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Acaba el ensayo y Octav Calleya se despide de uno de los violinistas enviándole saludos para su padre. «Fue mi alumno», explica. Es el reflejo ... de su lugar en Málaga: varias generaciones de músicos han pasado por su batuta. Pronto cumplirá 80 años de vida, 50 de su primer concierto en Málaga, 40 de su cátedra de dirección de orquesta en el Conservatorio Superior y hará 32 años que estrenó la Orquesta Filarmónica de Málaga. «Soy rumano de nacimiento, español de adopción y malagueño de corazón», se define, un sentimiento compatible con sus lágrimas al recordar una bella canción popular de su tierra que da nombre a su casa en el Puerto de la Torre, 'Miorița'. Este viernes, el maestro se reencuentra con su querida Filarmónica en un concierto benéfico en la plaza del santuario de la Victoria (21.30 horas). Se sube al atril siempre que puede, pero su mayor obsesión ahora es dejar por escrito lo que sabe. Para que no se pierda, para que no olvide.
–¿Qué le preocupa que se olvide?
–Lo que no deben olvidarse son todas las cosas positivas que han sido reales y que han pertenecido a la vida musical. No se debe perder. Porque el mundo es así, viene otro porque tú te haces viejo o te jubilan y dice 'esto no es así, es lo que hago yo'. Una cosa es que te borren y otra que te nieguen.
–¿Y qué está por escribir?
–Ahora estoy con dos libros. Uno está ya listo sobre un músico y mentor mío. Y escribo otro de estricta especialidad, de dirección de orquesta y fenomenología musical. Después haré un libro sobre mi recorrido artístico.
–Habla de jubilación, pero parece que usted no se jubila.
–Eso no es verdad. La administración te jubila a los 70, y eso quiere decir que te pone al lado. Y ya no es lo mismo. Pero por suerte tengo salud y hay cosas muy interesantes que yo tengo que hacer todavía. Y libros también.
–¿Y no se plantea descansar ya de la profesión?
–Pero lo hago. La jubilación es buena porque haces lo que quieras a tu ritmo. Y no es buena porque la sociedad, poco a poco, te echa a un lado. Pero es normal, es la vida.
–¿Hubiera seguido dando clases en el Conservatorio?
–Mis alumnos me dicen muchas veces que nunca olvidarán mis enseñanzas. Y cada vez que oigo esto pienso 'no sé lo que te enseñé entonces, pero ahora sí sé lo que debería enseñar'. ¡Claro que hubiera seguido!
–¿Y sigue necesitando subirse al atril para sentirse activo?
–No es por eso. En noviembre cumplo 80 años y en enero se cumplirán 50 años de mi primer concierto en Málaga. Entonces, no es que necesite dirigir porque lo que he hecho durante más de 50 años. Dirijo pero selecciono más. Los 80 años te obligan a tener un poco más de cuidado. Estoy hecho de música, he vivido de la música y he sido realmente feliz con ella, pero intento no meterme en las cosas con el ímpetu de antes. Y ahora soy más exigente con mi tiempo, con lo que hago. No estoy ya para cosas banales. Cuando alguien me pregunta qué hago ahora que estoy jubilado le digo: «Me estoy preparando para morir ¡y tengo tantas cosas que hacer que no creo que las termine!».
trayectoria
–¿Siente que a punto de cumplir los 80 años dirige mejor que con 60?
–Debería ser así. Y cuando quiero es así. Un director de orquesta italiano, Vittorio Gui, dijo en una entrevista cuando cumplió 90 años: «Sabe usted, ahora es cuando yo sé cómo se dirige una orquesta. Pero ni me dejan ni puedo». La dirección de orquesta es una cuestión demasiado larga y complicada.
–Y ahora sabe más.
–Exactamente. Pero la competencia es muy grande y los jóvenes están cada vez mejor preparados. En nuestra profesión hay un dicho muy real: «Hasta los 40, te enteras de lo que es esto; de 40 a 60, te haces. Y después de los 60, verás lo que eres». Esto no es para cualquiera. La dirección ha llegado a ser una ciencia.
–En estos cincuenta años, ha visto cómo ha cambiado el sector musical en Málaga.
–Todo ha cambiado mucho hacia bien. A quienes critican, que miren atrás y comparen. Cuando vine por primera vez solo existía la Orquesta Sinfónica.
–¿La OFM suena mejor ahora que cuando empezó a dirigirla?
–He sido fundador de la orquesta y titular durante cinco años. Lo que yo hice y cómo lo hice fue pensando en el público, con una orquesta nueva que era el doble de la de ahora. Venía de la Orquesta Sinfónica, de haber visto bien qué se había hecho antes de mí, en mis diez años y dónde estábamos para empezar con esto. Y estoy súper contento porque tracé unas líneas importantes que nunca habían existido aquí. Me planteé por delante un estricto camino con compositores que casi no se habían tocado en Málaga: Strauss, Stravinsky, Mahler, Falla y Bruckner.
–¿Qué le hubiera gustado hacer con la OFM y no pudo?
–¡Oh! Alguna ópera de Wagner. Cuando hay un director con mucha continuidad, pasa igual que en el fútbol. ¿Usted sabe que el mejor equipo de fútbol de Europa ha tenido el mismo entrenador durante 30 años? Manchester United. Los resultados así son extraordinarios. Por eso antes había directores de larga duración. Hoy ya no hay, hoy un director tiene tres orquestas a la vez.
–Los tiempos cambian. ¿Qué opina de dirigir en vaqueros?
–¡Hay cosas de cárcel! Hay quien coge temas de Beethoven, le pone ritmo de rock y gana dinero con eso. ¡Eso es robo! Y ahí está. Y se ha dado mucha mano libre a los directores de escena de ópera y se hacen cosas horribles. ¿Que es tradicional el público en esto? Pues sí, y tiene toda la razón.
–¿Pero no cree que se debe hacer un esfuerzo por modernizar la puesta en escena de la clásica?
–Sí, y se va a hacer como sea porque no puede repetirse todo. Pero pasarse tanto, tampoco.
Jubilación
–Cuando no escucha música clásica, ¿qué escucha?
–No escucho música clásica normalmente. De vez en cuando escucho alguna cosa mía. Por verificarme. Se va a reír... En Youtube hay más de 150 obras mías, grabaciones casuales que están ahí, y a veces me las pongo por alguna razón ¡y me enamoro de mí mismo! (ríe). ¡Hay algunas cosas tan bien hechas! Porque están hechas desde dentro.
–¿El atril da poder?
–Antes sí, hoy no. Hoy día no existen directores ni poderosos ni permanentes, los tiempos han cambiado.
–Pero no me ha contestado antes. ¿Escucha rock, pop?
–¡No! ¿Qué se encuentra ahí? Si fuera música buena, duraría mucho.
–Mire a los Beatles.
–Sí, pero cuántos ejemplos me puede dar. ¡Unos pocos y de hace 60 años! El otro día, 63.000 personas para ver a no se qué grupo. ¿Cuánto dura esto? Y, ¿qué valor tiene? Un valor rítmico sobre todo. Pero no durará. Lo que escucho es mucha música popular.
–¿Y con quién empezó todo?
–Todo empezó con Bach, aquella música tenía esencia y tenía valores. Por eso dura 300 años. Cada uno de los grandes compositores de la historia de la evolución espiritual de la música, han abierto caminos más allá.
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