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Víctor Rojas
Miércoles, 26 de julio 2023, 14:54
Las bodas tienen un protocolo de vestimenta. Muchos trabajos tienen uniformes para sus empleados. Y algunos colegios e institutos también los utilizan. Pero el cine no tiene reglas de vestuario. O, por lo menos, no las tenía hasta el 20 de julio, día que la película Barbie llegó a las salas de toda España. Salas que se tiñen de rosa cada vez que se proyecta este largometraje. Una moda impulsada por muchos influencers en redes sociales que ha llegado a toda la sociedad, de abuelos a nietos. Nadie se resiste a este color. Ya se vio durante la premiere, donde los influencers más importantes del país lucieron sus mejores galas. Cada uno con su estilo, pero todos coincidieron en una cosa: ir del color rosa.
No es ninguna noticia la gran expectación que ha generado Barbie. Lo que parecía una película infantil, superficial y sin contenido se ha convertido en un atractivo para un público más adulto gracias a la crítica social que contienen los 114 minutos que dura el film. Los expertos en cine, influencers y espectadores no han tardado en dar sus opiniones tras visionarla. Y la mayoría coincide: es mejor de lo que se esperaba. Opiniones que han llegado a mucha parte de la sociedad y que han generado altas expectativas. Un grupo de cinco amigas saca su entrada para ver Barbie. Cuatro de ellas van de rosa. «Nos hemos puesto de acuerdo antes de venir», explica una de las jóvenes antes de entrar a la sala nueve de los cines de Vialia. Las chicas no creen que vayan a encontrarse con algo infantil: «Está recomendada para mayores de 13 años». Ana, Asela, Marta, Rocha y Martina esperan en la cola para acceder junto a las expectativas que la película ha sido capaz de generar en apenas una semana.
Ángeles
Espectadora
Amigos, familias, parejas. La cita del momento está en los cines. Se puede percibir por las colas rosas que esperan para comprar las entradas. En esta larga fila un abuelo y su nieta, ambos de rosa. «Yo me puse el polo esta mañana y ha coincidido», dice el hombre entre risas. A pesar de que la película, aparentemente, no es para niños, considera que su nieta también va a disfrutar. Otra familia también merodea por allí un rato antes de su hora para ver Barbie. Porque antes de entrar hay una parada obligatoria: hacerse una foto en el photocall ubicado en la entrada de estos cines. Y más cuando visten con el uniforme reglamentario: gorro rosa de Barbie con una camiseta negra con el logo de la muñeca bordado en el color del mejor amigo de Bob Esponja. Este chico estaba acompañado por una niña con una camiseta de la película y dos mujeres vestidas de ese mismo color. «Hemos leído las redes sociales y tenemos las expectativas muy altas», cuenta una de ellas.
Traje negro con camiseta rosa debajo. En el bolsillo para poner el pañuelo, una Barbie. «Va a ser una montaña rusa de emociones», espera con su entrada comprada una hora antes de que dé comienzo la película. Este grupo de cinco amigos reconoce que se ha empapado de las críticas sobre el largometraje antes de acudir a verla. Antes de eso no confiaban mucho en ella. Sin embargo, otra gente tenía claro desde el principio que Barbie iba a ser mucho más que una película infantil: «Soy fan de Margot Robbie y de la directora y sabía que los tiros iban a ir por otro sitio». Esta mujer, que ronda los 50 años, ha acudido al cine con tres amigas más. Todas, como no, vestidas del color de la pantera más famosa de la televisión. Aunque dicen que la película les ha gustado, reconocen que quiere «contar demasiadas cosas».
Raquel y María salen de la sala sin haberse quedado satisfechas del todo. No era lo que esperaban ver. «Pensábamos que iba a ser más superficial», aseguran. Precisamente era lo que venían buscando. Sin embargo, se han encontrado una crítica subliminal a la sociedad actual. En lo que coinciden con el resto de espectadores es en el vestuario con el rosa como predominante. Además, consideran que los niños no se van a enterar de la película. Dos madres que han ido con sus cuatro hijas están de acuerdo a medias con la afirmación anterior. «Les ha gustado aunque no hayan entendido el trasfondo», explica la mujer del vestido rosa mientras mira a las cuatro niñas uniformadas para ver Barbie.
