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Víctor Rojas
Jueves, 23 de noviembre 2023, 00:30
«Si tienes penas no se las cuentes a los amigos, que los divierta su puta madre», fue una de las célebres frases del actor Antonio Gamero que anoche parafraseó el escritor Benjamín Prado en el ciclo de acústicos Suena SUR, organizado por este periódico en colaboración con la Fundación Unicaja. Prado ha compuesto canciones para artistas como Joaquín Sabina, Amaia Montero y Pereza, así como lo hace para Rebeca Jiménez, también presente en este acto. «De Rebeca, entre otras cosas, conozco sus desgracias, que es de lo que se escriben las canciones bonitas. De un matrimonio feliz no ha salido una canción en la vida», contradijo Prado a Gamero, ya que a su entender el poeta necesita estas vivencias para las letras.
La amistad entre Prado y Jiménez se remonta a años atrás. Aunque no se sabe muy bien cuántos ni cómo. «A este señor no lo ubico ahora mismo», dijo la cantante mientras se echaba a reír cuando Alberto Gómez, redactor jefe de SUR, les preguntaba por el comienzo de su amistad. «En este mundillo siempre te conoces en la actuación de antes o en el bar de después», apuntilló Prado. A pesar de esta anécdota, se puede decir que de esta relación nace arte, nace literatura y nacen canciones. Un ejemplo está en 'Calaveras y estrellas', que Prado no quiso escribir para ella, sino escribir su canción. Una biografía de Jiménez escrita por Prado y musicalizada por ella misma.
Jiménez, con quince años en la música, se ha convertido en una de las voces más reconocibles del folk español. Y ha compartido escenario con otros grandes como Neil Young, Andrés Calamaro, Miguel Ríos y Coque Malla. Sin embargo, confesó que, a veces, se plantea dejar la música. «Mi tío me contestó: 'Espérate, a ver si algún día la música te deja a ti», contó la artista para quien no ha sido fácil ese camino. Empezó con Warner aunque, más tarde, montó su propio sello para publicar sus propios discos. «No es sólo cerrar una gira, tienes que estar en todo. Necesitas siempre un equipo aunque lo he hecho sola durante mucho tiempo», reconoció.
Por su parte, Prado, según Sabina, es 'una estrella del rock sin ningún disco'. Es autor de la conocida como Generación del 99 e inauguró su bibliografía con 'Un caso sencillo', en 1986, cuando inició una carrera que lo ha aupado como uno de los poetas más populares del país. Columna vertebral del círculo de amigos formado por Luis García Montero, la fallecida Almudena Grandes y el propio Sabina, Prado es discípulo de Ángel González y Rafael Alberti, de quien recuerda sus dos consejos más comunes: «Niño, tómate muy en serio tu obra y muy en broma a ti mismo», es uno de ellos. «Cuando seas un poeta importante, no seas de esos viejos cascarrabias que compiten con los jóvenes, hay que aprender de ellos», era el otro. Unas inteligentes frases que Prado siempre ha seguido.
«No tengo sensación de que mi vida haya cambiado gran cosa en los mejores momentos y en los peores», contó el escritor, quien puso la amistad en un eje central: «Si le gusta a mis amigos para mí es bueno, si le disgusta a mis enemigos, también». Por su parte, nunca ha tenido ganas de dejar la poesía, ya que se toma su tiempo para escribirla. Su último poemario ha salido a la luz tras nueve años. Aunque, mientras tanto, escribe novelas y ensayos.
Ojos cerrados, leve movimiento de hombros y sentimientos a flor de pie. Tras la charla con Alberto Gómez, el escenario de la Sala Unicaja de Conciertos María Cristina de Málaga se convirtió en un recital de canciones y poesías al piano. La cantante puso música a los poemas de Prado, para luego lanzarse a cantar algunos de sus éxitos. Un momento mágico para los asistentes, que embelesados escuchaban las voces de los artistas.
Poema, canción. Canción, poema. Letras de amor, de desamor, vivencias, experiencias, situaciones, cantadas y recitadas, siempre con la melodía del piano. Prado y Jiménez ofrecieron un fantástico y emocionante espectáculo que puso la guinda a una divertida charla. Con el mismo toque de humor, Prado anunció el último poema y la última canción: «Tiene que haber alguna diferencia entre dar un concierto y tomar rehenes».
El último poema fue 'Salto de página', que el escritor dedica a todos los que siempre están ahí, con diferentes nombres y diferentes caras. Y, para cerrar, la canción elegida no pudo ser otra que 'Calaveras y estrellas'. «Es la única que no pararía de cantar nunca. Quiero compartirla porque seguro que va a hablar de vosotros», concluyó Jiménez.
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