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Sr. García .

El centro del mundo

Cruce de vías ·

Desde que descubrió el agujero que las hormigas habían construido en la terraza de casa, Cary se dedica a dibujar túneles y galerías

Sábado, 16 de junio 2018, 00:14

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El otro día Cary se quedó mirando el agujero que las hormigas habían realizado en una esquina de la terraza. Unas hormigas de gran tamaño que de pronto desaparecieron, como si se las hubiera tragado la tierra. Le vino a la memoria Alicia en el País de las Maravillas y pensó que sería estupendo disminuir de tamaño como la protagonista del cuento e introducirse en el hormiguero. La víspera había visto en el telediario las imágenes del abismo marino más profundas que se habían filmado hasta hoy. Vio el tiburón fantasma y otras especies desconocidas que rodeaban el objetivo de la cámara como si fuera el agujero que ahora tenía delante. Sin embargo nadie había conseguido filmar el centro de la Tierra. No lo pensó dos veces, Cary cerró los ojos, se coló en el agujero y se dejó caer igual que si se deslizara por un tobogán. No llevaba encima ninguna cámara fotográfica y no pudo retratar a los seres vivos anónimos que fue descubriendo a medida que se sumergía en la profundidad.

Al explorar los mundos subterráneos se acordó de la pregunta que le hizo su tío Alberto una mañana remota de la infancia. Le preguntó si sabía dónde estaba el centro del mundo y Cary respondió que habría que hacer un agujero muy hondo hasta encontrarlo. El tío Alberto dijo que no hacía falta viajar tan lejos y afirmó que el mundo era redondo y el centro se encontraba justo debajo de sus pies. A Cary no le gustaba quedarse en la superficie de las cosas, ella compartía desde niña la misma opinión que las hormigas que el otro día se asomaron a la terraza, vieron el panorama que había en la Tierra e inmediatamente decidieron meterse de nuevo en casa.

Desde que descubrió el misterioso agujero que las hormigas habían construido en la terraza de casa, Cary se dedica a dibujar túneles y galerías como el preso que traza un plan para fugarse de la cárcel. Pero ella no pretende avanzar sólo unos metros bajo tierra y después salir de nuevo a la superficie. Está convencida de que la libertad se encuentra en lo más hondo de uno mismo y para eso no hace falta viajar lejos sino profundizar hasta llegar a la esencia de la vida. A lo mejor a eso se refería el tío Alberto cuando afirmó que el centro del mundo estaba justo debajo de sus pies. Ahora Cary pasa las horas conociendo los mundos concéntricos que rodean la corteza terrestre, las diferentes capas del subsuelo, los colores de la tierra. Le sobrecoge tanta belleza y va disminuyendo de tamaño sin darse cuenta. Entonces el mundo recobra la mágica inmensidad que tuvo cuando Cary era niña y descubrió que realmente existía el País de las Maravillas.

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