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Sr. García .
Libros inmortales

Libros inmortales

Cruce de vías ·

No es la primeravez que recuerdolas primeras obrasque casi aprendíde memoria cuandoaún no sabía leer

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Sábado, 5 de mayo 2018, 00:49

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Leí la novela 'Auto de fe', de Elías Canetti, en noviembre de 1982. No la he vuelto a leer desde entonces y no la he olvidado. A lo largo de estos años, en más de una ocasión, me he sentido identificado con el hombre que va cubriendo las paredes de su casa con estanterías de libros y cuando ya no quedan paredes cubre las ventanas y las puertas hasta que se encierra en su universo de papel. De una manera u otra, esto lo hacemos todos. Me refiero a encerrarnos en nuestro mundo. Hay distintos mundos, pero no conozco ninguno tan rico y con tantas imágenes sugerentes como el mundo de los libros. No es preciso salir de casa, ni coger un avión, ni morirse y renacer en otra época, simplemente hay que abrir el libro y sumergirse en las páginas con los ojos abiertos.

No es la primera vez que relaciono la casa ardiendo de 'Auto de fe' con las hogueras de libros de 'Fahrenheit 451': temperatura a la que el papel de los libros se enciende y arde. Ambas novelas son sendos homenajes a la lectura, pero existen muchas más. Y tampoco es la primera vez que recuerdo los primeros libros que casi aprendí de memoria cuando aún no sabía leer. Veo a mi abuela sentada enfrente de mí leyendo en voz alta y yo dejándome llevar por sus palabras. Libros de aventuras, historias divertidas y también tristes. La infancia es una puerta abierta al mundo y la fantasía no conoce límites. Vuelvo a ver a mi abuela sentada enfrente de mí dos o tres años después, ahora soy yo quien lee en voz alta, despacio, tranquilo, orgulloso de saber descifrar las claves de tantos misterios plasmados sobre el papel. ¿Qué hubiera sido de mí sin los libros?, ¿dónde estaría ahora?, ¿a qué me dedicaría? Los libros nunca mueren, no desaparecerán aunque el Sabueso Mecánico amenace con convertirlos en ceniza.

Nunca olvidaré el año que leí 'Fahrenheit 451'. Ray Bradbury hablaba de un mundo sin libros y yo memorizaba cada palabra porque pensaba que no existía nada más triste que vivir sin aquella novela, sin las novelas que había leído hasta entonces y sin las que me quedaban por leer. Las palabras no se pueden enterrar y las grandes novelas vencerían al olvido. Un mundo sin libros era peor que el infierno de Dante, el infierno sin Beatriz. Desde noviembre de 1982, Kien está conmigo. Kien, el personaje de 'Auto de fe', el hombre-libro que ha sobrevivido a la muerte, a los incendios, a las mudanzas, a los préstamos, a los hurtos, a los descuidos. Afortunadamente siempre quedarán los libros y otras voces los leerán.

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