Rosa Villacastín debuta en la novela con el libro ‘La Princesa Paca’.

Villacastín: «Aunque es una novela, hay poca ficción en ‘La Princesa Paca’»

La periodista se une a Manuel Francisco Reina para narrar la relación de su abuela, Francisca Sánchez, con el escritor Rubén Darío en un libro que se presenta el jueves en el Aula de SUR

Francisco Griñán

Lunes, 29 de septiembre 2014, 01:19

Desde que hace décadas catalogó el archivo de Rubén Darío que conservaba su abuela, Francisca Sánchez, tenía en mente contar la apasionada historia de amor que mantuvieron ambos durante años. Con la complicidad del escritor Manuel Francisco Reina, Rosa Villacastín (Ávila, 1947) firma a cuatro manos este relato que para ella era una cuenta pendiente familiar. De hecho, no ha tenido que recurrir a la imaginación ya que la vida de su abuela y del poeta de Azul ya era de novela. «Hay poca ficción en La Princesa Paca», reconoce la coautora del libro, que presenta el próximo jueves el volumen en el Aula de Cultura de SUR.

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Espetos de sardinas, una debilidad de la pareja

  • Como ahora la nieta de Francisca Sánchez Rosa Villacastín tiene casa en Marbella y no perdona un verano sin pasar por allí, Málaga también formó parte de la geografía personal y literaria de la pareja formada por la protagonista del libro y el poeta Rubén Darío. Llegaron en 1903, invitados por el cónsul colombiano Isaac Arias y se alojaron en una pensión para buscar después una «casa en condiciones», explica Rosa Villacastín que recuerda que se quedaron tres meses.

  • «Mi abuela me contaba que les gustaba ir al puerto a ver llegar los pescadores y que nunca olvidó el maravilloso sabor de los espetos de sardinas», recuerda la autora del libro, que alude a la definición que el escritor latinoamericano hizo de la mujer malagueña, a la que bautizó como «sultana u odalisca». Un retrato que dejó por escrito en su libro Tierras Solares (1904) y que, en buena medida, explica ese busto del Parque, cerca del Puerto, que agradece en su pedestal «Málaga a Rubén Darío».

El título del volumen tiene su explicación. Francisca Sánchez, era la hija del jardinero del rey Alfonso XIII, y conoció a Rubén Darío (1867-1916) por casualidad. Ambos se tropezaron en la Casa de Campo de Madrid, cuando el escritor nicaragüense, conocido como el Príncipe de las Letras, fue a presentar sus credenciales al monarca español acompañado de Valle-Inclán. «La verdad es que parecía un príncipe porque vestía siempre como tal, pero lo cierto es que tanto él como mi abuela pasaron por momentos de penalidades económicas», señala Villacastín, que añade que fueron los escritores Antonio Machado y Amado Nervo los que bautizaron a Francisca como «la princesa Paca, porque era una mujer bellísima». La propia escritora conserva en su casa el matón de manila que le regaló a su abuela el escritor andaluz y que aparece en una de las fotos que se reproducen en el libro.

Pero la historia de amor de la pareja no fue fácil. Se conocieron en 1899 y se vieron por última vez dos años antes de morir el poeta, en 1914. «Al mes ya vivían juntos y ella aceptó la relación pese a que Rubén Darío no podía contraer matrimonio porque lo casaron durante una borrachera», señala Rosa Villacastín que encontró la motivación para bucear en la historia de La Princesa Paca (Plaza & Janés) tras el fallecimiento de su madre. «Me di cuenta de que era el momento de escribirla y que ya estaba preparada porque es una historia dura y emocional», admite la escritora que recuerda que tres de los cuatro hijos que tuvo la pareja murieron.

En este viaje a la historia de su abuela con la que vivió hasta que falleció cuando la periodista era todavía una adolescente, Villacastín quería llegar más allá de la biografía. Por ello encontró en la novela el vehículo adecuado para esta historia y en el escritor Manuel Francisco Reina (Jerez, 1974) la experiencia literaria y el conocimiento de la época que se recrea en el libro. «Hemos tenido una comunicación estupenda», señala la coautora, que incluye en las páginas una separata con algunas de las cartas que la Princesa Paca guardó de su Príncipe de las Letras. El resto de su archivo, documentación y recuerdos del escritor latinoamericano lo cedió la propia Francisca Sánchez a la Universidad Complutense de Madrid. Pero se quedó con aquellas misivas que le gustaba releer.

El libro es en cierto sentido un ajuste de cuentas con la Historia. «Casi nunca se habla del papel fundamental de las mujeres en la vida y la obra de grandes hombres, por lo que este libro es un homenaje a las que hicieron posibles que esos personajes se dedicaran a escribir sin dejar ellas de tener una vida propia», considera Villacastín que añade que, «como todos los genios, Rubén Darío, era un hombre generoso pero también con un carácter difícil y con problemas con la bebida».

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«Sin la personalidad de mi abuela y su coraje, esa relación no habría sido posible», señala la autora del libro, que añade que el escritor nicaragüense se enamoró «de la mujer» e hizo de Pigmalión ya que Francisca Sánchez, que procedía de un pueblecito de Ávila, nunca había estudiado «como casi todas las mujeres de su época y a las que lo hacían, las criticaban».

Villacastín conserva unas libretas forradas de hule negro en las que el propio Rubén Darío y Amado Nervo le ponían a Francisca los deberes. Y no solo aprendió a leer y a escribir, sino que la Princesa Paca se codeó con toda la intelectualidad de la época que tanto en Madrid como en París tenía la casa de la pareja como parada obligatoria. El escritor nicaragüense movió además cielo y tierra para casarse con su amada. Visitó al papa para pedir la nulidad de su anterior matrimonio y promovió una ley de divorcio en su país natal. No consiguió ni lo uno ni lo otro. Y Francisca Sánchez pasó a ese pelotón de mujeres injustamente juzgadas por el tiempo. La Princesa Paca reivindica su papel en la Historia.

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