El ajedrez de Putin
La invasión rusa sobre Ucrania se juega en un tablero geopolítico que ha roto en pedazos el hermanamiento de la familia del ajedrez
manuel azuaga herrera
Domingo, 3 de abril 2022, 00:33
Al exiliado ruso Piotr Potemkine, ajedrecista asiduo al Café de la Régence de París, se le atribuye la frase 'Gens una sumus', que viene a traducirse como 'Somos una familia'. Este es el lema que la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) tomó como propio desde su fundación en 1924, proyectando con ello la idea de que el juego de las sesenta y cuatro casillas es un deporte global, un lenguaje universal que actúa como puente de entendimiento entre las distintas culturas del mundo y que, de algún modo, también nos hermana. Sin embargo, la reciente invasión sufrida por Ucrania por parte del ejército ruso ha fracturado el tablero de la concordia de la FIDE. La historia se remonta, al menos, a la primavera de 2014, momento en el que asistimos a la crisis de Crimea y a la llamada guerra del Donbás, claros antecedentes de la actual situación de conflicto armado. Ya por entonces el presidente estadounidense Barack Obama declaró: «Nuestro enfoque no es ver esto como un tablero de ajedrez de la Guerra Fría, sino asegurarnos de que el pueblo de Ucrania pueda tomar decisiones por sí mismo sobre su futuro». El republicano Mike Rogers, presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, organismo del que depende la CIA, fue un tanto menos ingenuo: «Putin está jugando al ajedrez y nosotros a las canicas». En efecto, Rogers tenía razón. La partida no había hecho más que comenzar. Y Putin jugaba con blancas.
Tres días después del comienzo de las hostilidades, la FIDE publicó un comunicado oficial y condenó «cualquier uso de medios militares para resolver conflictos políticos». En el escrito se anunció la cancelación de torneos o eventos oficiales de ajedrez en Rusia y Bielorrusia, para así garantizar la seguridad de la comunidad ajedrecística. En aquellos que se celebren fuera de estos territorios, no se podrán mostrar las banderas nacionales de estos países. Los jugadores rusos y bielorrusos deberán elegir entre la bandera de la FIDE o la de su federación nacional de ajedrez. La primera gran competición que se ha visto afectada por esta medida ha sido la 44ª Olimpiada de ajedrez, una cita que reunirá, desde finales de junio, a más de 190 nacionalidades y que tenía como sede Moscú. Por si quedara alguna duda, la FIDE notificó la rescisión «de los acuerdos de patrocinio existentes con cualquier empresa bielorrusa y rusa sancionada». De este modo, la posición de la FIDE quedó claramente definida en contra de las intenciones del Kremlin, donde nadie anticipó una jugada intermedia tan rotunda, menos aún por parte de un organismo cuyo presidente es el ruso Arkady Dvorkovich, viceprimer ministro del presidente Dimitri Medvédev, predecesor y buen amigo de Putin. En el relato que construye la prensa rusa, Dvorkovich es señalado con el dedo como un «traidor nacional».
El siguiente movimiento de la FIDE lo ejecutó el día 21 de marzo. La Comisión de Ética y Disciplina decidió suspender durante seis meses al gran maestro ruso Serguéi Kariakin, por considerar que sus manifestaciones públicas en redes sociales a favor de Putin «dañan la reputación del ajedrez». Hay que recordar que Kariakin se enfrentó en 2016 al noruego Magnus Carlsen por el título de campeón del mundo, lo que le convirtió en uno de los deportistas más populares del circuito internacional. El próximo junio Serguéi iba a disputar el Torneo de Candidatos, en Madrid, un paso previo que le hubiera permitido convertirse, de nuevo, en el retador de Carlsen. Pero ahora, sancionado, no podrá participar. Tras conocer el castigo, Kariakin declaró: «La FIDE no me deshonró a mí, sino a ellos mismos. En primer lugar, soy un patriota de mi país y, en segundo lugar, un atleta. No me arrepiento de nada».
