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«Si se hubiera podido utilizar esta herramienta para medir la actividad cerebral del jugador que mató hace unas semanas a otros tras perder un torneo, tal vez se podría haber evitado», explica Alexia de la Morena, experta en Neurociencias aplicadas al Comportamiento Humano. A su espalda, dos grupos de cinco jóvenes se disputan varias partidas al League of Legends en la sala Survival del Polo Digital de Málaga. Ataviados con camisetas con los colores de su equipo, hay cuatro personas que llaman la atención frente al resto. En sus cabezas hay una cinta azul con un gran número de electrodos, en su mano izquierda una serie de sensores y en su silla, un aparato que recoge todos los parámetros. No se trata de un nuevo periférico, sino de medidores ligados al estudioBrainGamer, que varios investigadores y neurocientíficos internacionales están realizando en Málaga.
«Ha habido otros estudios que han medido la actividad cerebral, pero el nuestro es el primero que analiza las hormonas y realiza un test de personalidad», indica De la Morena. Todos estos puntos ayudan a tener un mapa del cerebro de los jugadores y permiten llegar a determinar si van a ganar o perder. Porque para la investigadora, el propio ánimo con el que nos enfrentamos a las cosas determina que podamos hacerlas bien o no, ya que se producen reacciones químicas en nuestra cabeza que mejoran o empeoran nuestras capacidades. «Si te levantas pensando que vas a tener un mal día, al final lo tendrás, pero por culpa de tu propia disposición».
Es en este aspecto donde entran en juego la testosterona y el cortisol. Según varias investigaciones, como recoge el informe de resultados previos del estudio, «existe un efecto ganador vinculado a cambios psicofisiológicos que se caracteriza por incrementos momentáneos de testosterona en cada victoria o derrota».
Por ello, en el análisis se han establecido una serie de hipótesis que establecen que los jugadores se comportan de diferente manera ante un enfrentamiento contra la máquina (IA) o un jugador real. Según la investigación, se observan diferencias significativas en las concentraciones de testosterona y cortisol, además de que el triunfo impulsa una mayor producción de la hormona sexual masculina.
¿Se puede anticipar entonces que un equipo vaya a ganar o perder según los informes que se pueden extraer de su actividad cerebral? Para poder dar respuesta a esta pregunta, la Universidad de Málaga está desarrollando el estudio BrainGamer, que dirige el Doctor Manuel Jiménez (Universidad Internacional de la Rioja) y el doctorando Guillermo Mendoza. Financiado por la Cátedra estratégica eSports de la Universidad de Málaga y con la coordinación de la Doctora Margarita Carrillo, así como la de las expertas en neurociencia Alexia de la Morena y Patrizia Cherubino, la investigación está analizando el comportamiento de varios equipos malagueños de deportes electrónicos. Con dos jugadores por grupo, de entre 18 y 27 años, a los que se les han tomado muestras previas de saliva y conectado una serie de electrodos y medidores de frecuencia, durante dos días se están recopilando datos necesarios para refutar o confirmar las hipótesis de la investigación.
Aun así, como se suele decir, los ojos son el espejo del alma. Algunos de los gamers, que carecían de sensores, tras perder mostraban rostros de desánimo que vaticinaban lo que podrían llegar a conseguir en su siguiente partida. Detalle que en el futuro se podría llegar a confirmar si la investigación logra sus resultados propuestos.
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