Luque, que el 6 de abril saca su nuevo disco como Sr. Chinarro, en la playa de Pedregalejo. Fernando Morgado

Antonio Luque, cantante de Sr. Chinarro: «Vivimos en una sociedad infantilizada»

‘Asunción’, su octavo disco en diez años, refleja la particular forma de ver el mundo de este sevillano que tiene en Los Baños del Carmen su pequeña patria

fernando morgado

Domingo, 1 de abril 2018, 00:10

El tiempo da la razón a Antonio Luque (Sevilla, 1970). También el meteorológico, pues a la hora de la entrevista las nubes cubren el centro de la ciudad y el sol brilla a partir de El Morlaco, un escondite del que sale cada poco para presentar un nuevo disco bajo el nombre de Sr. Chinarro. Esta vez se trata de ‘Asunción’, que se pondrá a la venta el 6 de abril y del que ya se pueden escuchar ‘Las Pruebas’ y ‘Quiero hacerlo mejor’. Se siente malagueño, pero intenta no cruzar la frontera que marcan Los Baños del Carmen, y menos en Semana Santa. «A mí hasta Giacometti me aburre, imagínate esas tallas», asegura. Pero Sr. Chinarro también resucita cada año para extender su evangelio a través de la música.

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¿Hay algo que pueda hacer mejor después de 28 años de carrera y 17 álbumes?

–Todo el mundo debería hacer las cosas un poco mejor. En el disco anterior hacía una burla al progreso porque no damos pie con bola. Con ‘Quiero hacerlo mejor’ no hablo de mi música, no quiero tocar la guitarra mejor, eso ya lo di por imposible… A mí me gustaría unirme a esos que quieren arreglar el mundo de golpe, pero ¿no es mejor solucionar cosas concretas? Ya canté sobre eso en una canción de ‘Menos samba’ que se llamaba ‘Tu elixir’, pero no gustó nada porque la gente echa balones fuera. Todos somos muy buenos y los políticos son muy malos. ¿Seguro que no podemos hacer nada más allá de votar? Eso es lo que me pregunto en ‘Quiero hacerlo mejor’.

¿Al igual que ‘El progreso’, tiene este disco un eje temático?

–El título ‘Asunción’ significa al mismo tiempo ‘asumir’ –lo mucho que tenemos que mejorar, por ejemplo– y también ‘ascender’. Me refiero a la madurez, que te da una tranquilidad: asumes que el mundo no tiene arreglo, pero con calma, no con la tristeza y el cabreo del adolescente, sino pensando en hacer lo posible por remediarlo. Separo los envases de plástico, pero no sé dónde van a parar aquí en Málaga. Seguramente nos toman el pelo, pero lo seguiré haciendo.

¿Es el single ‘Las pruebas’ lo más cerca de un ‘hit’ que puede estar Sr. Chinarro?

–Un ‘hit’ hay que querer hacerlo. La canción más escuchada de Sr. Chinarro es ‘Una llamada a la acción’, que en principio hablaba de minerales, y me dijo Jordi Gil que con esa melodía cómo iba a cantar sobre minerales. Entonces escribí una letra que habla de hacer el amor, sabiendo que eso tiene gancho. Salió bien. Después de ‘Enhorabuena a los cuatro’ he ido replegándome sobre mí mismo por timidez. Con ‘Presidente’ salía más en los medios e incluso me fui a Madrid y la gente me reconocía por la calle. A mí eso no me va, no lo llevo bien, así que prefiero hacer las cosas como más cómodo me siento. Ya sé que nunca voy a tener un gran éxito, pero con poder pagar la hipoteca…

El videoclip de ‘Las pruebas’ retrata a una generación adicta a la nostalgia que de repente se encuentra con la vida adulta. ¿Es ese el mensaje de la canción?

–Le di a la directora, Marta Busquets, unas claves que explicaban la letra. Qué mejor prueba de que existe la vida que un nacimiento. Creo que nos pensamos demasiado lo de tener hijos, yo el primero. No quiero parecerme a un ministro de los que piden que haya más natalidad, pero está claro que tenemos un problema. Vivimos en una sociedad totalmente infantilizada. Y hablo yo, que he tardado mucho en madurar, si es que lo he hecho. Tener un hijo te pone los pies en la tierra, y eso nos hace falta un poco a todos. Es la única herencia que dejas, lo demás es siempre del banco.

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¿Hay una mayor conexión con su nueva banda?

