La foto inédita de Marlon Brando en Málaga
Fiel a su controvertida figura, el mejor intérprete de la historia del cine pasó por Málaga en 1957 en una enigmática visita. SUR localiza a la familia que lo acogió en Benalmádena y publica la primera (y única) foto de su escapada
Todo comenzó con una llamada el pasado enero. Aunque la historia ocurrió hace casi 67 años. Con una estrella de Hollywood teñida de rubio bajando de la escalerilla del avión en la España de 1957. Un país que se abría a la modernidad y al turismo como tabla de salvación y blanqueo del régimen, mientras preparaba los festejos de la Virgen del Carmen. Esa fue la Málaga que se encontró un treintañero Marlon Brando (Omaha, 1924-Los Ángeles, 2004), el mejor actor de la historia del cine del que el pasado miércoles se cumplió el centenario de su nacimiento. El protagonista de 'Salvaje' y 'Julio César' aterrizó primero en Madrid y no tardó en ir a la estación y pedir un tranvía llamado deseo. Cuando miró el billete comprobó que decía expreso coche-cama Costa del Sol. Según la prensa, el actor se convirtió en un asiduo del paraíso de la época, Torremolinos. Pero lo cierto es que no solo no se le volvió a ver el pelo platino, sino que su primera y única presencia pasó inadvertida. Ni una foto suya a pie de playa, ni una entrevista.
Esa fue la incógnita de la llamada del dramaturgo e investigador Carlos Zamarriego a SUR que puso las primeras preguntas sobre la mesa para este reportaje tras las huellas de la verdad de aquella misteriosa visita de leyenda. Unas respuestas que se encontraban precisamente en La Verdad.
La fugaz visita de Marlon Brando en 1957
Jueves 11 de julio
Llega a Madrid en avión desde París. El actor se aloja en el hotel Velázquez y participa en una juerga flamenca hasta las cinco de la mañana.
Viernes 12 de julio
Tras levantarse tarde y quedarse sin ver a su «amigo» Luis Miguel Dominguín, toma el tren nocturno a Málaga, donde lo despiden numerosos periodistas.
Sábado 13 de julio
Amanece llegando a la Costa del Sol. La prensa dice que el actor se encuentra en la 'barriada' de Torremolinos, pero en realidad se refugia en la finca en Benalmádena de la familia Fiestas, La Verdad.
Domingo 14 de julio
Brando aprovecha su bungalow con acceso directo y privado a la playa para disfrutar del mar. No se publican fotos del actor en Málaga, aunque Blanca Fiestas se retrató con el ilustre huésped alojado en la finca de su familia.
Lunes 15 de julio
Fin de la escapada, aunque se desconoce cómo volvió a Madrid. Existen testimonios de que la estrella de Hollywood pasó fugazmente por Granada, aunque tampoco hay documentos gráficos que lo confirmen.
Martes 16 de julio
Marlon embarca en Barajas con destino a París para continuar con el rodaje de 'El baile de los malditos', en la que encarna a un soldado nazi, razón por la que vino a España teñido de rubio.
AUX STEP FOR JS
«El primer dato ya es desmitificador ya que Brando no se hospedó en Torremolinos como decían todas las crónicas, sino en la finca La Verdad que se encontraba en Benalmádena», apunta Zamarriego, que no tardó en enlazar esta residencia con Jorge Fiestas (Málaga, 1928-Madrid, 1986), uno de los grandes periodistas cinematográficos de la España de los 60 y 70, y copropietario de la legendaria sala Oliver, lugar de encuentro de la farándula madrileña durante décadas. Los padres del plumilla fueron los dueños de La Verdad, una lujosa propiedad al borde del mar con acceso directo y exclusivo a la playa, donde hoy se encuentra el Hotel Sunset Beach. Aunque entonces aquella esquina era un territorio casi virgen imposible de identificar con la fisonomía actual.
