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Kika Magalhaes posa con un vestido de Enrico Coveri en el Museo del Automóvil. Marilú Báez

Kika Magalhaes, actriz en Los Ángeles y heredera del motor en Málaga

En el último año se ha enfrentado «al luto y a una vida nueva». Tras la muerte de su padre, el coleccionista João Magalhaes, gestiona el Museo del Automóvil y la Moda junto a su hermano y su madre

Sábado, 11 de enero 2025, 00:43

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Kika Magalhaes nos recibe con una gabardina Versace del 91 con la palabra Vogue impresa en letras grandes, una rareza que ella luce con total naturalidad. Es el primer modelo elegido para la sesión de fotos junto a los coches clásicos del museo, un posado para el que se coloca unos taconazos negros y tira de sus recursos de actriz para mirar a la cámara casi sin pestañear. Pero en cuanto suena el último 'click', Kika relaja el gesto y cambia los zapatos de salón por unas cómodas deportivas negras. «Mucho mejor», dice cómplice. Tampoco en su día a día se mueve en el Cadillac rosa junto al que se coloca para otra toma, esta vez con un vestido de lentejuelas de Enrico Coveri: ella conduce un Toyota Yaris. Es, junto con su hermano João y su madre Filomena, la heredera del Museo del Automóvil y la Moda en Málaga (MAM), todo un imperio del motor y de la alta costura, pero en las distancias cortas no hay rastro de divismo. Al contrario. «Nadie nos había preparado para esto», se sincera.

En sus manos está ahora el futuro de una excepcional colección que aspira a quedarse por muchos años en las salas de la antigua Tabacalera. En diciembre de 2026 expiran los diez años de prórroga del último contrato firmado por su padre con el Ayuntamiento de Málaga: según ese acuerdo, el Consistorio cede el uso del espacio y el museo abona el 7% de las entradas. «Y queremos renovar, estamos en ello», confirma la portuguesa, en un perfecto y correcto español.

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El Aston Martin de James Bond

Este modelo causó gran sensación en la Feria del Motor de Londres en 1958. A pesar de parecer que Sean Connery condujera un DB5 en la película 'Goldfinger', en realidad fue este DB4. La compañía quiso dar un empujón comercial a su nuevo modelo, que estaría en las calles tras el estreno de la película, pero para las fechas del rodaje aún no estaba listo y tuvieron que recurrir al DB4, que tenía líneas muy similares. Foto: Marilú Báez

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Afincada en Los Ángeles, donde hace carrera como actriz, Kika Magalhaes jamás imaginó verse en esta posición. «Nunca pensé que un día esto iba a ser nuestro, nunca nos planteamos que mi familia no iba a estar aquí». Sus visitas a Málaga eran esporádicas, una parada puntual en su ruta entre Portugal y Estados Unidos. Porque el museo era «territorio» de su padre, João Magalhaes, un hombre de negocios y un soñador que reunió a lo largo de su vida alrededor de un centenar de vehículos clásicos y más de 500 piezas de alta costura. Pero todo se precipitó en agosto de 2023, cuando João Magalhaes falleció sin haber cumplido los 80 por una pancreatitis aguda. «En el último año hemos tenido que lidiar con el luto y con una vida nueva», explica.

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Un Rolls-Royce psicodélico como el de John Lennon

John Lennon se compró en los 60 un Rolls-Royce Phantom en color negro. Fue el vehículo que condujo, por ejemplo, en sus desplazamientos por España durante el rodaje de la película 'Cómo gané la guerra'. Poco después, para camuflar también algunos desperfectos que tenía, pidió al artista Steve Weaver que le diera una estética psicodélica, más acorde con lo que en ese momento creaban Los Beatles en la música. El resultado fue una pieza de museo, que en alguna ocasión prestó a estrellas como los Rolling Stones o Bob Dylan. El Museo del Automóvil de Málaga expone un modelo similar pintado por una artista al 'estilo Beatles' por encargo de João Magalhaes. Foto: Marilú Báez

Grace Kelly paseó en un Imperial Crown como este

En 1955, la firma Imperial pasa a ser una marca propia dentro del grupo Chrysler. Se fabricaron solo 302 unidades con la carrocería limusina y 96 sedanes. Uno de estos Imperial Crown C-70 perteneció al Principado de Mónaco y, en 1956, se usó para recoger a Grace Kelly, a su llegada al puerto desde Nueva York. Foto: Marilú Báez

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De repente, su madre, su hermano y ella asumían la gestión de un museo diseñado hasta el último detalle por su padre desde su inauguración en Málaga, en septiembre de 2010. «Todo fue muy rápido, una montaña rusa. Esto es un regalo que mi padre nos ha dejado, no hay palabras para describirlo. Estamos muy orgullosos de seguir adelante con él». Mudarse a Málaga empieza a ser «una opción» muy viable, porque cada vez pasa más tiempo aquí conociendo los entresijos de la gestión, las singularidades de cada vehículo y planeando el futuro del MAM. «Ahora que quiero ser más parte de esto, tengo que aprender mucho de coches, de moda y de cómo llevar un negocio tan grande», admite «con humildad».

Su padre creció en ese ambiente. La pasión por los coches clásicos le venía de su progenitor, un empresario de la industria textil de Oporto que le legó varios vehículos con los que él comenzó su propia colección. Pero este no era el mundo de Kika, dedicada a la interpretación en EE UU, con varias películas, cortos y videoclips en su filmografía. Tampoco el de su hermano João, actor como ella. De hecho, no hace mucho que Kika se sacó el carné de conducir y en su día a día se mueve en un utilitario del que tiene que hacer un esfuerzo para recordar la marca. «¡Un Toyota Yaris!», exclama al rato, rodeada de automóviles históricos y de gran cilindrada. «En alguna ocasión más especial pido a alguien del museo que me conduzca uno de aquí porque yo misma no me atrevo. ¿Aparcar? ¡No!», reconoce divertida.

