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Carlos Pardo: «Querer ser distinto es al final la más común de las intenciones»
El escritor, que participa en un acto del Aula SUR y el Centro del 27, se rebela contra el mito de la originalidad y las falsas expectativas en su novela
Regina Sotorrío
Martes, 24 de marzo 2015, 01:37
Lo admite, hubo un tiempo en el que tenía «ínfulas de roquero» y se creía «un dandi». Hasta que descubrió dos cosas. Una: «Que todo lo que consideraba guay era lo que le hacía el juego al capitalismo». Y dos: «Que querer ser distinto, creativo y moderno es al final la más común de las intenciones». El escritor Carlos Pardo (Madrid, 1975) derriba el «mito de la originalidad» y reivindica el concepto clásico de la «mediocridad» en su libro El viaje a pie de Johann Sebastian (Editorial Periférica). Ayer charló sobre él mientras tomaba un té en Un café cargado de lecturas, ciclo organizado por el Aula de Cultura de SUR y el Centro Cultural Generación del 27 en el Café de Bolsa.
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Carlos Pardo vuelve a recurrir en su segunda novela a la autobiografía, convencido de que esta es un «género de ficción». «Porque la vida no existe como tal. Nos encargamos de darle sentido a las cosas que nos pasan y con eso construimos la experiencia», indicó, acompañado por PabloAranda y José Antonio Mesa Toré. Confesó una «fe ciega en las circunstancias: lo único sagrado es lo que sucede». Su trabajo consiste por tanto en hacer un traspaso de la realidad a la literatura. Así las cosas, Vida de Pablo, su debut en la novela después de una exitosa carrera poética, fue una despedida y una «exorcización» de su relación con su mujer. «Desde entonces me prohibió escribir sobre ella». El viaje a pie de Johann Sebastian es una «disección objetiva», sin rencor ni tampoco buenas intenciones, de su propia familia. Y algún hermano le ha dejado de hablar. La tercera que ahora prepara tratará sobre un viaje que hizo con un amigo poeta a Centroeuropa. Y aún no sabe qué consecuencias personales tendrá...
En El viaje a pie de Johann Sebastian retrata a una familia «con aspiraciones casi aristocráticas pero sin un duro». «Me he criado en esa ficción de somos la leche», reflexiona. La novela cuenta esa «quiebra» entre las expectativas y lo que uno realmente vive. Todo en un entorno poco convencional, con hermanos mod, uno víctima de un brote psicótico y un padre que les abandona en la niñez y al que tienen que cuidar en su vejez.
Está basado en su pequeño mundo, pero para su «sorpresa» hay otros muchos que «se reconocen en ese proceso de deterioro de la clase media». Aunque en su opinión, «no ha existido nunca». «La clase media ha servido para anestesiar la lucha de clases», sentencia. Al contar la «decrepitud» de su familia, aborda con espíritu crítico el «mito de la originalidad», «la ética del reconocimiento», «la moral del éxito» y la ruptura del «tejido comunitario» que impone la sociedad actual. Lo próximo, augura, será «reivindicar la autenticidad».
El texto final es el resultado de al menos siete reescrituras hasta dar con el estilo algo «destartalado» que buscaba, tal y como se agolpan los recuerdos en la memoria. Cada capítulo «tenía que funcionar como un rompecabezas, diferentes piezas con un encaje difícil que hay que leerlas como un todo». Pero hay «un cuerpo extraño», un capítulo más poético y de otro tiempo que llega a dar nombre al libro: el que narra los 350 kilómetros a pie que recorrió un joven Bach para suceder a su maestro, el organista Buxtehude. Un anacronismo que logra la magia de la literatura:que lo personal se convierta en universal.
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