El lado más malaguita del Canijo de Jerez
El primer festival en Alameda desemboca en un torrente de pasión blanquiazul horas después de la salvación del club de La Rosaleda, con Little Pepe reivindicando el sentimiento malaguista y Zatu, de SFDK, defendiendo nuestra identidad andaluza
Su nombre sabe añejo como el aroma que desprende la música del grupo que irrumpió a finales de los 70 y comienzos de los 80 en plena ola del rock andaluz. Encorsetada entre Córdoba y Sevilla, apéndice norteño de Málaga, Alameda suena a música para una generación que añora tiempos pasados, esa que defendía una identidad como ahora otros defienden un estilo. Y es que la formación sevillana del mismo nombre dejó un poso, junto a Triana y Medina Azahara, del que se extraen sedimentos que han llegado a la actualidad. Alameda, no obstante, se asocia hoy a un festival que inaugura esa otra forma de vivir olvidada dos años por la pandemia. Música, diversión, bebida a raudales, camping para ver amanecer arropado por el cariño ajeno, madrugadas interminables y resacas inolvidables. Viva la juventud que no tiene edad para pensar en mañana. De hecho, no existe el futuro, sólo el ahora. Alameda por su historia está asociada al famoso bandolero 'El Tempranillo', enterrado en la parroquia del pueblo, de la misma forma que El Canijo de Jerez fue alma mater de Los Delinquentes que sembró de sentimiento garrapatero miles de almas envueltas en el elixir de la noche sonora. No se trata de crear una sensación gamberra, sino de contextualizar una cita con el cantante gaditano, Mala Rodríguez, SFDK, Juanito Makandé, Little Pepe, MR. Kilombo, M.E.M.O. o Viene la Curva. De Yoni Dientes o Delreverso ya hablaremos otro día, que esos tienen su historia que contar.
«Mi nuevo disco, que lo sacaré el año que viene, se llamará 'Ceniza y barro', por aquello de la guerra, la trinchera, y es como mi carrera, aunque estemos hasta arriba de ceniza y barro siempre sale una flor»
El sábado, Alameda despertó el lado más malaguita del Canijo de Jerez en un festival que desembocó en un torrente de pasión blanquiazul horas después de la salvación del club de La Rosaleda, con Little Pepe reivindicando el sentimiento malaguista y Zatu, de SFDK, defendiendo nuestra identidad andaluza.
Marcos del Ojo Barroso, el Canijo de Jerez, atiende a SUR rodeado de los suyos, como le gusta estar, después de un día especial, -«ayer, por el viernes, se casó el Pimentel, nuestro guitarrista, lo casé yo, fui el maestro de ceremonias, me lo curré tela, vino La Mari de Chambao, cantamos, nos lo pasamos que no veas, aún estamos de resaca»-, con los hijos de sus compañeros revoloteando durante la conversación informal, creando ese ambiente que le da identidad a un personaje que destila verdad por todos los poros, por su afabilidad y por su concepción de la vida. Porque él se considera un bandido bien entendido: «Soy un bandolero garrapatero, con humildad, que no cree en la violencia, que solo cree en la música, en el buen rollo, soy un bandolero que lucha contra el mal rollo, contra la gente aburrida, no hay cosa peor que alguien aburrido con las cosas que hay que hacer... mientras no se maltrate a los animales.»
«No he estado nunca en Starlite, es un festival un poco más glamuroso, entre comillas, porque a mí me parece más glamuroso un plato de los montes que un plato de caviar«
El Canijo se contagió del ambiente blanquiazul que se vivió el sábado en Alameda, ya que enarboló la bandera del Málaga Club de Fútbol durante el concierto, envuelto en ella ante el delirio de los presentes, alabó todas y cada una de las maravillas de nuestra tierra y repartió elogios por doquier ante las bondades que enriquece la provincia.
Para un festival que se estrena en el panorama musical, tener al Canijo de Jerez en el cartel es éxito asegurado. «Toqué ya en Alameda con Los Delinquentes, pero hacía mucho que no venía. Alameda está en una provincia maravillosa que es Málaga, para mí es como Jerez de la Frontera, hablamos muy parecido, con la c, me encanta la luz de Málaga, el sol, la gastronomía, el plato de los montes, el espeto, las conchas finas. Y este festival tiene mucho mérito, ha respetado mi caché, y el cartel es inmejorable, con La Mala Rodríguez; SFDK, que para mí son los reyes del hip hop en España; mi compadre Juanito Makandé, MR. Kilombo, que es amigo mío; Javi Medina, un pedazo de artista... es un cartel brutal, y me emociona que se hagan eventos así porque congrega mucha gente garrapatera con ganas de pasarlo bien. Hay géneros musicales muy diferentes, y en los festivales no hay ni peleas, la gente se pelea más en el fútbol que en los festivales, aquí siempre hay buen rollo y alegría, y allí donde haya buen rollo y alegría ahí estará siempre el Canijo de Jerez».
A pocos días de cumpllir 40 años, el gaditano rezuma sentimiento cuando se crea el ambiente adecuado: «La música es una forma de vivir, un estilo, no hace falta que te guste, siempre te lleva a algún lado y si te despierta algo entonces es que te gusta la música. No hay que entender la música, hay que dejarse llevar, hay que sentirla y ya está. La música que está hecha sin trampa ni cartón llega, como todo en la vida. Hay música más comercial y personalmente lo que más valoro es componer una canción, pues requiere inspiración, saber de qué vas a hablar, me curro mucho las letras y luego que llegue donde llegue. Hay muchas maneras de hacer las canciones, son universales, y luego hay buenas canciones y malas canciones…».