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El Ford Thunderbird de Marilyn

Marilyn Monroe fue propietaria de un modelo igual a este, pero de color negro, entre 1955 y 1962. Todo parece indicar que el coche fue un regalo del fotógrafo Milton Greene, adquirido el 20 de diciembre de 1955 en la Westport Motors de Connecticut a nombre de Marilyn Monroe Productions. Las fotografías de la estrella de Hollywood paseando en su convertible junto a su nuevo marido Arthur Miller lo convertirían en un vehículo icónico de la época. Este diseño respondía a la voluntad de la vieja firma de Detroit de rejuvenecerse frente a su gran rival, Corvette, y lo consiguió: las ventas se duplicaron. Foto: Marilú Báez

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Pero eso no es incompatible con saber valorar la belleza de los vehículos y su historia. Ni con admirar a su padre cada día más. «Era un hombre misterioso y después de su muerte hemos conocido más de él. Hay cosas en el museo que descubrimos poco a poco, todo es una cajita de sorpresas porque todo está hecho por las manos de mi padre y de su equipo maravilloso. Es un proceso muy bonito», relata con emoción. A lo largo de todo el museo hay mobiliario diseñado específicamente por João Magalhaes a juego con los vehículos. Detrás de cada uno de los coches hay una historia personal: como el Rolls Royce Phantom que mandó decorar imitando al que usaban los Beatles en los 60 o el Cadillac que pintó del mismo color que el pintalabios rosa de su mujer, Filomena. Cuenta ella que un día le desapareció el labial de su neceser y al poco tiempo apareció su marido con el coche. Así era João Magalhaes.

90.317

personas visitaron el Museo del Automóvil y la Moda de Málaga en 2024, el 70% de ellos extranjeros.

Y entre uno y otro automóvil, a lo largo de los 6.000 metros cuadrados de espacio expositivo, aparecen piezas de alta costura. Hay más de 500 prendas de firmas como Chanel, Dior, Givenchy, Balmain o Prada, la mayoría de ellas almacenadas en una habitación a la que llaman La Cueva, sin contaminación externa y con la temperatura adecuada para su conservación. Cada poco tiempo, se renuevan las que están en exposición para evitar que sufran por el paso de cientos de personas por las instalaciones.

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Gabardina estampada

Gabardina de Gianni Versace, de la colección primavera-verano de 1991. Lleva impresa la palabra 'Vogue' a gran escala y es totalmente reversible con un forro de algodón amarillo. Foto: Marilú Báez

Vestido de fiesta rosa

Kika Magalhaes luce un vestido largo y entallado con lentejuelas rosas de arriba abajo del diseñador Enrico Coveri. Pertenece a la colección de otoño-invierno de 1985. Foto: Marilú Báez

Chaqueta de dedales

Singular chaqueta de la marca Moschino diseñada por Rossella Jardini para la primavera-verano de 2011. Es un homenaje al oficio de la costura, con dedales dorados, cintas de metro y alfileres por todo el contorno de la prenda. Foto: Marilú Báez

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Cómo llegaron todas esas joyas del diseño aquí resulta llamativo. João Magalhaes compraba artículos vintage para decorar el museo y un día adquirió una maleta llena de sombreros antiguos. «Se quedó fascinado y de ahí ha nacido una colección de moda increíble. Un pequeño paraíso para una mujer. Principalmente para mí, que puedo ponerme la ropa», bromea. Nadie más tiene ese privilegio, salvo la reina Letizia: «A ella sí le prestaría un modelito». Su familia está convencida de que ella tuvo algo que ver en que la colección aparcara en Málaga. João Magalhaes intentó abrir el museo en Portugal durante diez años sin respuesta de las instituciones, así que se decidió a escribir una carta a la entonces princesa Letizia. «Unos meses después recibimos una carta de Málaga en la que mostraban interés. Pensamos que ella hizo algo, nos gustaría mucho que viniera aquí», asegura.

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vehículos clásicos forman parte de la colección, de la Belle Époque a los coches del Hollywood dorado, pasando por automóviles de diseño, de energías alternativas y tuneados.

Desde entonces han pasado catorce años, con más de 700.000 visitantes y casi 700 eventos celebrados en sus instalaciones. El MAM cerró 2024 con 90.317 asistentes, el 70% de ellos extranjeros. Una cifra que duplica la que tuvo en 2023 su vecino, el Museo Ruso (con 40.979 personas) y que se asemeja a la del otro gran centro cultural en la periferia, La Térmica (con 87.100 visitantes el año pasado); pero que queda lejos de los números que manejan los principales focos culturales del centro de la ciudad (el Thyssen superó los 200.000 y el Picasso rozó los 800.000). Es el coste de estar a unos kilómetros del corazón de Málaga.

El gran reto de la nueva generación del MAM es darle un impulso a esos datos. «Mi hermano y yo tenemos muchos proyectos. Los dos pensamos en venirnos aquí, invertir más, hacer exposiciones temporales, que sea más conocido a nivel internacional, hacer más colaboraciones con otros museos, con diseñadores... Tenemos muchas ideas. Seguir adelante para subir más», detalla Kika, que cuenta también con el apoyo de su madre Filomena en esta nueva etapa.

El listón está alto. «Mi padre no se puede describir en una palabra. Era un hombre de negocios, un hombre misterioso, una persona creativa, un artista, un genio. Y un genio loco también», enumera Kika con una sonrisa. «Y un visionario», apostilla desde la retaguardia Filomena.

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