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Javier Torres, en Gibralfaro, el lugar en el que se aficionó al ciclismo hace unos años. SALVADOR SALAS

La segunda vida de Javier Torres

Tras pasar un mes en coma y siendo paciente de diálisis desde hace once años, el ciclista malagueño es un ejemplo de superación y un caso único con su presencia asidua en pruebas de resistencia

Miércoles, 27 de octubre 2021, 00:10

A nuestro protagonista, Javier Torres, le cambió la vida a los 29 años. Hasta entonces, todo discurría entre su labor en Correos, su tiempo de ocio practicando 'body board' (de madre tarifeña) y su novia, Sensi. Pero a raíz de lo que sucedió aquel día, un 26 de febrero de 2011 fue como nacer de nuevo. «Me dio un dolor en el costado y me fui a Carlos de Haya. Desde los 5 años tenía detectada una insuficiencia renal, y me sentía como si tuviera gases. Me dijeron que podía ser eso, pero al salir me desmayé. Me subieron a una camilla y me llevaron a urgencias. Entré en coma. Tuve una septicemia. Perdí el riñón derecho, el izquierdo se me paró, y sufrí un fallo multiorgánico y tres paradas cardiorrespiratorias. Desde entonces empecé con diálisis y no me pueden trasplantar otro riñón porque en mi caso no es viable».

Javier tiene un doble callo gigantesco en su antebrazo derecho, consecuencia de inyectarse tres veces por semana (suelen ser los lunes, miércoles y viernes) durante cuatro horas el aparato de diálisis, que no es más que una forma de extraer las toxinas y el exceso de agua de la sangre (que han generado un exceso de peso corporal que no se podría eliminar de otra forma) y que se utiliza como terapia renal sustitutiva. Sin embargo, la predisposición de nuestro protagonista para disfrutar del momento es todo un canto a la vida, en su caso, la 'segunda'. «Me dijeron: 'Cuando empieces con la diálisis estarás de la cama al sofá y del sofá a la máquina...'. Y ahora voy a cumplir once años y...».

Nada ha impedido a Javier Torres practicar deporte de alta exigencia. «Cuando salí del coma, 48 horas después, me operaron del hígado. Fue una intervención compleja y perdí la movilidad en la pierna derecha porque me tocaron un nervio. Al cabo de un año, a base de ejercicios, ya pude andar solo. Mi mujer me regaló una bicicleta y empecé a dar paseos. Fue la primera. Ahora voy por la tercera», relata.

Javier Pérez, en pleno esfuerzo en una zona técnica. SUR

Y la tercera es una bicicleta de alta competición. Javier, seguidor de la Legión y al que le hubiese encantado ser militar profesional, ha participado tres veces en los 101 kilómetros de ronda (la primera, en 2016, con nueve horas y media de singladura). También ha estado en la Andalucía Bike Race de 2018, prueba por etapas entre Córdoba y Jaén, lo que requirió la asistencia provincial de Alcer (Asociación para la Lucha Contra las Enfermedades renales) para recibir la diálisis correspondiente, y pudiendo conocer a muchos de sus ídolos; también fue primero en el Campeonato de España de Trasplantados, en ruta y crono, en 2019 en Sanlúcar de Barrameda, y el pasado fin de semana acudió a la durísima Guzmán el Bueno, en Sierra Morena, con 105 kilómetros y 2.500 metros de desnivel. Allí pudo trabar contacto asimismo con otro de sus referentes, Antonio Ortiz.

De Gibralfaro a hoy

«Empecé porque me sentía bien. Subí a Gibralfaro (donde posa para este reportaje) un día y me gustó. Oí hablar de José Antonio Hermida y me metí en YouTube a bichear, como tenemos tantas horas libres en la diálisis, y vi que era carismático... Ahora tengo un poco de relación con él. Era motivación pura verlo».

«Mi objetivo es sólo que se visualice que, aunque tengas una enfermedad o un tratamiento como el mío, puedes hacer vida normal», afirma

«Puedes salir de diálisis, descansar y, por la tarde, ponerte las zapatillas y andar a ver una ciudad que está preciosa», recomienda en relación a Málaga y a sus compañeros de enfermedad, entre los que hay pacientes de todas las edades, buena parte de ellos a la espera de un trasplante que mejore su calidad de vida, que no es su caso.

Javier, al que no le constan casos de otros ciclistas con diálisis que hagan pruebas tan exigentes como las que ha completado, pergeña ahora incluso un proyecto solidario para la bolsa de la caridad de la Archicofradía del Paso y la Esperanza. «Quiero recaudar fondos para su labor social. Ir en bici desde la Basílica de la Esperanza y acabar en una sola etapa en la Basílica de Santa María de la Esperanza Macarena, en Sevilla. Me gustaría hacerlo en algún momento entre marzo y septiembre, con donaciones a una cuenta», explica.

Javier Torres, en lo más alto del podio en la Cronoescalada Ermita de las tres Cruces, en Cártama. SUR

Nuestro ciclista con diálisis también toca desde 1999 la corneta como solista en la Banda de CC y TT de la Esperanza, y tiene previsto sacar a su virgen el próximo sábado en la Magna, algo que no puede hacer cada Semana Santa. «La vida te da otras oportunidades y hay que disfrutarlas», sentencia. Lo dice alguien que ha vuelto a vivir por segunda vez.

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