Por sus memorias conocemos la razón de la visita a España del actor que ya había ganado un Oscar por 'La ley del silencio' (1955). La estrella estaba rodando en Francia la película 'El baile de los malditos', en la que encarnaba a un oficial alemán, cuando aprovechó un parón por unas lluvias para tomarse unos días de descanso para viajar a Madrid y, después, al sur, aunque aparentemente sin rumbo fijo, según declaró nada más bajarse del avión, donde le esperaba la prensa sobresaltada al ver su nombre entre el pasaje del vuelo París-Barajas. «Me voy a Málaga o a Sevilla para descansar. Después pensaré en mi itinerario. De momento creo que me conviene encontrar una buena playa», anunciaba Marlon ya fuera por indecisión o para no dar muchas pistas de sus intenciones. Pero sí, acabó a la orilla del mar de Benalmádena. Aunque antes se corrió una juerga madrileña y, al día siguiente, viernes, salía rumbo a Málaga en un tren, como informó la prensa que de nuevo lo despidió a pie de andén, con abundantes fotos y autógrafos. Nada que ver con su fama de huraño y alérgico a la popularidad. Pero a partir de ahí, el rastro de la esquiva megaestrella se perdió por completo.
La finca La Verdad, donde se alojó Brando, la compró la familia Fiestas a una cazadora a la que un león la dejó sin pierna
Tanto es así que frente a las decenas de fotos suyas en Madrid en poco más de 24 horas, no existe ni una imagen de Brando en Málaga. Algo así como si viniera Tom Cruise y pasara inadvertido. Ni SUR ni 'La Tarde' cazaron al ilustre visitante y la única información fueron unas líneas de la agencia Cifra, que hablaba de oídas de que la estrella comió en un restaurante «típico» y se trasladó a la «barriada» de Torremolinos, «donde fueron muchos los jóvenes de ambos sexos que le solicitaron autógrafos. Marlon Brando complació a todos». Lo extraño es que si el actor protagonizó una visita tan pública, no quedará rastro de ese baño de multitudes. ¿Por qué no hubo fotos del artista? ¿Qué papel jugó Jorge Fiestas en esta visita? ¿Qué hizo en Málaga? La ley del silencio como única respuesta.
El testigo desde la palmera
Llegado a un callejón sin salida, Carlos Zamarriego, publicista, dramaturgo y biógrafo del actor de Hollywood afincado en Benalmádena Paul Lukas, llamó a SUR para buscar algo de luz en la visita fantasma de Mr. Marlon. Yel archivo del periódico señaló un camino. En una necrológica, se citaba el apellido Fiestas, junto a los Lumbreras y Krauel. Así que una llamada a la galerista y ex vicerrectora Tecla Lumbreras condujo al empresario Carlos Krauel que, a su vez, nos puso en contacto con un viejo amigo: Bernabé Fiestas Bonitz, hermano del periodista Jorge y testigo presencial del paso de Marlon Brando por La Verdad. Eureka.
Residente desde hace décadas en San Pedro de Alcántara, Bernabé nos citó –a la reunión también acudió Zamarriego– en su casa de campo en un día desapacible, lo que no le impidió subirse a cuatro metros de altura a podar una palmera. «Esto es mi gimnasio», dijo a modo de saludo desde las alturas, a sus 87 años.
Tan ágil de cuerpo como de mente, el pequeño de los Fiestas echó cuentas para calcular que en aquel verano de 1957 contaba con 20 añazos y para recordar la imponente figura del protagonista de '¡Viva Zapata!'. Aunque más por su fama y magnetismo que por su presencia. «Cuando lo tuve a mi lado, me sorprendió que lo miraba un poquito hacia abajo y me dije, joder, en la pantalla parece mucho más alto, aunque era un tío fuerte. No me he olvidado de eso», cuenta Bernabé que da la clave de por qué acabó el actor en La Verdad. «Era nuestra finca familiar, pero mis padres construyeron también bungalows y apartamentos para alquilar y allí fue donde se hospedó Marlon Brando», explica este empresario y aficionado a las motos que aclara que, por entonces, su hermano todavía no se había marchado a Madrid a escribir de cine, por lo que no cree que Jorge Fiestas fuera el responsable de aquella mítica visita. Efectivamente, los primeros artículos de cine del periodista en SUR fueron en julio de 1958, un año después de la visita de Brando. «A la que sí trajo a casa fue a Ava Gardner, que también fue muy amiga mía», aclara sentado en su sofá y rodeado de fotos familiares que ha sacado para la ocasión.
