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Fragmento de la intervención de Ángelo Néstore en el Museo del Prado. SUR

Ángelo Néstore: versos como flechas en el Museo del Prado

El autor afincado en Málaga firma una vibrante acción poética en las salas de la pinacoteca

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Domingo, 7 de febrero 2021, 20:59

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El cuadro se salvó de un incendio, pero ahora prende frente a él otro fuego sereno y salvaje. La llama candente de unos versos en carne viva: «Asumo que toda bandera es / en cierto modo herencia, / por eso viniste envuelto en la tela / áspera de tus padres...». Suena este 'No amarás' en la voz, en todo el cuerpo de Ángelo Néstore, que camina como un animal herido pero majestuoso por las salas del Museo del Prado hasta que se coloca frente a una tela, 'La incredulidad de Santo Tomás', pintada entre 1641 y 1649, atribuida a Matthias Storm y salvada de la quema del Alcázar de Madrid en 1734.

Y casi tres siglos después, Néstore (Lecce, Italia, 1986) toma ese cuadro como palanca para la acción poética desplegada en el Museo del Prado dentro de la programación del Festival de Otoño. «Me plantearon hacer una lectura poética, pero quise hace algo distinto...», concede mientras se adivina una sonrisa al otro lado. Porque el poeta, traductor, profesor universitario, editor y agitador cultural afincado en Málaga ha llevado su permanente inquietud creativa al evento literario promovido por la Comunidad de Madrid, dirigido por el poeta y dramaturgo Alberto Conejero y desarrollado este año en la vertiente digital para sortear los rigores de la crisis sanitaria con una vocación multidisciplinar en la que también ha cuajado la participación de la malagueña Luz Arcas y su compañía de danza La Phármaco.

«Dime, ¿cuántas palmas cerradas harían falta / para contener tu sangre? / Supongo que ya lo sabes», sigue la voz de Néstore, camino del lienzo que muestra la escena en la que Santo Tomás mete la mano en la herida de Jesús para cerciorarse de la resurrección de la carne. «Escogí ese cuadro, porque quería darle otro valor a la herida y a lo sagrado. Lo sagrado que puede llegar a ser el cuerpo de un refugiado, de una persona en busca de asilo político», lanza Néstore.

Porque para Néstore lo personal es político. Y lo poético, también: «He tenido la oportunidad de intervenir desde lo poético ese cuadro en una clave contemporánea. He hablado de la violencia que se esconde detrás de la palabra 'amor', de aquellos sujetos que no entran en el discurso amatorio y que en nuestra poetización del cuerpo rompen cualquier fantasía dentro de la heteronorma y reciben la violencia de la voz del padre que les dice tajante 'No amarás'. Por eso nacen siendo llagas, son orificios de este mundo, heridas, desgarro».

El amor y el dolor. El deseo y la culpa. Los versos de Néstore: «Es preciso aceptar los colores / ardientes de tu país. / Son los mismos tonos 'estilo árabe' / que compré en polvo, machacados y a buen precio, / en un mercado étnico en el centro de Europa, / ¿sabes? / Yo pinté las paredes de mi habitación / con los pigmentos puros de tu sangre». Pigmentos puros en el lienzo colgado de las paredes de El Prado. Y de nuevo las palabras del poeta sobre su acción allí: «Para mí intervenir en el Prado ha sido tener la oportunidad de intervenir en un espacio de producción de poder y, consciente de ello, he intentado ser canal para hablar justamente de aquello que el mismo espacio de producción rechaza, oculta u obvia».

El cuerpo político

«Hay cierta elipsis política -brinda Néstore- al ver, por ejemplo, a Saturno devorando a su hijo desde la perspectiva de quien pasa y no puede tocar, así que, al haberme concedido esta posibilidad, entendida como privilegio poético y político, he querido intervenir de forma performativa también a través de mi cuerpo para crear una continuidad entre imagen, símbolo y significación. El cuerpo como producción de violencia, mi cuerpo como producción de violencia».

Porque el poeta, a medida que avanza el vídeo, va pellizcándose la carne con pinzas doradas a modo de flechas, como un San Sebastián contemporáneo, ausente y quebrado. Y los últimos versos de 'No amarás' frente a los lienzos del Museo del Prado: «Por eso, ven. / Sé que debajo de ese chándal hay una armadura de resina / y dentro un poema duro como el ámbar, hecho jirones, / apaleado entre el músculo y el cartílago. / Deja entonces que hunda mi dedo en la pulpa de tu carne, / deja que navegue en esa llaga tuya / que pesa como el mundo entero / hasta apurar de tu cuerpo toda la miel».

Porque hay otro incendio, tres siglos después, frente a la tela de Matthias Storm. Lo prende Ángelo Néstore, sereno y salvaje.

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