La clave oculta de La Desbandá
Una carpeta inédita desvela el papel del ministro Manuel de Irujo en la atención a los refugiados que partieron desde Málaga en febrero de 1937. El investigador Enrique Benítez comparte el hallazgo en una conferencia en el Ateneo
Una caja y una carpeta. Las dos, olvidadas durante décadas; quizá, en realidad, ocultadas, para garantizar la supervivencia de sus contenidos. Una caja en un trastero con los negativos de las imágenes que Antoni Campañá tomó en los primeros meses de la Guerra Civil desembocaron en el exquisito libro 'La caja roja' editado por Comanegra y ahora convertido en una exposición que mañana abrirá sus puertas en el Museo Nacional de Arte de Cataluña. Entre las instantáneas figuran las fotografías de miles de malagueños en Montjuic.
El economista e investigador malagueño Enrique Benítez contempló aquellas imágenes y decidió «tirar del hilo». Supuso que aquellos paisanos habían llegado hasta allí desde La Desbandá, el imponente éxodo de decenas de miles de personas por la carretera de Almería ante el asedio por tierra, mar y aire del bando nacional. Y ese hilo ha llegado hasta el Museo Archivo de Santa María de Mataró, que recibía en 1981 una donación anónima: una carpeta con documentos que han permanecido inéditos hasta la fecha y que explican el papel clave que el ministro Manuel de Irujo jugó en la operación logística que logró atender aquel torrente humano que huía del horror.
Benítez compartía ayer los frutos de su investigación en la conferencia titulada 'De La Desbandá a la diáspora: el destino de los malagueños refugiados en Almería' ofrecida en el Ateneo de Málaga a modo de suculento plato para amantes de la Historia y de los misterios que ofrece. Y así, de la caja olvidada con las fotografías de Campañá a los documentos inéditos de la carpeta ahora compartidos, La Desbandá encuentra en Irujo a un actor esencial para comprender cómo La Desbandá pudo convertirse en diáspora en apenas cuatro días de febrero de 1937 y así, al cabo, salvar del horror y la muerte segura a miles de personas huidas desde Málaga.
«Mi hipótesis es que los archivos de refugiados estaban en Barcelona, porque desde enero de 1938 la directora general era Eladia Faraudó Puigdollers, y que ante la proximidad de la caída de la ciudad en manos franquistas –a finales de enero de 1939– alguien que trabajaba en esa Dirección General de Evacuación y Asistencia a los Refugiados se llevó precisamente esta carpeta. Esta persona no se iría a Francia, sino que se quedaría más o menos escondida, o apartada de la gran ciudad, y ya en 1981 decidió entregarla de manera anónima al archivo más cercano«, ofrece Benítez.
«Para hacer esto, sin duda debía importarle mucho el contenido de la carpeta: pienso que lo hizo por gratitud hacia Irujo y quienes trabajaron para realojar a los malagueños huidos, para preservar su memoria. Por eso creo que posiblemente fuese un/a superviviente de La Desbandá que trabajaba en la Dirección General. El contenido de la carpeta le importaba hasta el punto de llevársela y guardarla durante 42 años«, detalla Benítez, que ha estudiado la carpeta que da cuenta del ímprobo esfuerzo desplegado por Irujo para atender a los refugiados que partieron desde Málaga el 7 de febrero del 37.
Una ciudad refugio
Aquel domingo negro, decenas de miles de personas salían de Málaga ante la amenaza cierta de una carnicería. Recuerda Benítez que para entonces Málaga ya era «ciudad refugio» y que desde la provincia partieron hacia Almería refugiados procedentes de diversos lugares de la geografía andaluza. Apenas cinco días después, un Consejo de Ministros extraordinario encomendaba a Irujo la búsqueda de una salida para aquel éxodo.
Benítez glosa que Irujo «ejercía de ministro sin cartera» en el gobierno de Largo Caballero y que desde el primer instante tuvo claro que su misión se desdoblaba en dos frentes: repartir a los refugiados que permanecían en Almería por las provincias de la retaguardia y suministrar víveres y atención sanitaria para que esas miles de personas no murieran por el camino.
«Me ha impresionado mucho que el gobierno de la República en cuatro días es capaz de coger a toda esta gente, darle de comer y distribuirla por toda la geografía republicana, en un esfuerzo logístico que, visto en perspectiva, fue asombroso, desde flotas de barcos y camiones hasta las fábricas de harina para atender a la población«, sostiene Benítez.
Irujo desplegó una actividad febril capaz de poner en marcha la maquinaria necesaria para que miles de personas procedentes de Málaga acabasen en Murcia, Alicante, Valencia, Castellón, Tarragona, Barcelona, Gerona, Lérida y Ciudad Real, sin olvidar a los niños solitarios que embarcaron rumbo a México y Rusia.
Un Schindler para La Desbandá, artífice en la sombra de que el episodio más oscuro de la historia contemporánea de Málaga no se cobrase, aún, más vidas.
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