Pepe Marchena

En noviembre de 1903, cuando aún el mundo estaba sorprendido por habérsele otorgado a una mujer, Marie Curie, el Premio Nobel de Física, venía al mundo en la localidad sevillana de Marchena, José Tejada Martín, quien con el paso del tiempo sería conocido primero como Niño de Marchena y más tarde como Pepe Marchena. Apadrinado artísticamente por el cantaor Rafael Pareja, del que fue su principal epígono, se presentó en el barrio madrileño de la Bombilla, donde obtuvo un destacado éxito. Pero su gran presentación en Madrid fue en 1924, en el Teatro Martín formando parte del elenco de una fiesta andaluza que se intercaló en el sainete 'Málaga ciudad bravía', de Ruiz Aguilera y Martínez Tovar.

Más tarde Pepe Marchena fue cabecera de cartel en infinidad de espectáculos que recorrieron toda España en múltiples ocasiones, actuando de igual manera en grandes teatros que en plazas de toros, junto a la flor y nata de los artistas de entonces: desde un Antonio Chacón a un José Cepero, desde un Manuel Torre a un Cojo de Málaga; desde una Niña de los Peines a una Pepa la Antequerana; desde un Ramón Montoya a un Niño Ricardo, o desde un Miguel Borrull a un Manolo Sanlúcar. Fue la etapa conocida como la de la ópera flamenca, dedicada al auge y entronización del fandango, en la que el Niño de Marchena se convirtió en su rey para, posteriormente, con la llegada de la revalorización del cante, es decir, del neoclasicismo flamenco, fuese el chivo expiatorio de una época en la que el fandango fue el sustento de todos.

Cantaor de todo lo habido y por haber y con un buen número de grabaciones discográficas realizadas, fue el hombre que olvidándose de la rudeza temática de lo jondo, de la amargura vital, se adentró en el espíritu popular con sus pros y sus contras, consiguiendo que media España le vitoreara durante más de cincuenta años. Este hombre de escasa cultura, que llegó a ser amigo personal de actores, toreros, literatos, poetas, en una palabra, de la cultura, falleció en Sevilla tal día como hoy, 4 de diciembre, del año 1976. De él dijo don Jacinto Benavente: «Pepe es un perfecto embajador de su propio talento».