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En los pocos días que Brando estuvo alojado en La Verdad –entre el sábado 13 y, probablemente, el lunes 15 de julio–, Bernabé recuerda que vieron poco a la estrella de Hollywood ya que vino buscando privacidad y playa, algo que encontró a pie de su bungalow. Lo que no duda ni un segundo es en negar algunas de las informaciones que se publicaron en la época y que aseguraban que su madre, Blanca Bonitz, enseñó flamenco al joven Marlon. «Eso es mentira, a mi madre no le gustaba el flamenco ni lo sabía bailar ya que, aunque nació en Málaga, su padre era alemán y su madre francesa», cuenta Bernabé Fiestas que sí confirma que su progenitora guisara para Brando, ya que el actor salió poco de la finca. «Ella tenía buena mano para cocinar», apostilla el testigo ocular de la visita que describe La Verdad como un refugio que contaba con su propia cancha de tenis, además de playa privada y abundante vegetación.
«De pequeño, los veranos allí me sentía como Tarzán», asegura usando un símil muy cinéfilo. Y así, entre exótico y salvaje, se debió sentir el propio Brando, ya que además la casa estaba decorada con elementos de caza mayor. «Es que mi padre compró La Verdad a una cazadora inglesa que además era coja porque un león le había reventado una pierna y por la casa recuerdo trofeos de cocodrilos y cosas así», rememora Bernabé que de postre revela que Brando se dejo fotografiar en La Verdad, junto a su hermana Blanca Fiestas, que sigue guardando la instantánea en su casa del Limonar. Probablemente, la única imagen que el futuro protagonista de 'El Padrino' se hizo en Málaga.
La foto más buscada
Tras dejar a Bernabé de nuevo con las palmeras –el espíritu Tarzán sigue habitando en él–, la historia de Brando en Málaga ha aclarado algunas sombras, ha confirmado detalles y negado otros, ha ratificado que la pantalla te hace más alto y, sobre todo, ha dejado la noticia de la foto en Málaga y un contacto para seguir desempolvando el puzzle de aquella enigmática y cacareada visita brandiana. Ese enlace es el de Carlos Aguirre Fiestas, que nos abrió las puertas para llegar a su madre, Blanca, la 'partenaire' de la foto con Marlon. Entonces, ella tenía 22 años, una época a la que vuelve para revelarnos otra visita desconocida que confirmaba La Verdad como el refugio de los que querían pasar desapercibidos en la Costa del Sol de los 50.
«Brando se alojó en el mismo apartamento en el que ya había estado el príncipe Yusúpov, el asesino de Rasputín», apunta la mediana de los Fiestas que añade que su madre, Blanca Bonitz, se encargaba de la gestión de los bungalows, aunque para entonces ya se había separado de su padre, el químico y empresario Bernabé Fiestas Contreras. No obstante, en la finca familiar había sitio para todos. Y para huéspedes de luxe.
