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MIGUEL LORENCI
Miércoles, 30 de mayo 2018, 00:09
Madrid. Brassaï fue un asombrado mirón del París de los años treinta. Fue pionero en retratar de noche la ciudad de la luz, en escudriñar sus tugurios, sus rincones y sus gentes. Su aristocracia y su lumpen. París se lo agradecía consagrando como icono de la ciudad a sus asombrados retratos y a su autor como uno de los grandes de la fotografía del siglo XX.
La Fundación Mapfre explora aquella etapa en la exposición 'Brassaï', la retrospectiva más importante de los últimos años sobre este fotógrafo nacido en Brassó (Transilvania, Rumanía) que durante el período de entreguerras reivindicó el poder artístico de la fotografía. Las dos secciones dedicadas al París de los años treinta son el núcleo de una muestra que acoge hasta el 2 septiembre más de 200 piezas entre copias de época, dibujos, abundante material documental y una escultura.
Brassaï, seudónimo de Gyulá Halász (1899-1984), llegó a París en 1924 con la ambición de ser pintor tras estudiar arte en Budapest y en Berlín, pero se ganó la vida vendiendo artículos, caricaturas y fotos a periódicos y revistas. París sería el tema el alma de su trabajo. Pionero en las escenas nocturnas, el tratamiento de la luz y el afán por el detalle, convirtió algunas de sus instantáneas «en símbolos de una época y testimonios de su irresistible fascinación por la capital francesa», según Peter Galassi, comisario de la muestra y conservador jefe de Fotografía del Museo de Arte Moderno de Nueva York entre 1991 a 2011.
«Si algo lo caracteriza es el retrato del París nocturno, un modo de entroncar con la pintura y literatura del siglo XIX, con Toulouse-Lautrec y Baudelaire, y Brasaï lo transmite a través de una mirada muy culta y atenta a las novedades de las vanguardias», asegura Pablo Jiménez Burillo, director de Cultura de la Fundación Mapfre.
Reivindicó Brasaï la fotografía como lenguaje creativo capaz de expresar su fascinación por la capital francesa hasta que abandonó la ciudad el 12 de junio de 1940, dos días antes de que la tomara el ejército alemán. Regresó en octubre y permaneció para no salir durante el resto de la ocupación.
Su negativa a colaborar con los alemanes le impidió fotografiar su amada ciudad. El encargo de Picasso de retratar sus esculturas se convirtió en su única fuente de ingresos y los encargos de revistas como Harper's Bazaar le permitieron volver a la fotografía tras la guerra y viajar por Escocia, Marruecos, Italia, Grecia, Turquía y España. De ahí que la muestra incluya instantáneas realizadas en la Sagrada Familia de Barcelona, en Sevilla o en el barrio del Sacromonte de Granada.
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