte», se sincera. Ahora trabaja buscando nuevos horizontes profesionales, alejado de lo plenamente deportivo.

Atrás quedó el tiempo en que la malagueña podía comer del deporte rey de los Juegos. «Estuve quince años en la élite, viviendo de becas deportivas con las que podía permitirme pensar sólo en entrenar. Ahora es todo mucho más difícil», comenta. Todo aquel botín de preseas que reunió las guarda su madre; por su parte, en su poder sólo queda el dorsal de Atenas 2004, el '1075'. «Entonces no llevaban el apellido, eso es muy 'millenial'», bromea. Puede ser de las pocas deportistas que aun habiendo llegado a esta cita no se haya tatuado unos aros, y es que prefiere que el recuerdo quede grabado en su cabeza y no en su piel. Dana sigue siendo la misma niña ilusionada por todo y con ganas de comerse el mundo. Sí que han cambiado sus retos, pero no la forma de afrontarlos.

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Dana Cervantes, la impredecible niña voladora