Cuando mira atrás, en ese pasado que arrastra tantas vivencias producto de una carrera tan longeva, es inevitable que salga a relucir la pandemia: «Llevaba desde el 98 sin parar y el confinamiento me sirvió para descansar un poco y poner los pies en el suelo. Fue un periodo introspectivo -se sincera el Canijo-. También me sirvió para trabajar en mi nuevo disco, que lo sacaré el año que viene, y se llamará 'Ceniza y barro', por aquello de la guerra, la trinchera, y es como mi carrera, aunque estemos hasta arriba de ceniza y barro siempre sale una flor. Será un disco muy flamenco, muy garrapatero, muy callejero, más acústico que el anterior. También aproveché para leer los libros que tenía en mi casa y que no me daba tiempo, y para escuchar discos que llevaba mucho tiempo sin oírlos. Además, grabé una película con Gonzalo García Pelayo, director mítico de los 70 y productor del grupo Triana o María Jiménez. Gracias a Dios tengo una casa con patio, barbacoa, piscina.. y entonces tuve un confinamiento VIP -risas-. Aprendí hasta hacer pan… Me encanta mucho tocar, la música, los conciertos, la vibración que se crea con la gente... Llevaba una media de 80 'bolos' al año, y con Los Delinquentes casi 100, así que ese parón vino bien, la verdad».
Interrumpe la entrevista Leo, el hijo de su técnico de sonido, y le muestra un peluche en forma de camaleón con la palabra Málaga grabada. Y el Canijo siempre esboza una sonrisa y tiene la palabra adecuada para todo el mundo: «Mira qué bonito, ¡ay!, pone Málaga, qué me gusta Málaga. ¿Te vas a subir al escenario a cantar conmigo?», le espeta al menor rubio pajizo que sale despavorido ante la insinuación... y corre hacia el otro lado de la habitación donde están los componentes del grupo, necesita sentirse así siempre, junto a los suyos. Y apostilla cuando se le pregunta por su ausencia en Starlite: «No he estado nunca en Starlite, es un festival un poco más glamuroso, entre comillas, porque a mí me parece más glamuroso un plato de los montes que un plato de caviar. Starlite trae gente internacional muy grande, en fin, el sitio dicen que es muy bonito, en la cantera, pero no he ido nunca... estaría guay tomarse allí una copita de Don Perignon o una maceta de Don Perignon»... Es el Canijo de Jerez en estado puro, que dice lo que piensa. «Soy fácil de encontrar, me muevo por todos lados».
En el escenario derrocha un frenesí de pasión. Antes de su actuación no puede evitar acompañar a Juanito Makandé en un tema, luego, ya con su banda, en su turno de deleitar a los presentes, se crea una comunión total con un público que le jalea, pide una bandera de Andalucía que ondea al aire en Alameda y otra del Málaga Club de Fútbol, que abraza, protege y cubre su cabeza. Así durante más de una hora que culminó por la puerta grande como los toreros, que trasladado a la música es sinónimo de lanzarse al público para ser balanceado por una marea de brazos que cual trono es mecido de un lado hacia otro, consecuencia de su entrega total a sus incondicionales. Es el clímax, con su mujer, Belén, grabando la escena primero desde un lado del escenario y preocupada después por el desparrame general, aunque afortunadamente sin consecuencias... Cuando vuelve al camerino tras darlo todo, presenta a Fran Cortés, el hijo de Chiquetete, y se entrega a su otra pasión, la conversación, y recomienda al entrevistador leer 'Juan Belmonte, matador de toros: su vida y sus hazañas', «un libro que merece mucho la pena. También me encanta Stephen King, las obras de terror...», algo que no le pega nada dada su idiosincrasia, pero si hay algo destacable en el Canijo de Jerez es su autenticidad, por eso nunca deja de sorprender.
Little Pepe, que eleva el reggae a otra categoría, sembró de música un escenario por el que pasaron su hijo; Zatu, con el que se da el gusto de bailar también; y Caze, el rapero de Cartagena, al que presenta así: «Demos las gracias al Cartagena que esta noche ha salvado también al Málaga»
Fue una noche para el recuerdo, porque luego el festival desembocó en un torrente de pasión blanquiazul horas después de la salvación del club de La Rosaleda, con Little Pepe reivindicando el sentimiento malaguista y Zatu, de SFDK, defendiendo la identidad andaluza. El malagueño que eleva el reggae a otra categoría sembró de música un escenario por el que pasaron su hijo, Zatu, con el que se da el gusto de bailar también, y Caze, el rapero de Cartagena, al que presenta así: «Demos las gracias al Cartagena que esta noche ha salvado también al Málaga» (le ganó 5-0 al Amorebieta, uno de los rivales del club blanquiazul por evitar el descenso), para luego calzarse la camiseta verde y morada con la que concluyó una actuación de diez, como su música, como este festival que tiene como logo una aceituna (lo que da de comer al pueblo), un conejo (que abunda por los alrededores), un flamenco (que anida en la Laguna de la Ratosa y es orgullo de todos) y el pico de la Sierra de la Camorra como fondo...
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