Alérgico a las fotos, Marlon Brando aceptó hacerse una con Blanca Fiestas, la hija de sus 'caseros' en Benalmádena
Ahí encajó el oscarizado Marlon que buscaba descanso y playa, tras un intenso rodaje en Francia. «Vino teñido de rubio porque estaba haciendo una película en Francia –'El baile de los malditos'– en la que interpretaba a un soldado nazi», comenta Blanca Fiestas que explica la razón del 'look' platino que lucía el intérprete que había revolucionado Hollywood con el método Stanislavski desde su aparición en 'Hombres' (1950). Todavía no se le había bautizado como el mejor actor de la historia, pero no hizo falta para que la veinteañera Blanca se sintiera «impresionada» porque el imponente Stanley Kowalski que había visto en la pantalla del Goya martirizar a Vivian Leigh en 'Un tranvía llamado deseo' estaba ahora en su casa. «Jorge me había contagiado la cinefilia», reconoce la mediana de los tres hermanos, que coincide con Bernabé en que Brando se prodigó poco ya que en su apartamento «tenía de todo» –varias habitaciones, cocina, baño, terraza– y su madre le llevaba la comida.
Sobre las clases de flamenco atribuidas por la prensa a Blanca Bonitz, su hija pone también cara de espanto, aunque a renglón seguido otro personaje que pasó por la casa familiar de Benalmádena se cruza en su memoria: «A Ava Gardner sí que le gustaba el flamenco. Después de su primera entrevista con ella, mi hermano estaba exultante y se hicieron muy buenos amigos», cuenta la hija de los Fiestas, que recuerda «perfectamente el día» que conoció a su ídolo. «Estábamos todos sentados en el jardín cuando Marlon se acercó a saludar», rememora Blanca, que no se acuerda de la conversación ni si fueron sus padres, los 'caseros' de la estrella, los que le pidieron que se hiciera una foto con ella. «A él no le gustaba, pero dijo que sí», cuenta triunfante la coprotagonista de esa imagen inédita que tomó su entonces novio y después marido, Fernando Aguirre. Un retrato que descubre por primera vez para este reportaje.
La estrella de Hollywood se alojó en el mismo bungalow que ocupó el príncipe Yusúpov, el asesino de Rasputtín
Pese a la pérdida del brillo del tiempo, el retrato conserva un glorioso blanco y negro que devuelve a una sonriente y veraniega Blanca que posa junto a un Marlon Brando con expresión cordial, manos juntas (aunque cortadas), rubio platino por exigencias del guion y, lo más sorprendente, una rebeca o sudadera de tenista abierta a medio pecho a lo Stanley Kowalski, aunque con una manga larga poco adecuada del julio malagueño. Nada que ver con la supuesta «camisa de flores comprada en Sumatra» que, según la prensa de Madrid, llevó puesta en su estancia en Málaga. Su 'outfit' invernal hoy crearía tendencia. La vegetación del jardín de La Verdad sirve de fondo a esta foto tan familiar como mitómana. Un retrato que, transcurridas seis décadas, también es único e histórico de una Costa del Sol tan inalcanzable como irrepetible que fue mucho más que Torremolinos, aunque todo parecía que ocurría en aquella 'barriada' malagueña con leyenda paradisíaca.
El epílogo de la visita es que Brando salió de Barajas rumbo al rodaje en Francia el martes 16 de julio, por lo que la noche antes pudo tomar de vuelta a Madrid el tren llamado coche-cama. A no ser que saliera el mismo martes desde el aeropuerto de Málaga, con escala en la capital. No hay constancia de su vía de escape. En cualquier caso, un «palizón» de trenes y aviones para apenas tres días en la orilla, como recalca Carlos Zamarriego al reconstruir el calendario de esta fugaz y enigmática visita que, paradójicamente, quedaría grabada en el imaginario colectivo de la Costa del Sol.
Ya en Francia, el actor volvía a los titulares unos días después a su pesar: «Brando sufre quemaduras e ingresa en el hospital para recibir tratamiento». El actor tuvo un accidente preparando un té y acabó con heridas de primer o segundo grado, que en esto no se pusieron de acuerdo los periódicos. Seguro que, en la cama de la clínica, pensaba en esos días de retiro en Benalmádena. Con o sin clases de flamenco.
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