Un grupo de ocho amigos salen de ver la película. Tres chicos y cinco chicas vestidos de rosa. «Hemos quedado en venir todos de este color», comentan. Una idea que se les ocurrió gracias a las redes sociales y que no dudaron en llevar a cabo. «Trata el patriarcado desde el punto de vista del hombre y de la mujer», relata Ángeles, quien añade que es necesaria para toda la sociedad aunque haya gente como sus primos que se nieguen a ir a verla. En general, pensaban que iba a estar más centrada en los estereotipos, pero no ha sido así. «Hasta me he emocionado con el final», cuenta una de ellas con los ojos aún rojizos. Los chicos también resaltan que se han reído mucho y que ha cumplido con las expectativas que traían. Ángeles, Ciro, Sandra, Nadia y el resto de los amigos, con 16 años, vuelven a casa tras ser más conscientes de algunos problemas de la sociedad actual.
Barbie es una película que no cuenta con referencias LGTBI, pero que se ha convertido en un fenómeno para el colectivo. Estas muñecas siempre han estado presentes en la vida de los niños homosexuales, que de pequeño buscaban refugios seguros para poder jugar con ellas. «A la mayoría de los niños maricas les gustaba jugar con las barbies de sus amigas», cuenta a Six la drag Pink Chadora, quien asistió a la premiere de este largometraje junto a la tiktoker especialista en Barbie, Claudia, más conocida como Chicle de fresa. También estuvo la travesti Hornella Góngora, quien comparte opinión con su compañera: «El primer recuerdo que tengo es robarle una muñeca a mi hermana y esconderla para jugar con ella. Es un punto en el que coincidimos muchos».
Un reflejo para muchas personas del colectivo y que, ahora, adultos pueden ir a ver la película con sus muñecas y vestidos de rosa sin tener que esconderlo. «Yo jugaba con las barbies de mis amigas cuando iba a sus casas. Para muchos niños de mi generación eran una especie de objeto de deseo. No porque no las quisieran, sino porque les daba vergüenza pedirlas por reyes. Había que pedir un scalextric», asegura Pink Chadora. Además, Chicle de fresa, como coleccionista de barbies, aporta que todas las personas que también son coleccionistas que conoce son homosexuales.
Pink Chadora
Drag
Además, Barbie también tiene relación con el mundo travesti. «Con mi drag siempre reivindico lo mismo: la estética de rubia, ojos claros, tonta…», desvela Pink Chadora, quien utiliza esta fórmula para acercarse al público y luego hacer «de caballo de troya» al sacar sus armas. «La sociedad entiende que cuanto más producida es tu estética, menor es tu capacidad intelectual», considera esta artista. En este sentido, Hornella piensa que muchas drags, entre las que se incluye, cogen todos esos elementos que la sociedad marca como exclusivamente femeninos, representados por Barbie, para usarlos como una herramienta de reivindicación. «Lo femenino no es solo de la mujer, la sociedad marca muchas cosas como femeninas sin serlo. Debajo de mi peluca hay un hombre pero lo que ven es una mujer», comenta. Pink Chadora sabe bien a lo que se refiere su compañera: «Algún chico hetero me ha piropeado y vaya cara se le ha quedado cuando me he girado y ha visto que soy travesti. Ha tenido el deseo hacia un cuerpo que no es el que esperaba», dice.
Para cerrar este tema, Pink Chadora hace un símil entre las drags y Barbie: «Puede ser de todo como nosotras, que somos una fantasía y unas inventadas y podemos hacer lo que queramos. Yo me defino como una Barbie rural». Durante el evento había tanta Barbie y tanta travesti que Chicle de fresa se planteó si estaba en la premiere de la película o en la final de 'Drag Race'.
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