Brisa comienza la metamorfosis del Dique de Levante en recinto de conciertos

A las 11 de la mañana hace calor, demasiado, y la humedad a escasos metros del mar es excesiva, pero aquí no hay descanso. Unos operarios despliegan los primeros metros de césped de los 4.500 que cubrirán parte del recinto, mientras otros escalan a doce metros de altura para extender la lona que anticipa desde lejos lo que aquí sucede: Brisa Victoria, el nombre del escenario principal del mayor festival que este verano se celebrará en el corazón de la ciudad. Tres días y 31 bandas. El Dique de Levante del Puerto de Málaga se transforma por primera vez en un recinto de conciertos, un lienzo en blanco que permite a la producción diseñar un espacio a medida para las 8.000 personas que –como máximo– llegarán cada día a partir del jueves. Se trata de un aforo muy por debajo de lo que realmente cabría en este lugar. «Pero queremos que el público esté cómodo, que tenga una buena experiencia», explica Leopoldo Mérida, director del festival.

El pasado viernes se activó la maquinaria para la metamorfosis del Dique de Levante. En el punto álgido del montaje, medio centenar de personas trabajarán para que del 25 al 27 de julio todo esté a punto para la actuación de nombres de referencia de la música independiente, como El Kanka, Lori Meyers, Izal, Xoel López, Kiko Veneno, Ángel Stanich, Dorian y Travis Bird, junto a un buen número de bandas locales. Tres contenedores superpuestos conforman la puerta de acceso, un elemento que se repite a lo largo del recinto para delimitar el perímetro. Son un «guiño» a la actividad portuaria «y además sirven de almacenaje», cuenta Emanuela Cozzoni, del equipo de producción del Brisa. Dentro de ellos, por ejemplo, se han transportado los rollos de césped artificial que ocultarán el asfalto y aportarán otro ambiente, más amable y confortable, al entorno de la terminal de cruceros.

El Brisa da el salto de la plaza de toros de La Malagueta (donde ha celebrado las dos ediciones anteriores) a otro espacio urbano, pero alejado del barrio, a un kilómetro de distancia de la primera vivienda. Tres escenarios se repartirán por los 11.000 metros cuadrados de superficie de manera que no haya ni un minuto sin música. Los cabezas de cartel actuarán sobre una tarima de 16 metros de ancho flanqueados por dos pantallas gigantes. En el 'backstage' toma ya forma el oasis para los artistas, diez camerinos distribuidos en torno a dos patios, con un grifo propio de cerveza Victoria y un 'corner' de café, infusiones, chocolatinas varias y fruta fresca. La idea es que tengan un lugar para socializar, pero también para la intimidad si lo prefieren.

En paralelo se ubica el segundo escenario, el Málaga, frente a una zona gastro que contará con nueve 'foodtrucks'. Karavana, Mágicos Cabrones del Ruido, Bromo, Miope, Break the Sense, Mar Louise y Ángela Hoodoo, entre otros, empezarán a tocar allí en cuanto se apague la música del principal para los cambios de bandas. De forma simultánea se activará el MiniStage, diseñado a modo de chill out con una barra de cocktails y mojitos, donde actuarán Daniel Blacksmith, Alba La Merced y Tirana, entre otros. Ambos escenarios forman parte del ADN de este festival, un evento concebido para unir en una misma propuesta a grupos nacionales con artistas de la tierra. «Los cabezas de cartel son el reclamo pero luego vas a sentarte en un espacio agradable y vas a descubrir a artistas malagueños y andaluces que te van a sorprender. Así se crea escena y en eso somos únicos», reivindica Mérida.

Los números de producción dan idea de la dimensión del evento: 9.000 kilos entre pantallas, equipos de sonido y luces; 15 generadores, 2.500 metros de cable. Y hasta cien personas se contratarán para que todo funcione esos tres días, más del 50% mujeres. A lo largo del recinto, se instalarán tres barras de madera de unos 30 metros de largo. Y una novedad: Brisa prescinde de las pulseras 'cashless' de recarga para las consumiciones y solo admitirá pagos con tarjeta de crédito. Si alguien no dispone de una y tiene efectivo, tendrá que solicitar una tarjeta por el importe que decida en un punto habilitado para ello. De esta forma, se evitan las quejas que en numerosos festivales provocan las pulseras, con gastos de gestión y plazos cortos para la devolución del dinero sobrante. Y hay más: cerca de la entrada se instalarán diez casetas de madera con productos de Málaga de Moda y habrá un reservado para 'merchandising'.

El acceso al Brisa cuenta con las ventajas de un evento en el centro de la ciudad, con transporte público y varios aparcamientos en los alrededores. Por razones de seguridad, la circulación estará cortada al tráfico desde La Farola, por lo que la llegada al recinto se hará a pie desde ese punto. Solo quienes participen en una acción con Mini que en las próximas horas se anunciará en las redes sociales del festival, podrán usar un servicio de 'transfer' desde la plaza de la Marina hasta la puerta del Brisa. Y que empiece el show.

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