Kariakin hizo pública en su cuenta de Twitter una carta de apoyo a Putin. En ella calificaba al gobierno ucraniano de amenaza para toda Europa y deseaba que el ejército ruso cumpliera cuanto antes con sus objetivos. En otro tuit se refirió al presidente ucraniano Volodimir Zelenski como el «asesino de los niños del Donbás». Es obligado subrayar que Kariakin nació en Crimea. Por eso hoy, en Ucrania, muchos lo ven como a un judas. En 2004, con solo 14 años, Serguéi jugó bajo bandera ucraniana en las Olimpiadas celebradas en Calviá (Mallorca). Compartió equipo con Vasili Ivánchuk y Ruslan Ponomariov, a quien él mismo había ayudado a proclamarse campeón del mundo en 2002, precisamente contra Ivánchuk. En Calviá los ucranianos lograron la medalla de oro y fueron aclamados como verdaderos héroes de la patria. No exagero. Desde la proclamación de la independencia ucraniana en 1991, era la primera vez que el equipo nacional superaba a Rusia en una competición de prestigio. Pero en 2009, a pesar de este relato triunfal, Kariakin obtuvo la ciudadanía rusa por decreto de Dimitri Medvédev, por entonces amigo de Dvorkovich. En la actualidad, Kariakin se defiende sin ningún complejo de las acusaciones de traición: «Nací en Crimea, sí, pero en los tiempos de la Unión Soviética. Siempre me consideré ruso». Y argumenta: «La mayoría de los que gritan que traicioné a Ucrania no hicieron ni el 10% de lo que yo hice por el país».
El 'caso Kariakin' es complejo e incorpora todos los elementos propios de una polémica en forma de espiral, por lo que arrastra de juicios de valor en la opinión pública. Tras conocer la sanción impuesta por la Comisión de Ética y Disciplina de la FIDE, el Kremlin, a través del secretario de prensa de Putin, Dimitri Peskov, declaró: «Pedimos a la FIDE que reconsidere esta decisión y siga fuera de la política». Por su parte, Kariakin lanzó la posibilidad de crear «una nueva organización como alternativa a la FIDE». Entre los defensores de esta idea se encuentra una leyenda del ajedrez, el excampeón del mundo Anatoli Kárpov, quien se expresó en los siguientes términos: «Considero absolutamente ilegal la decisión de la Comisión de Ética. Lo defino como el principio del fin de la FIDE. Si Serguéi dice que está listo para crear una nueva federación, entonces es que es el momento. En 1924, los fundadores de la Federación Internacional de Ajedrez eligieron el lema 'Somos una familia'. Ahora este lema está siendo pisoteado por la FIDE».
Kárpov es otra pieza importante en el centro del tablero y, en el relato oficial, al menos en el occidental, no sale bien parado. Kárpov es miembro de la Duma por el partido Rusia Unida de Putin. En su condición de parlamentario, ha sido sancionado por el Consejo de la Unión Europea por votar a favor de la resolución que reconocía la independencia de las autoproclamadas República Popular de Donetsk y República Popular de Lugansk. Esa misma resolución ordenó desplegar las fuerzas armadas rusas en el este de Ucrania. La vida de Kárpov ha cambiado en un instante. Hace solo tres meses, el excampeón aparecía en el programa de televisión 'Got Talent' para medirse a Rey Enigma, el personaje de moda en el ajedrez. Fue un momento glorioso con picos de máxima audiencia. Hoy, sancionado, Kárpov no puede poner pie en territorio comunitario. El poeta Robert Browning solía decir que el éxito de un minuto paga el fracaso de años. Aquí se lo cobró.
La primera gran competición que se ha visto afectada ha sido la 44º Olimpiada de ajedrez
He hablado con algunas personas del círculo más cercano a Kárpov y todos coinciden en que Anatoli está muy preocupado porque él «es un hombre de paz». «Kárpov no habla de política, habla exclusivamente de ajedrez», me dicen. El asunto tiene algo de carambola. Kárpov no obtuvo directamente su escaño en las elecciones a las que se presentó en 2021. Sucedió que la diputada Olga Batalina ocupó un puesto en el Ministerio de Trabajo y, según el procedimiento, la Comisión Electoral Central corrió la lista para cubrir la vacante del escaño que quedaba libre, correspondiéndole, ahora sí, a Kárpov. Le llamaron para comunicárselo semanas después de que el excampeón del mundo visitara Vigo, donde promocionó el ajedrez en distintos actos. Imagino qué distinta sería la historia para Kárpov sin esa llamada, sin esa firma de la resolución número 58243-8. Pero en el ajedrez, como en la vida, rige una máxima: «pieza tocada, pieza movida».
