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Así se vacía el Museo Ruso de Málaga

Arte ·

No hay margen para el error, todo está controlado al milímetro. Conservadores de San Petersburgo ayudan a desmontar las obras en un tiempo récord tras no renovarse el contrato por la guerra

Viernes, 6 de mayo 2022, 00:26

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Al llegar a la primera planta, a la zona de exposiciones, se distingue a lo lejos 'El paseo' de Marc Chagall. Es la joya que se eligió como cierre de la muestra 'Las vanguardias en el arte ruso' y sorprende encontrarla ahí, en su sitio, como uno de los pocos testigos de lo que ha sido el Museo Ruso de Málaga. «Y que la dejen hasta el final, que nos alegra cuando llegamos cada día», dice una empleada con una media sonrisa. Pero no será por mucho tiempo.

Un equipo mixto de conservadores del museo de San Petersburgo y de la agencia pública que gestiona los museos municipales se emplea a fondo desde el martes en el embalaje de las más de 300 obras que colgaban de las paredes del centro cultural de Tabacalera. Están acostumbrados a hacerlo, desde 2015 han pasado por estas salas unas 40 exposiciones. Pero la situación es «especial»: esta vez no se espera recibir ningún otro envío desde Rusia. La invasión de Putin a Ucrania vacía por completo de contenido un proyecto cultural que en los últimos siete años ha acercado a Málaga el arte de Kandinsky, Malévich, Ródchenko, Chagall y muchos otros.

Trabajan a un ritmo más acelerado que de costumbre porque el plazo se agota. El 15 de mayo finaliza el seguro que protege las obras desde que se descuelgan de San Petersburgo hasta que regresan a su casa. En solo diez días, todas las pinturas, esculturas y jarrones imperiales tienen que haber llegado en perfecto estado a su destino tras un periplo de una semana cruzando Francia, Alemania y Finlandia por carretera y barco. El lunes es la fecha fijada para la salida de los camiones. En ese momento, se dará ya por finalizada cualquier relación con el Museo Estatal Ruso, un vínculo que implica el pago de un canon al Gobierno de Putin imposible de justificar mientras las bombas continúan atacando al pueblo ucraniano.

La ilusión de normalidad que ofrecía Chagall se acaba cuando el paso avanza hasta la entrada de la sala. Las cajas se acumulan bajo la reproducción de 'La carga de la caballería roja' de Malévich que introducía al visitante en la colección 'Guerra y paz en el arte ruso'. El título no podía ser más pertinente: la exposición que se inauguró en Málaga en tiempos de calma se despide ahora en pleno conflicto. Las paredes de esta primera muestra (en total son cuatro) están ya casi desnudas de arte, con apenas tres o cuatro lienzos de gran tamaño aún por desmontar. Es una de las señas de identidad del arte ruso, su monumentalidad, con pinturas de varios metros de alto y de ancho que requieren de un procedimiento especial para garantizar su seguridad en el viaje. De estas se hacen cargo los expertos desplazados desde San Petersburgo, habituados a trabajar con ellas. Aquí no hay margen para el error, todo está controlado al milímetro.

Las herramientas de ese proceso se reparten por el espacio: en el suelo se despliega un papel protector sobre el que la obra se tumba para retirar el marco, los bastidores, las grapas y con «mucho, mucho, mucho» cuidado enrollar la pieza en un rulo de gran formato. Lo explica una de las mediadoras culturales que estos días recorre el Ruso con visitas abiertas para descubrir al público un trabajo siempre invisible pero imprescindible. Ayer fue la última.

Mientras ella habla, en la sala contigua colocan con extrema delicadeza un cuadro ya embalado sobre un carro de transporte. Se lo llevan a la zona de conservación donde le espera una enorme caja en la que ya se han guardado otros lienzos. Seis entrarán en este contenedor de madera, seis obras perfectamente registradas en el exterior con su fotografía y su número de identificación. Hasta el envoltorio que cubre a cada una de ellas está marcado con sus dígitos correspondientes. Las obras se ajustan al espacio con unos soportes especiales para impedir cualquier movimiento que pueda perjudicar al cuadro. Y durante un par de días permanecerán ahí, en sus cajas selladas y sin alteración alguna, para aclimatarse al nuevo entorno antes de ponerse en ruta.

Será el momento de eliminar de las paredes cualquier rastro de lo antiguo para recibir lo nuevo: fondos de Picasso que conserva su Casa Natal, una exposición de transición hasta dilucidar el futuro de un Museo Ruso sin arte ruso. Hasta entonces, «pasen por la tienda si quieren llevarse algún recuerdo», animan. Saben que muy pronto esas tazas, camisetas y objetos varios serán lo único que sobreviva a la Colección del Museo Ruso de San Petersburgo en Málaga.

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