La buena muerte de José Luis Valverde
El joven artista malagueño presenta este sábado en la Galería JM de la capital un potente proyecto pictórico en torno al paso del tiempo
Su abuelo hacía lápidas y cuadros. Porque José Valverde Jiménez era marmolista y artista. En el segundo flanco tuvo un papel notable en la escena granadina del siglo pasado, junto a compañeros de armas artísticas como José Guerrero y Gabriel Morcillo. Lo recuerda ahora su nieto, José Luis Valverde, uno de los jóvenes artistas malagueños más potentes de la escena plástica cercana. Valverde inaugura hoy en la Galería JM la exposición 'Selva del tiempo' y en ella brinda un sugerente recorrido por su obra de los últimos años, siempre merodeando asuntos como la muerte, el paso del tiempo y la fugacidad de la existencia.
«Desde 2019 hasta ahora, creo que mi obra ha seguido una lógica conceptual. Siempre me he remitido a los géneros de la pintura para de alguna manera pervertirlos o trasformarlos en otra cosa que sea mía«, avanza Valverde (Málaga, 1987), que enfila su exposición individual en JM como »una oportunidad de reunir este trabajo más reciente y articularlo a partir de las ideas de la muerte y del paso del tiempo«.
Así, 'Selva del tiempo' divide su recorrido en tres bloques que constituyen un relato sobre ese devenir físico y existencial a partir de los paisajes, las escenas animales y los guiños contemporáneos a la 'vanitas'. Todo, siempre, a partir de una decidida apuesta por la pintura como soporte y lenguaje y de una contenida paleta de colores. «Esa idea del tránsito del tiempo aparece en las obras desde el contraste entre la temporalidad de lo vegetal y la nuestra, pero también a partir del soporte pictórico, porque muchas obras tienen una carga matérica muy importante, que acaba transformando la propia pieza según evolucione esa materia hasta secarse», esboza Valverde.
«Si el abuelo de Pepe Valverde era pintor 'amateur' además de hacer tumbas, parece que su nieto ha profesionalizado lo primero y recuperado su querencia por las lápidas… Mas, sobre todo, por lo que puede haber ahí debajo, todo un mundo de posibilidades que, en las manos de nuestro artista, se hace de óleo y regusto irónico por la tierra removida, por el olvidado aliento de los habitantes de un lodo oscuro y fértil que nos incita a sumergirnos en él, adelantando el momento del festín de los bichos del subsuelo, o quizás invitándonos a la fiesta«, lanza desde el texto que acompaña a la muestra el autor (o autora) bajo el seudónimo de Polaroid Star.
«Pues sí, de entrada, el tema fúnebre podría hacernos esperar una semántica del pesar y la melancolía –abrocha Polaroid Star–, el filtro del 'placentero hacer pintura' de nuestro autor ha dejado en estas obras un encanto de lo tenebroso que destella fogonazos cromáticos como nocturnas flores venenosas, luces de una verbena ultraterrena que condimenta paisaje con 'vanitas', a modo de jugosas naturalezas muertas más vivas que nunca«.
Una viveza en sus naturalezas muertas que llega también a través de una gama cromática más amplia que en proyectos anteriores, aunque siempre contenida en el catálogo general. «Sentía esa necesidad formal de salirme del negro sobre negro. Aunque mi paleta siga siendo reducida, me apetecía trabajar con otros colores», comenta Valverde.
Una paleta menos sombría
«Sigo fiel a ese reduccionismo cromático por aquello de que el espectador tenga que hacer una digestión lenta delante de cada cuadro, buscar los detalles, apreciar los cambios según incida la luz... Eso va ligado no sólo a la gama cromática, sino también a la materia, que muchas veces desdibuja la imagen. La pintura está en continua lucha con la imagen, esa idea barroca me interesa mucho«, añade el artista, cuya exposición en la Galería JM forma parte de los proyectos seleccionados en la primera convocatoria de las ayudas a la producción artística promovidas por el Ayuntamiento de Málaga con la colaboración de la Fundación La Caixa.
«Siempre me han seducido los temas oscuros. Esa tendencia a remitirme a ideas quizá tenebrosas, con una carga mucho más existencialista, me ayuda a generar cuadros«, admite Valverde, que para este proyecto se ha valido también de una notable influencia de la literatura; en concreto, de 'Lo que dicen las mesas parlantes', de Víctor Hugo.
En ese relato, el protagonista organiza sesiones de espiritismo para hablar con el más allá, que Valverde se trae a un más acá vigoroso y fértil en cada pincelada, en cada cuadro: «Hablo de la muerte sin una intencionalidad moral. Me gusta ir al terreno donde uno no hace pie. Es ahí donde me siento más cómodo«.
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