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Cristian Crusat, durante la presentación del libro, junto a Cristina Consuegra. Félix Palacios
Cristian Crusat, la literatura poética del desarraigo

Cristian Crusat, la literatura poética del desarraigo

El autor malagueño presenta en el Aula SUR 'Europa Automatiek', una novela que retrata la «precariedad» emocional del desplazado

Jueves, 28 de noviembre 2019, 00:41

Cuenta que está (re)descubriendo Málaga. Porque este nómada vocacional ha vuelto a casa casi dos décadas después. Tras comenzar la carrera en la UMA, ha pasado por Holanda, Francia, Marruecos, Estados Unidos y vuelve licenciado, doctorado, experimentado, leído, traducido, escrito y hasta premiado. Por ello, Cristian Crusat (Marbella, 1983) confesaba ayer, antes de la presentación de su libro, que ha vuelto para quedarse y que ha encontrado una ciudad muy diferente a la que dejó. En lo cultural, lo social y hasta en lo callejero. Esa sensación de la identidad perdida que busca adaptarse y reconocerse constantemente en un nuevo espacio es muy familiar para el autor malagueño que también ha hecho de esa condición diversa y cambiante un argumento literario que explica su obra. «Pienso que en mis tres o cuatro últimos libros hay un interés por la extrañeza y la identidad poética del desarraigo», admitió ayer el escritor.

En un acto organizado por el Aula de Cultura de SUR, en colaboración con Obra Social La Caixa y que se estrenaba como lugar de celebración en el Ateneo de Málaga, Crusat estuvo escoltado por la poeta y gestora cultural Cristina Consuegra y por el narrador Felipe R. Navarro, que convirtieron la presentación de la novela 'Europa Automatiek' en una charla con el autor en la que estuvo muy presente la idea de Europa y el sentimiento de pertenencia. O más bien, la falta de este último que es lo que experimenta un traductor almeriense en Holanda que ha estado dando tumbos por diferentes países del viejo continente y una joven refugiada croata que llegó a los Países Bajos cuando era niña huyendo de la guerra. «Estos personajes se definen por la precariedad, no solo económica, sino emocional, que acaba determinando su relación de pareja casi por descarte», señaló Cristian Crusat, que sitúa a sus personajes en un momento crucial de la historia reciente, 2011, con los efectos todavía a pie de calle del colapso financiero mundial de 2008.

El escritor regresa tras vivir casi dos décadas en diferentes países y sostiene que el conflicto y la división es parte inherente de la UE

El autor está con 'Sujeto elíptico' entre los finalistas del Premio Tigre Juan, que se falla hoy

De esta forma, los protagonistas atraviesan una etapa conflictiva, aunque el autor malagueño asegura que esa condición problemática es «inherente al proyecto europeo». «Al fin y al cabo, Europa nunca ha dejado de ser un conglomerado de etnias y culturas yuxtapuestas y enfrentadas. Ahora hablamos de los catalanes, pero los belgas, los alsacianos y los corsos andan batallando, como los de Granada no pueden ver a los de Sevilla», señaló el escritor que insistió en que la diferencia y la división forma parte del carácter europeo, pero que pese a la «tensión y las contradicciones, merece la pena» este proyecto común.

En ese panorama, 'Europa Automatiek' emerge precisamente bajo esa consigna de la búsqueda de la identidad a través de personajes desplazados, despedazados y rechazados. Una sensibilidad que «condiciona mi forma de escribir, pero también de leer», reconoce el ganador del Premio de Literatura de la Unión Europea de 2013, que hoy vivirá un momento muy especial con el fallo en Oviedo del Premio Tigre Juan, en el que figura entre los cinco finalistas con su anterior obra, 'Sujeto elíptico'.

Un libro que surgió de su estancia en Marruecos y con la que también traspasa fronteras genéricas y geográficas al fundir narración, ensayo y literatura de viajes a partir del universo de la cultura bereber. Una exploración de «las posibilidades poéticas de la extrañeza y las peculiaridades psicológicas del extranjero», explica Crusat que también tiene una conexión muy personal con este volumen: «Significa mucho ya que fue el último libro que mi padre pudo leer en vida. Desde el principio se convirtió en su libro favorito».

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