–Esa es la gran diferencia con el disco anterior. Hemos trabajado juntos durante todos los conciertos de ‘El progreso’, que han sido muchos, y ya sabíamos lo que queríamos hacer. No hay ninguna colaboración de nadie, solo nosotros cuatro, y eso le da homogeneidad al disco.

¿Siente que sus letras son cada vez más crípticas?

–Ha habido una oscilación, y quizá los dos o tres últimos discos sean más crípticos. Tampoco lo hago adrede. Yo le veo un sentido, sé lo que quiero decir y siento que no le estoy tomando el pelo a nadie. Es muy difícil escribir letras. La línea entre lo sublime y la vergüenza ajena es muy delgada, por eso me escondo. A Jota, de Los Planetas, se lo digo: «Hay cosas que cantas que, si lo hiciese yo, me sentiría cursi, sin embargo en ti me suenan bien». Cada uno ha venido al mundo con su misión.

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¿Será que tiene más miedo a expresarse en público?

–A mí la gente me da miedo, siempre me lo ha dado, algo me pasó en el colegio. Tenía un amigo que daba las hostias por mí. En esto de las letras no tengo escudero, entonces tengo que ir protegido.

Recientemente protagonizó una pequeña polémica en Twitter con Javier Calvo, uno de Los Javis, a causa de ‘Operación Triunfo’.

–Yo no sabía quién era, por eso no respondí. No quería meterme con Operación Triunfo, porque no he visto ni un minuto. Pero tengo vecinos que nunca escuchan música y ven Operación Triunfo. Debe haber algo en ese programa que gusta a la gente a la que no le gusta la música.

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¿Sigue haciendo canciones por el absurdo?

–Cualquier cosa es absurda. Y lo que no es absurdo, es excepcional, y a esas cosas nos agarramos para darle un sentido a nuestra existencia. Un sentido tan elaborado como una canción que yo haga. Todo lo demás es una sucesión de acontecimientos inconexos y ridículos. Siempre lo he percibido así, y cuando no lo hago es porque me engaño y me tranquilizo. Trato de construir un sentido, pero cualquiera con una capacidad mínima de observación verá que no hay ninguno.

El amor, recuerdo extraño

Y el amor, ¿es absurdo?

–Hay mucha literatura, demasiada. Ya he pasado la época radical en la que decía que el amor era un invento de los curas. Ahora hay muchas mujeres rebelándose contra el amor romántico, que tan desgraciadas ha hecho a muchas personas. Tengo vecinos con 60 años y siguen con peleas de celos. ¿Todavía están sufriendo por esas tonterías? Lo del amor en comuna que proponía Anna Gabriel quizá es muy radical, pero un término medio estaría bien. Es verdad que hay veces que te enamoras y te conviertes en un tonto, pero a mí eso hace muchos años que no me pasa. Lo tengo como un recuerdo extraño.

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En ‘Mi utopía’ insiste en la idea que ya tocaba en el anterior disco. ¿No ha conseguido tener en Málaga su Walden particular?

–Siempre me estoy quejando de Málaga porque creo que con un poco más sería perfecta, pero negar que se vive bien es una tontería. Los malagueños deberían darse cuenta de que están en un paraíso y a los paraísos hay que quererlos. Pero no vale con quererlos de boquilla, hay que demostrarlo cada día. Usando las papeleras, por ejemplo. Vivo en los Baños del Carmen y lo que pasa ahí no es normal. No es que yo sea un sieso ni un sevillano que viene a dar lecciones. Hasta que no den el pelotazo ahí no van a parar y, mientras, una zona de Málaga que es preciosa está secuestrada.

Málaga en las canciones de Sr. Chinarro

El surrealismo cotidiano sobre el que construye Antonio Luque sus letras hace que en muchas de ellas aparezcan referencias a Málaga. Es el caso de ‘La ciudad provisional’, en la que, inspirado por ‘La Odisea’, planea un regreso a Sevilla saliendo de Málaga y remontando el Guadalquivir. También en ‘La decoración’, del disco ‘El mundo según’, menciona lugares como la plaza de toros, la torre Mónica o el palacio Miramar. «La inspiración me vino en el mirador de Gibralfaro», explica. En ‘Stella Maris’ homenajeó a las patinadoras que evitan las aceras levantadas cerca de Los Baños del Carmen y en ‘La Alcazaba’ utiliza la fortaleza como elemento de una misteriosa metáfora.

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