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Marilú Báez

Pedro Hoz, el malagueño de 23 años que expone de Cuba a Hong Kong

Estudió empresariales, no empezó a pintar hasta los 18 y es autodidacta, pero su estilo personal ya se abre paso con fuerza en el mundo del arte

Lunes, 8 de abril 2024, 00:47

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Pedro Hoz no parece un pintor que vaya a trabajar a su estudio. Viste camisa blanca con rayas y pantalón azul, y lleva el pelo perfectamente peinado. Asegura –y su equipo lo confirma– que no es solo por la foto. Él es así. «Me gusta pintar con flow», dice con una sonrisa mientras posa para la cámara. Cuando acabe el día su imagen será probablemente muy distinta, despeinado y con alguna que otra marca de óleo en una de esas camisas que compra en una tienda de segunda mano del barrio, pero la elegancia es un valor intrínseco. Y Pedro Hoz tiene estilo.

Tampoco la suya es una carrera convencional. No empezó a pintar hasta los 18 años y ahora tiene 23. Y en ese tiempo estudió Empresariales, no Bellas Artes. Trabaja el óleo desde hace solo año y medio, pero le ha cundido. Sus obras han estado ya en Seúl, Miami, México, Madrid y también en casa, en Alhaurín de la Torre. En ellas vuelca su subconsciente, un imaginario muy personal de cuerpos extraños que se entrelazan o flotan en universos imposibles. Es surrealista a ojos de cualquiera, pero él aclara: «El surrealismo para mí es un movimiento que ocurrió en una época y no se puede replicar». Prefiere decir que su pintura es un «escape de la razón». «En este mundo tan racional en el que vivimos es de las pocas cosas que hago en las que intento no cuestionar nada, simplemente sentir y ver a dónde me lleva», explica.

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De momento, bastante lejos. En un mes inaugura su primera exposición en un museo, en el Centro de Arte Tomás y Valiente de Fuenlabrada: 16 cuadros y tres esculturas de gran formato, además de las pequeñas figuras 3D que acompañan a modo de firma personal cada pintura, con Jon Benet como diseñador. Después participará en sendas colectivas en Hong Kong (en Tang Gallery) y en Arabia Saudí (en una feria de arte); y ya da vueltas a la escultura de cuatro metros de altura que llevará desde Málaga hasta la Bienal de Cuba en noviembre. En enero de 2025 debutará con una individual en Nueva York, en Villazan Gallery, galería de la que es artista.

«El último año de carrera ya vivía de la pintura», cuenta sentado en el estudio que tiene en la calle Héroes de Sostoa, en un local de su abuelo que él y otros artistas ocupan mientras encuentra nuevo inquilino. ¿Cómo ha pasado todo esto? Pedro Hoz reflexiona y busca una explicación, pero también a él le ha sorprendido esta evolución. El punto de inflexión fue Corea. Formaba parte de un programa de alumnos de Empresariales de la UMA que viajó hasta el país asiático para llevar a cabo un proyecto. Todavía en la era Covid, Pedro tuvo que pasar dos semanas de cuarentena en una habitación de Seúl, y se dedicó a pintar un cuadro tras otro. Hasta quince. Con ellos visitó galerías de la ciudad, hasta que una de ellas, Kara's Gallery, le compró todo su trabajo. «Eso me hizo creérmelo», afirma. Y ya no paró.

Ha transformado en estudio y punto de encuentro de artistas un local de Héroes de Sostoa

«Todo lo que gano va para esto, para crear más obras, para llevar a cabo esculturas, para tener un equipo». Ahora mismo son tres: él, Benet como diseñador 3D y Pol Arregi como studio manager. Los tres están hoy en el local de Héroes de Sostoa, un taller –un antiguo chino– que a ratos parece el camarote de los hermanos Marx con artistas y colaboradores que entran y salen. Y tres perros, aunque «normalmente solo hay dos».

Diez mandamientos

La filosofía del espacio está por escrito en el documento 'Diez mandamientos para mi nieto' que preside una de las estanterías. Lo firma su abuelo Juan Antonio Domínguez, abogado y aficionado a la pintura con el que mantiene una relación muy especial. Es su pilar y sus pies en la tierra: «Ser trabajador y constante, poner interés e ilusión en cada cosa que hagas», se lee en el sexto mandamiento. «Ser generoso», dice el décimo. Y Pedro Hoz cumple. «Lleno mi vida con esto, no me importa estar todo el día aquí pintando», asegura el joven, que desde hace unos meses comparte el local con el también artista malagueño Zoilo Blanca.

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Con los dos caballetes uno al lado del otro, solo separados por mesas cubiertas de tubos de pintura al óleo, se hace evidente lo radicalmente diferentes que son sus estilos. «Pero nos retroalimentamos», confirma Zoilo. «Es la única persona que dejo que opine sobre mis cuadros», añade Pedro Hoz. «Y su pintura a mí me ha influido», continúa Zoilo. Una amistad y una admiración mutua que no descartan que se traduzca en alguna colaboración artística en un futuro próximo.

Es una de las muchas sinergias que nacen de este lugar, donde hace unas semanas preparaba su intervención en el Museo Carmen Thyssen el también artista malagueño Ernesto Artillo. En plena Carretera de Cádiz, se ha convertido en un punto de encuentro de jóvenes inquietos. Para crear y también para entrenar. Al fondo a la izquierda, la sala guarda una sorpresa inesperada: un enorme espacio abierto del que cuelgan varios sacos de boxeo. «Todos los días entreno, me mantiene cuerdo y sano», concluye.

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