El que mueve piezas con denuedo es Gari Kaspárov, el eterno rival de Kárpov, dentro y fuera del tablero. Kaspárov cambió el ajedrez por la política hace años, fundó el Frente Civil Unido y se convirtió en un activista opositor al régimen de Putin, al que comparó con Calígula, Franco y Mussolini. En 2007 fue detenido por la policía antidisturbios de Moscú, durante la conocida 'Marcha de los disidentes'. Estuvo cuatro días encarcelado. Kárpov estaba en España cuando se enteró de la detención. Regresó a Moscú al día siguiente, con la intención de visitar a Gari en la cárcel. Llevaba una revista de ajedrez bajo el brazo, pero no le permitieron la entrada. Años más tarde, Kaspárov se trasladó a Nueva York, ante el riesgo más que probable de ser de nuevo detenido… o asesinado. Desde que comenzó la guerra, el Ogro de Bakú escribe de forma activa en su cuenta de Twitter. Leo un tuit: «Esta invasión comenzó en 2014. Donbás es tanto de Ucrania como Kiev». O este otro: «Ningún líder mundial debería dudar en afirmar claramente que el mundo sería un lugar mucho mejor si Putin ya no estuviera en el poder».
El maestro ruso Serguéi Kariakin ha sido suspendido por sus mensajes en redes a favor de Putin
Kaspárov escribió en 2015 'Winter is coming' (El invierno se acerca), un libro al que acompaña el siguiente subtítulo: «Por qué Vladímir Putin y los enemigos del mundo libre deben ser detenidos». En sus páginas, leemos una premonición con forma de aviso: «Aquellos que dicen que el conflicto de Ucrania está muy lejos y que es poco probable que conduzca a una inestabilidad global, se pierden la clara advertencia que nos ha hecho Putin. No hay razón para creer que su visión anunciada de una 'Gran Rusia' terminará en el este de Ucrania, y hay muchas razones para creer que no lo hará. Los dictadores solo se detienen cuando son detenidos, y apaciguar a Putin con Ucrania solo avivará su apetito por más conquistas».
La solución al conflicto se antoja difícil. No parece que haya un movimiento ganador que logre una paz duradera. Le pregunto al periodista Leontxo García, buen conocedor de la cultura y los entresijos de la política rusa. «Este conflicto es una clara violación, por parte de Putin, del famoso principio de Nimzovich de que la amenaza vale más que su ejecución». Leontxo tira de metáfora y detalla cuál debería ser el plan para poner fin al conflicto: «Putin es como un rey enrocado protegido por peones y por piezas. Lo que hay que hacer es debilitar esta protección. Por un lado, habrá que esperar a que las sanciones terminen siendo eficaces. Y confiar en que la información veraz de lo que sucede vaya llegando, sin censura, a la población rusa, que las noticias muestren los cadáveres de los soldados. Por otro lado, es evidente que la resistencia militar en Ucrania también es importante. Si todo lo anterior ocurriera, Putin dejaría de ser un rey protegido y se vería obligado a negociar. Además, todo indica que Ucrania tendrá que renunciar a ser miembro de la OTAN. A largo plazo, podría pertenecer a la Unión Europea, siempre como país neutral en materia militar y de defensa. Aunque con una condición: Putin no debería aparecer, en ningún caso, como el vencedor, puesto que debería haber evitado esta masacre. Esto último es fundamental para lanzar un mensaje de cierta esperanza, especialmente a las generaciones jóvenes».
Firmo como propio el plan de Leontxo. Enciendo la televisión y veo las escenas del horror, mujeres y niños llorando. Me vienen las palabras de Mike Rogers: «Putin está jugando al ajedrez y nosotros a las canicas».
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